Recuerdo.

163 16 7
                                    

-¿Y tu hermana?

-Ajjjjjjjj, que quejica, maldito marica, ve a buscar a su habitación, ni pienses que voy a mover mi cómodo culo de este sillón para ponerme a buscar tu puto maquillaje.

Asentí y me dirigí a las habitaciones. Nunca había venido a su casa, así que al ver todas las puertas cerradas no sabía cual era cual. Abrí una, que por suerte tenía cosas de mujer, cosas de su hermana supuse. Entré, mirado el tocador que tenía un espejo hermoso, debía tener el maquillaje ahí dentro. Abrí el primer cajón, nada. Segundo, nada. ¿Dónde guardaba el maquillaje esta mujer? En el tercero encontré algo muy interesante, unas cuantas bolsitas con flores. Agarre una bolsita, que tendría unos gramos, y me la guardé en el bolsillo de mi jean, no creo que note su ausencia, tenía demasiado. Uno menos, uno más no hace la diferencia. Al terminar de revolver su cajonera, me senté en su cama, exhausto. Me había vuelto un flojo de repente, pero es que cualquier esfuerzo físico me implicaba una fuerza que mi cuerpo no tenía y me hacía agitarme de golpe. Desde la cama pude ver perfectamente mi reflejo, esos ojos, esa nariz, mi boca... todo era igual a... no podía ser... no... ¡No! Mi falta de maquillaje no ayudaba en nada, en absolutamente nada. Lo veía a él. ¡Era jodidamente igual a él! Desvié mi mirada hacia el suelo, intentando evitar un ataque de ansiedad.

-¿Y?

Levanté mi cabeza, sintiendo un leve mareo, no le respondí nada y observé a mi amigo asomarse por la puerta, reposándose en el umbral, en una pose muy seductora. Pensar eso de él me hacía estremecer, era mi amigo.

-Nada.

-Qué lástima.

-Lo... necesito. – Desvié mi mirada al suelo, odiaba sonar suplicante, y odiaba que cualquiera estupidez me hiciera sentir desganado. Noté su mirada posada en mí y levanté la mía con miedo de encontrarme con su cara enojada, pero en cambio me encontré con unos ojos totalmente preocupados, observándome, sin siquiera pestañar.

-¿Es tan importante para vos?

- El maquillaje... me ... no sé, me levanta la autoestima. – Mentí, el maquillaje me hacía diferente a él, hacía que mis rasgos no fueran iguales a los de él, me hacía olvidarme por un segundo de que compartíamos la puta cara.

-Uff, bueno voy a mensajearle a ver dónde lo guarda, vamos a mi habitación, Gustav acaba de llegar, esta estacionando el auto.

Asentí y me limité a seguirlo hasta su habitación. Oh por dios, su habitación era jodidamente enorme, y tenía hasta un entre piso, donde había varios pufs. Que locura que hubiera gente con habitaciones tan... ¿Cuál sería la palabra? ¿Elaboradas? No, bueno, daba igual, a lo que iba era que mi habitación era muy aburrida, y apenas cabían el escritorio y la cama juntos sin chocarse con el placard. Un escalofrió me recorrió la espalda, me maree.

-¿Podemos poner música? ¿Una película? – Brandon solo levantó una ceja, observándome de manera extraña, pero nada sorprendida, ya no le sorprendía para nada que tuviera mis arranques ansiosos y pidiera desesperado poner música, películas o drogas. Algo que me sacara del hueco negro. Mis pensamientos estaban muy descontrolados, ya casi no podía controlar que era lo que quería recordar y que no, que era en lo que quería focalizar mi atención y en que no. Era un cumulo de emociones sin nada que las contuviera. El miércoles, él y Max debían estudiar para una clase que yo ya había aprobado, filosofía, y que me resultaba tan fácil que me había ofrecido en explicarle los textos así no tendrían que perder tiempo memorizando y analizando. Pero apenas me senté y comencé a explicarle algo a Max sobre koselleck, no recordaba muy bien una parte, por lo que tuve que releer un texto para poder explicárselo en otras palabras, no se bien cómo fue que pasó, pero me perdí, en cuanto llegue al segundo renglón de la fotocopia, sus manos aparecieron, su voz se reprodujo en mi mente, y comencé a llorar. Odiándolo y amándolo al mismo tiempo. Me descontrolé por completo, perdiendo la cordura. Me había puesto tan inestable que solo me pudieron estabilizar con unos calmantes, sólo un poco y luego de fumarme unos cuantos porros, me dormí. Cada vez que sentía que el agujero negro iba a consumirme de nuevo, me fumaba un porro, o me ponía una película, o ponía música, lo que sea que me distrajera de ser yo mismo. Era una distracción para no caer en la angustia, para no perderme en la oscuridad y Brandon lo sabía perfectamente.

¿Did you still remember me?Where stories live. Discover now