Cap 7

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El doctor revisa al cachorro mientras yo estoy sentado en el sofá de la sala de estar y mientras Dulce me espera en mi despacho, no quiero verla por eso le pedí a Juana que la llevara ahí. Ojalá el veterinario se tarde mucho y ella se marche cansada de esperar.

—muy bien señor, ya está. Le aseguro que con esto en unos días estará mejor. Nada era tan grave, con buenos baños, buena alimentación y revisión constante estará como nuevo.

—Muchas gracias doctor, ya mismo le hago llegar su cheque. —digo con un apretón de manos, tratando de retrasar su partida.

—no hay de qué, gracias a usted por ser tan buena persona con los animales. —expresó él palmeando mi hombro y saliendo por la puerta frontal.

Empiezo a toser y Juana a paso rápido se acerca a mi con un vaso lleno de agua.

—yo me encargo del cachorrito ve a atender a esa muchacha, demasiado la has hecho esperar. Pareces un niño caprichoso.


Entorno los ojos al escucharla. —mucho cuidado con Yeti, eh Juana.

—que tierno eres Christopher, hasta nombre le pusiste ya.

—¿no te gusta? Muy bien, para ti seguirá siendo ¡un husky siberiano! —Grito perdiéndome por el pasillo que me lleva a mi despacho.

Respiro profundo cuando pongo mi mano en el pomo de la puerta, pero ésta se abre con tanta fuerza que me tira hacia el frente, pegando mi cuerpo contra el de ella y sin poder controlar mi equilibrio, ni ella el suyo, caemos juntos al piso, yo sobre ella.

Sus ojos me miran con diversión y molestia al mismo tiempo. Observo la comisura de sus labios curvarse un poco hacia arriba, lleva un labial rosa y una ganas inmensas de besarla se apoderan de mi. ¿Por qué? Nunca beso a una mujer, tengo años de no probar otros labios, sin embargo con ella todo es diferente. Todo se me antoja.

—señor Uckermann levántese. Siento que me asfixio. —pide empujando mis hombros hacia atrás.


Me estoy quemando por probar sus labios, arde el deseo que siento de saborearlos y saber a que saben. Tal vez si ella lo hace no sienta culpa de ser débil, lo que sea pero lo necesito. Pongo las palmas de mis manos en el piso y con mi pie tiro la puerta cerrándola.

—si me besa me levanto. Todo tiene un precio señorita Espinosa, nada es gratis. —digo poniendo un poco mas de mi peso sobre ella. Sonrío al escuchar un gemido salir de sus labios.


—todo tiene un precio y usted va a pagar por ser un asqueroso patán. —lanza con desprecio al tiempo que levanta su rodilla estampándola contra mi entrepierna.

—¡Mierda! —afortunadamente la presión de mi cuerpo contra el suyo no le permitió moverse con mas libertad y emplear mas fuerza. Pero duele, mucho. Me quejo del dolor y aún así resisto y no me aparto de ella.

Meto una mano bajo su cuello, levantándola y acercándome a ella. Sus ojos brillan, pero hay dudas en ellos, lo desea y no quiere admitirlo. Eso parece.

—no, no, no, no. No se le ocurra besarme o esta vez si lo golpearé más fuerte, prometo dejarlo sin descendencia. —dice removiéndose bajo mi cuerpo, Me causa gracia su amenaza pero no quiero sexo de ella, no quiero nada, solo probar sus labios. Nada más.

Me acerco a ella lentamente y su respiración choca con la mía, puedo sentir su pecho moverse contra el mío y mi meta está cada vez mas cerca. Pego mi nariz con la suya y puedo sentir como nuestros labios se rozan es casi imperceptible pero yo lo siento claramente.

Jugada Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora