-2-

315 33 4
                                    


Las manos me sudaban a chorros, realmente tenía que buscar un papel para secarlas porque ya no podía con semejante sensación. La respiración se me agitaba cada vez más, mi pecho sufría espasmos con todo el esfuerzo que le implicaba conseguir que el oxígeno llegara a los pulmones. Se me estaba cerrando la garganta. No, no era asmático, se me estaba cerrando de pura angustia. Pestañé repetidamente. Miré para todos lados, buscando alguien o algo que me tranquilizara, acomodé mi chaqueta. El baño, pensé de repente. Ahí podría intentar tranquilizarme. Me sentía sumamente observado, perseguido, avergonzado. Sentía que todos me conocían y que todas aquellas personas que me rodeaban sabían mi secreto y se reían de él. Me sentía una burla con patas, un chiste, un cuento mal contado. Me sentía desnudo. Tragué saliva. Ya en el baño, suspiré de alivio al ver que no había nadie allí. Mojé ambas manos en el frio chorro de agua y mojé mi cara, importándome poco y nada mojarme el pelo de paso. Apoyé ambas manos a los costados del lavabo, reposando mi peso en ellas, intentando no caer el suelo.

Ah sido una mala jugada de mi mente, no ha sido él. No es imposible que haya sido él, pero es muy poco probable. Diría que hay un 1% de probabilidad de que haya sido él. Y opto por pensar que no lo era. ¡No puede venir justo al mismo evento que yo! Ni si quiera se mueve en estos ambientes. Además, el apellido de papá estaba en todos los carteles y era imposible que se halla dignado a acercarse a un lugar lleno de propagandas hacia su odiado padre. Lo conozco y hubiese preferido arrancase las pestañas una por una con una pinza de depilar a que venir a un lugar donde sabe que nuestro padre ha metido mano.

Abrí los ojos lentamente, intentando ubicar la mirada en el espejo, pero me daba miedo. Ser su gemelo no ayudaba en nada. Mi mirada, me recordaba a horrorosamente a la suya. No había nada que pudiera hacer para evitarlo.

Me miré. Mi mandíbula temblaba y estaba pálido. Inspire y exhale hasta que mi pulso pareció volver a la normalidad. Mi corazón parecía querer salir de ahí. Huir. Pareciera que supiera lo que iba a pasar. Pero no lo escuche, cómo siempre, me limité a ignorarlo.

Me dirigí a la salida a paso lento. Arremangándome hasta los codos mi chaqueta, intentando no morir de calor. Tiré mi pelo hacia atrás intentando sacarlo de mis ojos, y con mi brazo izquierdo empujé la puerta, abriéndola de par en par, un hombre pelado entró casi tirándome del empujón que me dio sin repararse siquiera en mi existencia. Me daba igual, no tenía ánimos de reclamarle nada. Doble en el pasillito de la entrada, y divisé un grupo de 3 chicos, riendo, hablando, caminando hacia la entrada del baño. Se pusieron en filita para pasar y no llevarme puestos. No había luces, eso quería decir que desfile había terminado y había comenzado la fiesta, la música comenzaba a estar más y más fuerte. Bajé mi mirada intimidado por el grupito de amigos que pasaban por mi lado. De repente, un escalofrío me recorrió la espina dorsal, poniéndome la piel de gallina. Fruncí el ceño. Alguien me estaba observando, sentía su mirada puesta en mí.

De repente todo comenzó a pasar en cámara lenta.

Una sombra me tapó la poca luz que iluminaba mi camino, y juro por dios, que mi corazón dejo de latir. Mi vista se puso borrosa. Mi sangre se congelo. Mis piernas flojearon y mis pulmones dejaron de recibir oxígeno. Se encontraba caminando justo detrás del tercer muchacho que acababa de pasar junto a mi ajeno a todo, adentrándose al baño. Me miró casi sin reconocerme, lo noté porque me miró y luego desvió la mirada sin siquiera verme. Pero al cabo de un segundo paró la marcha y se detuvo, volvió la mirada hasta mis ojos, observándome completamente fuera de sí mismo. Bajé la mirada. No podía creerlo. Esto debía ser una pesadilla. Comencé a pellizcarme el brazo.

-¿Bill? – Escuche a su voz decir a lo lejos. No podía escuchar nada, por un segundo me quede estático sin saber cómo reaccionar. Busque la pared con mi mano, a ciegas para sostenerme de caer al suelo. Mis ojos estaban abiertos, pero no podía ver nada. Mis oídos habían dejado de escuchar, mis ojos habían dejado de ver. Fue como si mi alma hubiera salido de mi cuerpo huyendo de ese cuerpo maldito que la tenía presa. De repente mi trance se rompió, y todo comenzó a volver a tener sonido, y a moverse con la velocidad normal. Una manada de hombres borrachos que querían entrar todos al mismo tiempo al baño, se amontono a mi lado, gritando, riendo y abrazándose entre sí. Aproveche el momento para apurarme a salir de ahí. Volteé mi cabeza, de manera inconsciente y pude observar como él era empujado por más gente que quería entrar al baño y comenzó a alejarse. Una lagrima descendió por mi mejilla. Me estaba mirando, desesperado, con unos ojos que expresaban desesperación absoluta, debajo de todo eso, pude ver un poco de tristeza. Sus brazos forcejeaban intentando con todas sus fuerzas salir de la muchedumbre que lo arrastraba al baño.

Me di la vuelta, huyendo. De repente todo parecía estar en HD, podía verlo todo y escucharlo todo. Comencé a mezclarme entre la gente. Sabía que Tom me seguía, quizá con un poco de suerte todavía estaría luchando para salir del baño, pero en cuanto lo hiciera comenzaría a buscarme como el loco enfermo que era. La adrenalina que sentía por mis venas me hacia querer correr. Asique me deje ser, y luego de esquivar unas que otras personas que bailaban desenfrenadas al ritmo de aquella electrónica, empecé a correr. Desorientado, sin saber a dónde ir, corrí detrás del escenario. Me adentre entre la ropa, tirando un que otro perchero, no me importaba nada. Tenía que huir de ahí. Había una puerta que estaba detrás del escenario, entré ahí, una pareja se encontraba besándose apasionadamente y pasé de ellos con un salto olímpico y corrí hasta la primera puerta que vi, y entré.

Parecía una sala de maquillaje, o algo así, estaba repleto de cajas, y estantes llenos de zapatos y mucho, pero mucho maquillaje por todas partes. En las paredes estaba todo repleto de espejos con luces a su alrededor, que se encontraban apagadas, todas menos una. Tomé la caja que más pesada parecía y la puse delante de la puerta como un penoso intento de sentirme más protegido. Visualicé un perchero móvil repleto de vestidos que tenía un montículo de cajas enormes a su lado, y me escondí detrás de ellas, en el suelo, acurrucado cual bebe. Abracé mis piernas y hundí mi cara en mis rodillas, no estaba triste, no estaba enojado, pero lo que si sentía era... miedo. Mucho miedo. La angustia en mi pecho comenzó a provocarme espasmos otra vez, la respiración empezó a fallar, y mis mejillas estaban completamente empapadas de las lágrimas que no paraban de salir y salir.

Comenzaron a arderme mis ojos, y pequeños sollozos salían sin permiso de mi boca. Mi cuerpo estaba temblando demasiado, mi vista se nublaba obligándome a ver borroso. ¡Estaba teniendo un puto ataque de pánico! Levanté mi cara y observé mis manos temblorosas intentando controlarlas sin éxito. Un ruido se llevo toda mi atención. La caja que había puesto delante de la puerta hizo un ruido horrendo. Alguien estaba intentando pasar.

Me sobresalté del susto al ver como la caja volaba hasta casi al lado del perchero moviéndolo lentamente. Tragué saliva entreabriendo mi boca, apretando mis dientes reprimiendo con todas mis fuerzas el grito histérico que los nervios me producían.

-¿Bill?

¿Did you still remember me?Where stories live. Discover now