18.

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Durante una semana evité a Felix a toda costa, no me sentía estable para enfrentarlo. Me llamo gran cantidad de veces pero todas las dejaba perder. Su interés por buscarme solo duro el fin de semana en el que me dejó plantada. El lunes al llegar al colegio el se encontraba junto a su amiga. Pasé a su lado y nisiquiera volteo a mirarme casi como dos extraños.
La enojada debería ser yo pero al parecer el está en su propio papel.

Mi mamá decía que me estaba deprimiendo demasiado. Solo salía para ir a la escuela, todo el tiempo estaba en mi habitación. Sin previo aviso mamá tocó la puerta y junto con ella entró Minho.

—Hija te traje a alguien a ver si tu ánimo sube —Lo dejó entrar y salió cerrando la puerta detrás de ella.

—¿Cómo estas linda? —preguntó sentándose aún lado de mi.

—No lo se Minho —Contesté  sin ganas. Hablaba seguido con el, lo puedo considerar como un mejor amigo. Desde que lo conocí se convertió en alguien indispensable.

—¿Quieres hablarlo? —Me acarició dulcemente la mejilla.
Yo solo asentí dejando salir algunas lagrimas. Era mucho lo que había guardado. Después de esa noche no volví a llorar, acumulé sentimientos y ahora estoy sacándolos.

Le conté completamente todo mientras me abrazaba tratando de reconfortarme.

—¿Felix es el chico que busqué en la fiesta? —Estaba tratando de encajar todas las partes en esta historia.

—Si, es él.

—¿Cómo se pudo atrever a dejarte así? —Se levantó haciendo puños sus manos. —Vamos a darle una cucharada de su propio chocolate.

—¿Qué? —Me levante exaltada.

—No le haré daño si eso te preocupa —Rió sentándose nuevamente. —Solo le haremos que se arrepienta de haberte dejado así.

—Está bien —No pensaba con claridad y sin dudar acepté.

Salí al centro comercial con Minho me apetecía comprar algo de ropa nueva para mi guardarropa. Dicen que después de una decepción amorosa lo mejor es llenar el vacío con lo que te guste y a mi me gustan dos cosas la comida y la ropa.

El compartir nuestro tiempo es algo muy placentero, me hace reír y correr por toda la plaza en busca de recuperar mi helado. Minho tropieza haciendo que helado termine embarrado en mi blusa.
En lugar de enojarme me hecho a reír, estábamos armando un gran show en medio de la plaza.

—Necesitamos comprar algo nuevo para ti nena —Se levantó sobando su trasero. —No puedes andar así por aquí —Rió señalando el desastre en mi. Me tomó de la mano jalándome hasta una tienda muy grande. Todo es muy bonito y en tendencia.

—Minho no es necesario —Sonreí.

—Claro que es necesario, yo manché tu blusa —Estaba concentrado buscando algo por lo cual cambiarme. —Una hermosura como tu no puede ir por ahí con una gran mancha rosa, sería una falta de respeto —Miraba a todo lugar tomando unas cuántas blusas muy lindas. Sus palabras habían logrado sacarme una sonrisa y hacerme sonrojar.

Me voltee para evitar que Minho se diera cuenta lo que había ocasionado, pero al parecer fue un error. Desde mi lugar podía observar a la perfección la zona de los probadores. Felix estaba sentado frente a ellos. ¿Qué hacía frente a un probador de mujeres?.

Sin decir ni una sola palabra me mantuve mirando, Minho estaba detrás de mi. Del vestidor salió ella.

—¿Cómo me veo amorcito? —Dio un giro modelando un vestido para él.

—Te ves muy linda —Me estaría volviendo loca pero juraba haberlo escuchado reír. Él sonreía junto a ella.

Minho notó lo consternada que estaba y me tomó por los hombros para después girarme.

freckles ; lee felix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora