Cap 9

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Mis brazos rodean su suave cuerpo y ella se acurruca contra mi pecho, suspira hondo y levanta su rostro para verme. Se que piensa en lo que pasó anoche y no quiero volver a enojarme por eso. Necesitamos dar con el paradero de esa rata, todos corremos peligro.

Solo espero que los policías actúen bien y sepan aprovechar la oportunidad de haber capturado gente que trabaja para él, para lograr rastrearlo.

Le sonrío y ella hace lo mismo, se ríe suavemente y muerde su labio inferior. Es una risita traviesa que lo único que me provoca es comerle a besos la boca. Me acerco a ella y la beso apasionado y saboreando la dulzura de sus labios, reconociendo su sabor y su textura. He descubierto que besarla es algo que disfruto realmente y plenamente, como un gusto exótico.

Sus manos se enredan en mi cabello y mis dedos se aferran a sus caderas, pegándolas contra mi cuerpo, meto mi pierna en medio de las suyas y las separo, llevo mi mano derecha a su entrepierna y está húmeda y caliente nuevamente. Gime contra mis labios al sentir mis dedos deslizarse por su hendidura, acariciándola con delicadeza. Es que nada me provoca esta mujer mas que tratarla como si fuera de porcelana.

Acabamos de tener sexo y ya estoy duro nuevamente, dejo su perfecta feminidad para centrar mi atención en todo su cuerpo, hago que se acueste por completo en la cama y me hinco frente a ella. Observando la perfecta escultura de su cuerpo. No se inmuta que la observe de esta manera lujuriosa, como la primer vez que la vi así, parece no avergonzarse de su desnudez, disfruta de su sexualidad libremente por supuesto; por eso frecuenta ese lugar.

Una punzada de celos ataca mi pecho y pensarla con otros hombres me revuelve el estómago. «No es mía, ni yo suyo» me digo mentalmente y de nuevo fijo mi concentración a su cuerpo desnudo que se encuentra expuesto ante mí y solo para mi. Con la yema de mi dedo índice toco la punta de los dedos de los pies y recorro un camino ascendiendo lentamente.

Ella ronronea y gime al posar su mirada sobre mi erección. Se arquea al sentir mi dedo viajar por la parte interior de sus piernas, pasando pícaramente por su húmeda hendidura y sigo  dejando el rastro de sus secreciones por su estómago, cuando llego a sus senos con una mano pellizco un pezón y ella se arquea.

El celular de Dulce suena dentro de su bolso y ella se sobresalta al escucharlo. ¿Quién será el inoportuno de llamar a esta hora?

–Tengo que atender, lo lamento. —pide levantándose de la cama y agachándose un poco tomando su bolso. Dándome una perfecta vista de su trasero, firme y redondo, gruño y me tiro sobre la cama.

Me hace una seña con la mano para que la espere un momento y se mete al baño, cierra la puerta tras ella. ¿Será su esposo? No. No sé por qué sigo pensando que es casada cuando es obvio que no. Pero siento que ella tiene un compromiso con alguien. No es libre como aparenta ser.

Luego de varios minutos sale del baño y su cara transmite frustración.

—¿Te vas Dulce? —pregunto una vez que está frente a mi y me siento sobre la cama cubriéndome con la sábana.

—¿Ya me tuteas Christopher? —dice apartando la sábana de mi cuerpo y sentándose a horcajadas sobre mi.

—Entre nosotros ha pasado demasiado como para seguir con formalismos. —respondo llevando mis manos a su trasero acariciándolo con ansias. Estrujándolo y ella empuja su cadera rozando nuestros sexos.

Muero de ganas por preguntar quien la llamó pero estoy consciente que eso no es de mi incumbencia y ella me mandaría derechito a la mierda. Si algo he aprendido de Dulce es que su genio es tan cambiante que es casi impredecible.

—si. —Dice y suspira fuerte antes de seguir hablando—. Tengo que marcharme, cosas familiares. Pero necesito más de ti, hazme tuya Christopher, pero duro y sin consentimientos.

Jugada Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora