Kenotsuke estaba limpiando las mesas con Cielo limpiando el piso cerca de él, alegando que estaba grande para hacer ese tipo de tareas. Con suerte lo dejaba pasar un trapo por alguna superficie.
La castaña sonrió al ver los pisos limpios y se fue a enjuagar el trapeador bailando por los pasillos. Suke sonrió de verla tan contenta y simplemente ordenó las últimas cosas que le quedaban por el lugar.
-Me quedaré haciendo unas cuentas, ve a dormir que mañana es un gran día. - dijo el mayor pellizcando las mejillas de la joven, que sonrió un poco.
-Mi cumpleaños no es ningún gran día, Kenotsuke. - la chica se fue por la cocina dejando al adulto negando con la cabeza.
Subió las escaleras con pesadez debido al cansancio del día y se dispuso a darse una ducha. Estaba preparando su ropa y las toallas al momento que su teléfono la alertó de que que había llegado al veinte por ciento de batería. Suspirando con el cabello suelto sobre los hombros, camino hasta su habitación tarareando en busca de su cargador. Revisó su bolso en busca del cable, pero al no encontrarlo se encogió de hombros buscado en su mesa de luz por si lo había guardado al llegar.
Sacó el cajón para buscarlo mejor pero no lo encontró. Se dió algunas palmadas en la frente por ser tan despistada y no poder recordar dónde demonios lo había guardado. Suspiró revisando su cómoda de ropa cajón por cajón, pero no apareció. Fue entonces cuando recordó que había cargado el teléfono en el baño antes de irse y que posiblemente había dejado el cable enchufado.
Tomó su abrigo y salió del piso rápidamente, corriendo escaleras abajo.
-Suke, olvidé el cargador en casa, iré a buscarlo, vuelvo enseguida...
-¿estás segura de ir? Puedes usar el mío. - Replicó el mayor sentado recto en su lugar.
-Si, sí, está bien, volveré enseguida. - la castaña dejó un beso en la mejilla de Kenotsuke en busca de darle tranquilidad.
La chica salió del restaurante con las manos en los bolsillos mientras tarareaba concentrada en su camino. Estaba animada a pesar de todo, por lo que decidió no pensar en algo que la pusiera triste. Y resultó, las primeras dos cuadras, porque al llegar al parque donde siempre paseaba con Seok Jin, sintió que el corazón se le iba a salir por la garganta.
De la camioneta, esa que ella veía allí a donde iba, bajó su padre, totalmente molestó, caminando hacia el edificio donde ella vivía. Era el, el mismo hombre que había estado en el restaurante, reconoció el abrigo color café claro y el sombrero a juego. Se sintió en pánico al ver que miraba a su alrededor, sólo para fruncir el ceño al verla en la vereda de enfrente.
Desesperada corrió dentro del parque lejos de aquel hombre y buscó el escondite que siempre usaba cuando jugaba a las escondidas con TaeHyung y los demás chicos. Era un pequeño espacio creado por dos arbustos altos, como todos los que conformaban las paredes del parque. Se agachó cubriéndose la boca mientras lloraba desesperada. Debió quedarse en casa de Kenotsuke, debió usar su cargador e ir al día siguiente con Nam a buscar el resto de sus cosas. Que estúpida había sido.
Es escuchó pasos cerca de ella, y deseo haber podido calmarse. Su padre la estaba llamando mientras avanzaba y se alejaba del lugar. Un ruido a lo lejos la salvó de ser capturada y vio por entre las hojas, como su padre se perdía entre los caminos del parque.
Rápidamente tomó su teléfono y llamó al primer número que le apareció, siendo Seok Jin, que contestó de inmediato. Se estaba riendo de algo cuando la saludó animado, pero todo se cortó al escuchar a la joven hablar en susurros nerviosos mientras lloraba.
-Jin el está aquí. Era el, el hombre de la camioneta era el, hoy fue al restaurante y no lo reconocí. Debes ayudarme...
-¿Dónde estas, Cielo? Se precisa. - pidió el muchacho mientras sus amigos llamaban a la policía simultáneamente.
-En el parque, en el escondite... - susurró la chica llorando. - No quiero estar sola Jin, perdón por salir sola. - sollozaba bajo, aún en su lugar.
-No digas eso, no había forma en que sepas que estaría ahí. - dijo Seok Jin agitado, debido a que había salido corriendo de la casa sabiendo que la policía estaba en camino. Llegó a la puerta del parque agitado y frenético. Entró rápidamente buscando el lugar del que hablaba la castaña, pero no hizo falta llegar tan lejos, ya que la vio aparecer por una esquina corriendo frenética mientras gritaba. Detrás venía un hombre mayor igual de rápido que ella, apuntando con un arma.
La muchacha corría detrás de Seok Jin que estaba agarrado de su mano, mientras las sirenas de la policía comenzaban a escucharse levemente, aún estaban muy lejos.
El chico se asustó cuando repentinamente la mano de Cielo ya no estaba con la suya. Se giró sólo para ver cómo el cuerpo de la joven era rodeado por los hombros por el brazo de su padre que besaba su cabello riéndose, mientras que su hija gritaba que se detenga.
Cuando Jin dió un paso adelante, el hombre preparó el arma sobre la cabeza de su hija, provocando que el muchacho se quede en su lugar totalmente tieso.
-Por favor, déjalo ir... - la voz de Cielo se escuchó muy baja, agotada.
Algo había producido en el hombre detrás de ella, que la miró enojado, cambiando el cañón del arma, ahora en dirección al muchacho que tragó pesado escuchando ahora un poco más fuerte las sirenas de la policía.
La chica gritó una vez más, desesperada mientras se revolvía en su lugar tratando de soltarse. Cuando escuchó el arma ser preparada sintió que su corazón se paró por un segundo.
-¡POR FAVOR! ¡ME IRÉ CONTIGO, NO VOLVERÉ A ESCAPAR, DÉJALO VIVIR! - Suplicaba la joven tratando salvar al chico que sólo la miraba con cariño y negaba levemente con la cabeza.
Las luces de la policía se reflejaba en los ojos de la chica, que respiraba agitada.
-Es un peligro para nosotros... Para mí... Algún día lo superarás, bebé...
Al decir aquello, su padre apretó el gatillo. Con un brazo, Cielo golpeó el arma de su padre y lo pisó con fuerza. El mayor la soltó mientras le gritaba todo tipo de insultos. En cuanto cayó en la cuenta de que los uniformados ingresaban al parque, salió corriendo de allí regalando una mirada a su hija, que la dejo helada. Estaba sonriendo cínicamente mientras miraba algo detrás de ella.
Nuevamente su corazón había dejado de latir correctamente al girarse y ver a Jin encogido sobre su cuerpo sosteniendo su brazo adolorido. Cielo se tiró al suelo frente al muchacho, sosteniendo su rostro sin dejar de preguntarle si estaba bien mientras lloraba.
-Cielo, cálmate, ya me duelen las mejillas. - soltó el mayor mientras con una mano ensangrentada, acariciaba la de la chica que aún descansaba sobre su rostro.
-Ven, un médico tiene que revisarte. - La chica lo ayudó a levantarse pasando su brazo por la cintura de Jin.
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Worldwide Handsome ~ Kim Seok Jin
Short Story¿Hasta qué punto puedes escapar? Es una historia corta que se me ocurrió por escuchar musica en el auto, no aseguro su seguridad mental, chicas. Ya lo saben, no se aceptan ni copias ni adaptaciones. Respeten el trabajo de otros.