Recuerdos.

263 30 7
                                    

-¡Esta delicioso mamá!.- Observé como mi hermano fingía un apetito colosal delante de Mamá, que se comía la mentira con una sonrisa que crecía debido los elogios de Bill hacia su comida. –Deberías cocinarlo más seguido. ¡Son los mejores sorrentinos del mundo!

Mi hermano había hecho un desastre de su plato, simulando comer a los ojos de mamá y estaba escondiendo los sonrrentinos en una servilleta en la silla de al lado. ¡Pero que desperdicio! El teléfono de nuestra madre comenzó a sonar.

-Disculpen chicos, es del trabajo. Ahora vuelvo ustedes sigan. - Se levantó y salió al patio trasero a contestar la llamada. Mamá trabajaba como una loca, debía pagar nuestra universidad después de todo.

Apenas la puerta que daba al patio se cerró, Bill se levantó de la mesa y corrió hasta el tacho de basura botando toda la comida, la de su plato y la que había adentro de las servilletas que tenía en la silla, dentro de él. Suspiró, supongo que cansado de fingir su acto de "Hijo amante de comida de su madre". Y Sacó una de esas pastillas efervescentes que uno siempre se toma para la resaca y la metió en un vaso lleno de agua, mirando como comenzaba a hacer burbujitas.

-¡Qué desperdiciooooooo!.- Dije estirándome en mi silla, poniendo los brazos detrás de mi cabeza. Yo sí que había comido y no un solo plato, sino dos. Mi pansa estaba llena y feliz.

-¿Uhm?- Preguntó mi hermano con una ceja levantada. Se sentó sobre la mesada del comedor, dándole un trago lento a su bebida.

-Qué es un desperdicio que hallas botado toda la comida. Hay perros que mueren de hambre Bill. Niños también. Gente que mataría por un solo bocado de comida caliente.

Me miró sin responderme, y le dio otro trago a su baso, dejándolo por la mitad. Levanté los platos restantes en la mesa y los tiré en el lavatrastos. Reposándome sobre la mesada justo en frente de él.

-Asique además de borracho y anoréxico te comió la lengua el ratón. ¡Qué divertido!

- Sos un idiota, Tom. - Terminó su baso. Luego de dejarlo sobre la mesada se cruzó de brazos, levantando una ceja en actitud malhumorada.

-Un idiota que lava tu vomito de los azulejos del baño y tiene tu cabello. ¡Oh, casi lo olvido! Un idiota que cuida de ti todas las putas noches para que no te mueras de un puto coma etílico.

-No estoy de ánimos para pelear. – Paso por mi lado, ignorándome. – Para que sepas nadie te pide que me ayudes. Puedes pasar de mí, ignorándome. Puedo cuidarme yo solo.

Bufé y me eché a reír. Bill se dio la vuelta, frenando y mirándome con el ceño fruncido.

-¿QUÉ?- gritó agresivamente.

- Nada. - Entornó sus ojos. Matándome con su mirada. – Me venís con el cuentito de que te podés cuidar solo pero bien que anoche te desmayaste. Casi que te da un coma.

Abrió los ojos, totalmente... ¿Sorprendido? ¿Enserio no recordaba nada? Su mirada paseándose, indignada en completo shook por todo el comedor, me dio a entender de que no recordaba nada. Estaba haciendo memoria y no lo recordaba. Pufff. ¿Recordaría todas las veces que había estado ahí teniéndole el cabello? Lo dudaba. Seguro se piensa que llega y se duerme.

-¿Enserio no te acordas de nada? – Sonreí burlón. – ¿Ni siquiera te acordas que te metí los dedos?

- ¿Qué? ¿Qué me metiste los dedos dónde? - Me reí a carcajadas. Es que como no reírme si se le iba a caer la cara de la vergüenza. Se había puesto rojo y se le salían los ojos para afuera. Bill camino hasta mí, me pego en el brazo intentando callarme. – Qué no te rías. No es gracioso. Es vergonzoso. Por dios. ¿Por qué hiciste eso? ¡Tom para de reírte!

¿Did you still remember me?Where stories live. Discover now