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  Cielo cerró la puerta de su departamento con llave, pero se vio interrumpida en su caminó al trabajo cuando observó que la puerta del departamento de JiSuk estaba abierta. Se acercó sabiendo que nunca dejaba la puerta abierta y asi evitar que los drogadictos le robaran la droga que vendía, y casi suelta un grito cuando vio el cuerpo de su vecino ensangrentado en el suelo. Una botella rota en el suelo cubierta de sangre había sido de arma contra el tipo, que ni siquiera había terminado de entrar del todo al departamento.
  A Cielo le costaba acostumbrarse a la muerte en ese edificio. Cada cierta cantidad de días, alguien moría por algo, ya sea sobredosis o asesinato de narcos, pero no se esperaba encontrar a un vecino en ese estado, ni siquiera a alguien tan despreciable como JiSuk. Algo alterada, llamó a la policía para dar aviso, y en cuanto llegaron para hacerse cargo del cuerpo y la dejaron libre, se fue a trabajar.
  Estaba por contarle a Kenotsuke lo que había pasado cuando entró, hasta que vio que había clientes. Rápidamente ayudó a su jefe comenzando con la típica rutina. En cuanto tuvieron un momento de descanso, el hombre se acercó a ella con un sobre en mano.
-Este es mi regalo por tu cumpleaños. - Aclaró el mayor viendo la cara de incomprensión de la chica.
-Sabes que no era necesario nada, con aumentar mi sueldo era suficiente. - la chica guiño un ojo a su jefe abriendo el sobre. Se encontró con una entrada para un concierto... Uno de BTS.
  Soltó un grito, mirando a su mayor.
-¿Qué se supone que haga yo con esto, viejo loco? - inquirió la castaña queriendo ocultar que estaba emocionada de ir a ver a los chicos que su hermana tanto amaba.
-Ir a gritarle a ese chico tan apuesto que te pida matrimonio en primera fila, niña irrespetuosa, ¿qué más si no? No que siglo veintiuno, pues ve y pídeselo...
-Que cosas que se te ocurren, Suke. - Dijo la castaña guardando la entrada en el sobre.
-Se que irás porque gasté mucho en eso, así que ahora ve a ponerte bonita y pasa una linda tarde. - Su jefe palmo su espada mientras iba a la cocina.
  La chica salió corriendo del local con una sonrisa, y condujo en moto hasta su departamento, en donde se puso ropa cómoda. Sosteniendo su cabello alto, se agachó junto a su cama y sacó una caja de debajo de esta. La abrió siendo recibida por los recuerdos de su familia, los pocos que aún le quedaban.
  Entre ellos una ARMY bomb.
Casi podía verse con tres años menos, llorando en su cama abrazada a sus piernas, con miedo de que su padre la fuese a buscar a su habitación para jugar con ella "al papá y a la mamá". SunHe la había llamado en la oscuridad preocupada, sentándose muy recta.
-¿Por qué lloras, Onee? - Su voz aguda y suave, la había callado en sus lamentos.
-Nada, Sun, vuelve a dormir. - había contestado.
- Nadie llora porque si, ¿a qué le tienes miedo?
-A la oscuridad.
Nunca admitiría que le temía a lo que sucedía en la oscuridad, no podía.
- Pero ya eres grande para tenerle a la oscuridad, Onee. -  Aunque la niña simplemente prendió su ARMY bomb, la que su madre le había comprado con tanto esfuerzo, y se la entregó a su hermana, que la recibió frotándose los ojos. - Úsala cuando tengas miedo, su luz tan bonita te recordará a los chicos y a mi, y entonces no tendrás más miedo. Ahora descansa, y deja de moquear, ruidosa. - SunHe había besado la mejilla de su hermana y le había entregado su posesión más preciada sin siquiera dudarlo.
  Y realmente Cielo le había dado un gran uso, esa misma noche, cuando decidió escaparse de su casa luego de que el cerdo de su padre la tocara. Había guardado todo en un bolso y su mochila, con la que saltó por la ventana de su habitación y escapó en la oscuridad de la noche para tomar el primer autobús que se le cruzara. Con el poco dinero que había logrado ahorrar, había escapado de ese horrible lugar, y había vagado por Japón, buscando como desaparecer de una vez por todas, trabajando en algún que otro lugar, ya sea lavando platos, o llevando las compras de gente mayor. Había dormido en la calle, o en donde tuviese lugar, sin importarle mucho a quien se cruzara en su camino, teniendo que aprender a estar sola y a huir.
Justo cuando creyó que no podría ser mejor, que no sería feliz, cuando pensó matarse por primera vez en su vida, conoció a Suhasta Kenotsuke, un hombre que se estaba por mudar a Corea del sur para emprender su negocio, un restaurante de comida japonesa. La había sacado de las vías cuando la vio esperando ser arrollada, le había gritado por lo que estaba pensando hacer y luego, al verla llorar desconsolada, le había comprado un helado y un pasaje con el, alegando que necesitaba una repartidora. Cielo jamás entendió por qué Kenotsuke la había ayudado, en qué podría haberle cambiado a él la vida si la hubiese dejado matarse en esas vías de tren, además de quizá retrasar su viaje. Así y todo, ella viajó con el, y vivió con el hasta que pudo comprarse su motocicleta y rentar su propio departamento, incluso aunque Kenotsuke no estuviese de acuerdo en que se independizara tan rápido.
  Ahora estaba a punto de ir a un concierto utilizando lo único que la había salvado tanto tiempo de su tristeza. Se limpió las lágrimas tomando su mochila, la misma que había llevado al escaparse, y se fue hacia ese concierto, decidida a que estaba agradecida de esa oportunidad y que si algún vez volvía a ver a su hermana, le contaría cuán hermoso había sido.
  Condujo en motocicleta, la estacionó y espero en su fila en el estadio. En cuanto llegó el momento de entrar, cortaron su entrada y la dejaron pasar al mar de gente frente a ella. Caminó por los pasillo impresionada por la inmensidad de aquel estadio, con tan increíble arquitectura. Llegó hasta su lugar, delante de todo, y se sentó para aguardar mientras el lugar se llenaba.
  Su celular vibró. Un mensaje de Seok Jin la sorprendió por la coincidencia, pero decidió  no decirle donde estaba y habló con el como si nada. El chico estaba nervioso, se lo había dicho, y ella no había perdido el tiempo en decirle que lo había visto ensayar lo suficiente para saber qué no subiría a hacer el ridículo. Las luces se apagaron luego del último mensaje deseando suerte al chico, y sintió una emoción repentina dentro de su cuerpo. El mar púrpura brillaba por completo, por lo que ella no se privó de usar su ARMY bomb cuando Boyz With Fun abrió el concierto. Cielo no sabía cundo había empezado a gritar y cantar, medio bailando con las demás chicas mientras aplaudían.
  La canción terminó, y los chicos se pararon en el frente todos juntos a saludar. Seok Jin brillaba como siempre, y Cielo creyó que le bajaba la azúcar cuando anunciaron que iban a cantar las dos canciones nuevas de su álbum en japonés. La chica gritó agitando su lightstick como si su vida dependiera de ello, y cuando las voces de sus siete favoritos le llegó a los oídos, estaba explotando de la emoción.
  Cuando la mitad del concierto llegó, nuevamente los chicos paseaban por el escenario hablando, descansando, tomando agua. Seok Jin entonces la vio sentada delante mientras saludaba a las ARMY's en las primeras filas. Cielo le sonrió haciendo un corazón con sus brazos que provocaron una sonrisa tímida del muchacho. Las canciones continuaron y el show llenó de orgullo el pecho de la castaña, que no dejó de cantar por nada del mundo, al menos hasta que se acabó y salió del recinto totalmente exhausta.
  Inmediatamente condujo hasta el restaurante a contarle todo gritando a Suke, que la recibió con comida. La castaña no paraba de gritar emocionada por todo el local, siendo observada por su sonriente mayor que estaba comiendo galletas detrás del mostrador. Cielo estaba tan emocionada y acelerada, que puso música y bailó por todos lados limpiando las mesas y el piso al ritmo de las canciones que sonaban. Estaba gritando y saltando con una escoba en mano cuando la puerta se abrió con el ruido de las campanas. Kenotsuke observó con atención como Seok Jin y sus amigos observaban a Cielo cantar y bailar concentrada haciendo algunos pasos extraños, hasta que se giró a buscar el trapo para una mesa y soltó un grito sorprendida.
  Los siete chicos se largaron a reír del susto que se había dado la chica mientras abrazaba todavía la escoba.
-¿Qué hacen aquí? Deberían estar descansando. - Cielo no sabía dónde dejar las manos mientras hablaba debido a los nervios y la vergüenza.
-No se puede dormir con hambre. - Dijo YoonGi mientras tomaba asiento junto con los demás.
-Ya sale la especialidad de la casa muchachos. - avisó Kenotsuke metiéndose en la cocina.
-Ese viejo, podría haberme avisado que estaban afuera y me ahorraba el papelón. - pensó en voz alta la joven. Lo que provocó más risas entre sus amigos.
-¿Qué te pareció el concierto? - Inquirió JiMin comiendo pan.
  Ese fue todo el pie que la muchacha necesitó para volver a hablar hasta por los codos sobre todo lo que había visto, y que le había parecido. No paraba de apretar el brazo de Joon totalmente emocionada, pero el chico no se quejó mientras se reía por la actitud de la joven.
-Es la primera vez que escucho tantas cosas lindas viniendo de ti - agregó Kenotsuke dejando la comida sobre la mesa y dando palmadas sobre la cabeza de la chica, que frunció el ceño.
-Puedo ser muy aduladora cuando quiero, y decir cosas bonitas también, sólo que todavía no habías tenido en placer de escucharme. - Recriminó la joven cruzada de brazos, y Jin fue el primero en reírse, ganándose también una mala mirada de la castaña.
  Comieron entre charlas banales, divertidas, disfrutando del manjar frente a ellos, dejando de lado la vida de famosos, sino siendo simplemente ellos. Las risas no pararon hasta que seis de los chicos decidieron irse a casa a dormir. Seok Jin iba con Cielo hasta su departamento, empujando la motocicleta como todo un caballero. En cuanto estuvieron frente a la puerta del departamento, Jin observó la puerta del departamento al final del pasillo con cinta de policía.
-¿Qué pasó? - inquirió el chico señalando lo que miraba.
Cielo resopló antes de hablar.
-Mataron a mi vecino, se sospecha, por no decir que se sabe, que lo mataron sus enemigos de la mafia. - La muchacha se encogió de hombros lista para terminar de abrir la puerta. - Es algo común en este lugar de mala muerte...
-Ven a casa entonces, no deberías estar viviendo en este lugar. No creí que fuera tan malo...
-Ya se lo dije a Nam después de cenar la otra noche, vivo aquí hace suficiente tiempo como para saber cuidarme sola...
-¿A Nam? - repitió Seok Jin, como si eso fuera todo lo relevante de lo que acababa de decir. - ¿Cenó aquí?
-Si, a Nam, me trajo la comida, y lo invité a quedarse, así me enteré de que estos días ibas a estar ocupado con las fechas del concierto...
-¿Lo invitaste a comer? - Jin parecía muy confundido ante los ojos de la chica.
-Kim Seok Jin, ¿Estas jugando con mi paciencia o eres idiota? - Inquirió la castaña algo molesta.
-¿Por qué lo invitaste a comer? - inquirió de repente el chico, aunque se arrepintió de proferir aquello. No quería admitir que estaba celoso.
-Será porque soy una mujer adulta e independiente que comparte su cena con quién se le antoja, quizá. - Cielo tenía el ceño fruncido.
- Claro. - musitó entre dientes el de pelo oscuro, y simplemente se fue de ahí murmurando un buenas noches.
  Cielo observó la espalda del chico confundida por su actitud y entró a su departamento dando un portazo.
  En la puerta del edificio, Jin se frotó el rostro y el cabello, irritado, sintiéndose un idiota por su actitud, pero también por no decirle a Cielo que le gustaba, incluso siendo tan odiosa esas últimas semanas que habían pasado juntos.
Por un momento pensó que era lo mejor, realmente, los quince días habían pasado y su padre no había aparecido. Todo indicaba que estaba a salvo, y quizá todo eso era indicio de que debían seguir cada uno su camino.
  Miró la entrada meditando que hacer, si ir a golpear su puerta y decirle que era un idiota, explicar sus sentimientos, pero desechó aquello idea, caminado por la acera  nervioso y entristecido.

Worldwide Handsome ~ Kim Seok JinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora