freckles ; lee felix

8.

Al parecer la noche que salió con ella llegó muy tarde a casa, me enteré gracias al mensaje que me envió pidiéndome disculpas. Claro que lo contesté no permitiría que viera lo pérdida que estaba por él.

Trató de compensar aquel día con tardes a mi lado, prometió hacer lo que quisiera durante una semana. Justamente hasta el día de la fiesta.

La fiesta llegó. ¿Cómo debería ir vestida a una fiesta adolescente?. Pedí a una de mis amigas acompañarme a comprar un conjunto, después de tantas tiendas recorridas creo que encontré lo indicado para mi.

8:00 pm sonó el timbre avisandome de su llegada, sin aún ponerme mis zapatos corrí a abrir la puerta para invitarle a pasar.

—Hola —Sonreí al verle parado frente a mi. Su cara cambio por completo al verme. ¿A caso me veía tan mal? —Adelante pasa.

— Wow —Soltó sin decir más.
Tal vez mi mal gusto le había dejado sorprendido. Me siguió hasta mi habitación ya que debía terminar de arreglarme.

—Tu habitación es muy bonita —Se tiraste a mi cama observando todo el lugar.

—Gracias —Me agache para amarrar el cordón de mis zapatillas cuando el nudillo de mi blusa se desamarro haciéndome sudar. —Félix ¿Podrías ayudarme a amarrar mi blusa? —Asintió parándose detrás de mi. Tomó los cordones, sus yemas rozaban mi espalda haciéndo una corriente eléctrica subir por mi columna.
Sentía su aliento chocar contra mi cuello mientras hacías un bonito moño deseando que nunca terminaras.

—Listo, te esperó abajo —No voltee a mirar cuando salió, se daría cuenta lo roja que estaba gracias a él.

Tomó prestado el coche de su papá para poder llevarme. Todo el camino no hablamos, un silencio era reemplazado por una lista de reproducción. Aparcó fuera de la casa.

—Sinceramente tengo miedo de estar rodeada de tantas personas desconocidas— Reí incomoda rompiendo el silencio.

—No te preocupes, sólo trata de disfrutar el momento. Estaré a tu lado— Dió un apretón a mi mano tratando de trasmitirme confianza. Una gran sonrisa en su rostro me hacía creer que seria verdad.

Podía creer que me estaba haciendo una confesión pero no era el caso, en este momento no podía hacerme tontas ilusiones.

Asentí y bajé del auto siguiéndole para evitar perderlo en esta gran casa. Miraba por todos lados pero no encontraba a nadie con quien hablará antes. Todo estaba rodeado de los populares del institutos y muchos más de otros lugares.

Buena música amenizaba la noche, podía decir que tenía un buen ambiente. Sería una gran noche.

—¿Quieres algo de tomar? —Llegamos hasta la barra donde preparaban gran cantidad de bebidas creativas. —Hay mucho alcohol —Me lanzó un guiño tratando de convencerme.

—Sabes que no bebo.

—Siempre hay una primera vez para todo y que mejor que conmigo —Hizo un puchero tratando de hacerme caer pero no sedi.

—Mi primera vez terminará siendo contigo gracias a tus suplicas —Me atragante con mis propias palabras al caer en cuenta de lo que acababa de decir. Sus ojos se agrandaron para después estallar en risas ambos lo captamos de la misma manera.

—Una cerveza y una Coca-Cola por favor —Te volteó para ordenar sin parar de reír. Podía jurar que mi cara estaba más roja que un tomate. —Aquí está niña de la primera vez, disfruta tu Coca-Cola, terminarás cayendo —Contestó aún burlándose de mi. No me permitiría caer por ello.

Caminamos hasta un rincón del lugar donde bailamos algunos minutos al compás de la música hasta que su mirada fue perdida.

—Espérame aquí vuelvo en unos minutos —Divise alejarse hacía un grupo de chicos y una chica. Cierto era ellos, sus amigos y su magnífica novia.