Cap 3

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De un momento a otro los disparos cesaron y el alma me volvió al cuerpo. Sea como sea no quiero partir de este mundo todavía, tengo cosas pendientes por hacer y deseos por cumplir.

—¡se fueron! se escaparon, ¡maldita sea! —Grita Frank al lado del auto y los cinco hombres que cuidaban el edificio se acercan a paso rápido a nosotros. Giro el rostro buscando a mi padre y lo veo levantar la cabeza y sus ojos temerosos se encuentran con los míos.

—¿Estás bien? ¿No te pasó nada? —pregunto nervioso por su respuesta, mi papá ha sido mi única familia siempre, a pesar de tener dos hermanos más, nunca estuvieron presente en mi vida; sólo él.

—Estoy bien, estoy bien. Ya pasó, gracias a Dios.

—ya pasó el peligro señores, esos malditos se escaparon. Debemos estar más alerta, pero ahora esos desgraciados saben que este lugar está resguardado. —dice Frank eufórico por lo que acababa de suceder.

Me levanto y ayudo a mi papá a hacerlo. Es un señor de mas de sesenta años, mi padre y mi madre al mismo tiempo. Lo único que tengo que reclamarle es ser tan ingenuo y casarse con esa mujer, pero su trabajo fue bien hecho conmigo, como casi todo lo que él hace. Casi.

—¿No hay nadie herido? —pregunto y todos niegan con su cabeza y diciendo un firme «no señor»

—lo mas seguro es que mas de alguno se fuera herido. Los disparos fueron certeros. —dice el jefe del nuevo equipo de seguridad.

—buen trabajo, alertas siempre. ¡No hay que bajar la guardia! —digo halando las solapas de mi traje y entrando al auto junto a mi padre.

—corres peligro Christopher ¿no crees que deberías desistir con ese caso? —dice mi papá viéndome fijamente y con su ceño visiblemente fruncido.

—¿Qué? Que cosas dices papá, nunca. Falta poco para que llegue el juicio, son solo manotadas de ahogado. El tipo ese quiere intimidar y callarnos, pero conmigo no podrá, nadie se mete con Christopher Uckermann sin pagar las consecuencias.

—¿A su casa señor? —pregunta Frank viéndonos por el espejo retrovisor.

—a Cipriani, los planes no me los va a cambiar ese imbécil. —digo esquivando la mirada dura de mi padre, no me voy a dejar amedrentar por un estúpido que por sus malas jugadas está a punto de refundirse en el infierno. Las pagará y sabrá con quien se ha metido.

La cena con mi padre fue muy animada, ni él, ni yo volvimos a tocar el tema del ataque y de su mujer. Nos pusimos al día de varias cosas y como van sus empresas en el extranjero, las que manejan mis hermanos por supuesto. Mi relación con ellos no es muy buena, es casi nula.

Me culpaban de la desgracia de nuestro padre, cuando mi mamá lo abandonó por otro hombre que se la llevó al extranjero mi papá cayó en un estado depresivo por su abandono, no me querían porque yo era el recuerdo de esa mala mujer y de lo que hizo a la familia, la muy cínica no se fue con las manos vacías, le robó a papá, no todo lo que quiso pero si todo lo que pudo.

Me culpaban siendo tan solo un niño de siete años, sin saber que yo también sufrí.

Mi padre se había marchado en la mañana no podía descuidar la empresa, se había molestado conmigo cuando le dije que se fuera cuanto antes y que le deseaba que sus bienes todavía se encontraran a su nombre a su regreso. Lo hacía por molestarlo, aunque en el fondo es mi temor.

El está enamorado y tengo la certeza que ese matrimonio va por mal camino.

Mi auto aparca frente al edificio y un nuevo día laboral se presenta, tengo buenas expectativas para hoy.

Jugada Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora