-3-

238 28 4
                                    


Me sobresalté del susto al ver como la caja volaba hasta casi al lado del perchero moviéndolo lentamente. Tragué saliva entreabriendo mi boca, apretando mis dientes reprimiendo con todas mis fuerzas el grito histérico que los nervios me producían.

-¿Bill?... – Me tapé la boca con ambas manos, llorando con todas mis fuerzas e intentando no respirar para que no se percatara de mi presencia. Pero mi hermano no era nada estúpido. Escuché sus pasos dentro de la habitación pateando un par de cajas, para poder caminar y visualizar el lugar. Cerré mis ojos, apretándolos con fuerza. El ruido se detuvo. Por un segundo creí que se había ido, que había logrado salirme con la mía por una vez en mi asquerosa, podrida y patética vida. Pero no fue así. Nunca nada bueno suele pasarme, porque estoy condenado a sufrir.

Abrí mis ojos lentamente, atento a todo ruido que mis oídos pudieran captar, mis lagrimas ya no salían. Me destape la boca, secándome los restos de lágrimas con la manga de mi chaqueta, observe entre las cajas, no había nadie. Moví mi cabeza intentando tener diferentes ángulos de visión inútilmente, no podía ver nada. Apoyé mi cabeza contra la pared, suspirando, mirando hacia el techo. Recordé vagamente el espejo de la pared que se encontraba a mi derecha y dirigí mi mirada hacia el espejo, visualizando la peor de todas mis pesadillas. Mi hermano estaba parado, con una mirada ida, mirándome a través del espejo, con el ceño fruncido, con expresión preocupada. Mis sentidos volvieron a estar alerta. Y miré por entre las cajas la puerta abierta. Noté como mi hermano se percataba de mi estúpida idea de salir huyendo y fue hasta la puerta y la cerró.

-¿Vas a secuestrarme? – Pregunté sin emoción alguna, me había resignado. Deje caer mi cabeza sobre la pared otra vez, al ver que no se atrevía acercarse hasta mí, mi cuerpo sintió una pizca de tranquilidad.

Movía sus manos, nervioso, mirándolas sin saber que responder, si no fuera porque frente a mi había un monstruo enfermo, juraría reconocer en él auténticas ganas de largarse a llorar.

-¿En serio me crees capaz de semejante cosa? –No levanto la mirada, no me miro. No se atrevía. Sin embargo, yo no podía sacarle la mirada de encima. Estaba tan... diferente. Tenía barba, estaba totalmente morocho, sin rastas. Tenía hecho con su cabello largo un rodete. Parecía un hombre muy maduro. Hasta si no lo conociera podría decir que era un sujeto normal... y feliz. Claro, cualquiera podía ser feliz siempre y cuando le chupara la felicidad a los demás. Así era tan fácil. Ir arruinándole la vida a los demás a costa suya. No. Lo odiaba. Lo odiaba demasiado. Tenía ganas de ir hasta él y golpearlo y castrarlo. Si, esa seria un buen castigo, me quedaría corto, pero castrarlo para que no sienta nunca más su preciado pene y que nunca más pueda tener sexo en su vida, qué nunca más en su vida vuelva a sentir un orgasmo. Se merecía peor que eso, pero... era mi hermano gemelo y a pesar de que había destruido mi vida completamente, aun... aun... le quería.

-Te creo capaz de peores cosas, Dime Tom, ¿Ya mataste a tu primera persona? ¿Cómo te fue? Me imagino que bien, sino en vez de estar acá estarías en la cárcel pudriéndote como deberías – Me miró, completamente indignado, con una mirada furibunda. Intente sostenerle la mirada, pero la angustia me podía. Asique observé la textura de la caja, pasando un dedo por ella, sintiendo la rugosidad que esta tenía, buscando distraerme.

-Yo... No. Bueno... La verdad... – Analicé su rostro con una ceja alzada, estaba teniendo un ataque de nervios, conocía esas expresiones. Le estaba costando horrores hablar. De todas maneras, no tenía ni puta idea de que quería decirme. – Este...Tengo que. No. Debo que... Bueno...

Entorné mis ojos intentando adivinar, pero esa conexión que solíamos tener, ya no existía, no podía adivinar qué quería decirme, no podía leer su mente, bufé frustrado.

¿Did you still remember me?Where stories live. Discover now