Cap 6

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Lo que mas me molesta es que mis planes cambien a último momento y lo que lo hace peor es que no los cambie porque que yo quiera, si no, porque alguien más me obligue a cambiarlos. Me siento molesto, furioso, colérico. Primeramente ese imbécil me arruina el polvo con mi sexy colega y mi fin de semana en el Edén, sexo con mujeres hermosas y dispuestas a todo.

Frank dice que será peligroso andar por ahí con ese tipo fuera, es un peligro no solo para mi, si no para todos los que alguna vez nos metimos con él mientras estuvo recluido. Pero yo insisto en que no creo que sea tan estúpido de estar cerca cuando la policía lo busca hasta debajo de las piedras. Lo más seguro es que esté lejos en este momento.

Pero prefiero esperar a ver si hay alguna reacción de parte suya, no soy el único que me metí con él. Pero él también debe cuidarse las espaldas.

—Christopher, ¿no piensas salir esta noche? —pregunta Juanita dejando la bandeja con el té y unas galletas de chocolate en la mesa central de la sala de estar.

—No, Juana. ¿Por qué? ¿Acaso te incomoda tenerme aquí? —pregunto aún sabiendo la respuesta. Esta mujer se comporta como una mamá, talvez sea la ausencia de hijos en su vida pero su afecto hacia mi es mucho.

—Por favor, claro que no. ¿cómo piensas eso? Esta es tu casa, no tendría derecho de decirte eso. —se ríe y se sienta frente a mi—. Solo es raro que te quedes en casa un fin de semana en la noche.

Me encojo de hombros y tomo la taza de té con una galleta. —están sabrosas. —digo masticando una galletita, esas que son su especialidad.

—¿Por qué hay tanta seguridad en esta casa ahora? Me parece que te estás excediendo.

—no, —digo moviendo mi mano, mientras limpio alrededor de mis labios con una servilleta, trago—. Para nada Juana, es muy necesario. Tengo problemas y la seguridad no solo es necesaria para mi, si no para los que me rodean.

Ella sonríe y yo la observo expectante. No debería sonreír en un momento donde le cuento que corremos peligro, en cambio ella lo hace y puedo decir que en su mirada hay mucha ternura.

—eres un buen hombre Chris. —dice levantándose y palmeando mi hombro, regalándome una sonrisa dulce.

—¡Juana! —grito fingiendo molestia, pero ella ya ha cruzado la puerta y la pierdo de vista, en realidad me divierte que siempre me lleve la contraria. No soy un buen hombre, tal vez un día lo fui y se burlaron de mi. Ya no más.

El silencio de la noche no me parece reconfortante como siempre, es incómodo y molesto. El único sonido que se escucha es un grillo que canta algo lejos, talvez esté en el, jardín.

Giro y giro en mi cama, buscando caer en los brazos de Morfeo pero se me hace imposible, mi cabeza da vueltas y pienso mucho y a la misma vez no pienso nada. —¡Aahh! —grito desesperado, no puedo dejar de pensar en Dulce. Ya ni siquiera pienso en Ferreti. Solo deseo que alguien lo encuentre y que su final no sea muy bueno precisamente.

Pero Dulce, no logro sacarla de mi cabeza, giro sobre la cama quedando boca abajo, meto mi cara en una almohada y suspiro. Cierro los ojos y recuerdo el olor de su piel. Dulce y exquisito como toda ella, pero su humor es agrio y divertido al mismo tiempo. Ella es una combinación interesante, su carácter es desafiante. Quizá esa sea la razón que me hace desearla, no se intimida ante nadie, me recuerda a mi, solo por eso la aguanto.

La sensación de mis dedos dentro de su piel no se va de mi. Como deseé hacerla mía completamente, penetrarla hasta lo más profundo de su ser y llenarla de mi pasión, embestirla salvajemente sobre esa encimera y hacerla gritar de placer. Partirla en dos y hacerla correrse en mis brazos y a mi alrededor. Pero no pasó nada, ¡nada! Y eso es lo peor.

Jugada Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora