El calor asciende poco a poco, la temperatura de nuestros cuerpos aumenta con cada beso, cada toque, con cada roce de nuestros dedos sobre la piel del otro. Mis labios se mueven al compás de los suyos, es un baile erótico y candente. La sangre me hierve por dentro y se concentra en un solo punto, estoy tan extasiado que siento que pienso en muchas cosas y a la misma vez tengo el cerebro en pausa. Mis manos se introducen dentro de su vestido y acaricio sus piernas que tiemblan a mi tacto. Una de sus manos masajea mi cabello y la otra acaricia y aprieta mi erección.
—Te deseo, gatita, te deseo tanto. —expreso mordiendo su cuello, succionando levemente su piel, mis manos viajan a su trasero y lo estrujo con fuerza, gime haciendo su cabeza hacia atrás e intenta meter su mano dentro de mi pantalón pero no se lo permito, gruñe en respuesta y me muerde la mandíbula, clava sus dientes en mi piel y ahogo un gemido traicionero.
—Gatita mala. —lamo sus labios ávido y estampo mi mano en su trasero, gime y tira de mi cabello hacia atrás dándole espacio para devorar mi cuello, sus manos rápidas sacan de mi cuerpo la camisa, sus besos húmedos recorren mi pecho, lame mis pezones y me hace gruñir como animal salvaje, meto una mano dentro de su braga y la humedad de su sexo impregna mis dedos, gime y vibra parada junto a esa mesa, pegadita a mi cuerpo que desea lo mismo que el suyo; sexo, mucho sexo.
—Castígame. —Dice ronroneando y recuesta su pecho sobre la mesa, justo al lado donde está el gigante arreglo floral, lo tomo en mis manos y lo pongo en la mesita central de sala de estar. Tomo una rosa roja y camino a zancadas hacia ella. Me mira por sobre su hombro y sonríe maliciosamente levantando su vestido, pícara y seductora, su trasero está a mi vista y esa diminuta braga que no le cubre nada me acelera más el pulso. Deslizo mis dedos sobre sus pliegues húmedos, haciendo un lado lo que se interpone entre lo que quiero y lo que puedo. Gime al sentir su humedad recorrerle por las piernas al sacar su ropa interior y rozarla con mis dedos húmedos.
Enderezo su espalda y saco el vestido de su cuerpo, su espalda torneada y tersa me estremecen, la curva de su trasero se alza hacia mi y pego mi pelvis contra él, meneándome sinuoso haciéndole sentir lo que emocionado que estoy. Paso la rosa por sus hombros y observo como su piel se eriza, aparto su cabello sobre su otro hombro y beso delicadamente su espalda. Con la rosa rozando su cuerpo descendiendo lenta y pausadamente, acaricio sus senos, tiro de su pezón erecto y sus gemidos son melodía de ángeles para mi.
—Te castigaré a mi manera, tanto, hasta que mi alma que arde en llamas se consuma con la tuya que danza en el paraíso. ¿Quieres bajar tú o puedo subir yo? —la rosa llega a su trasero y desciende hasta sus labios, rozo sus pliegues y siento como tiembla, pongo una mano en su espalda, manteniéndola recostada evitando que se gire en busca de lo que quiere, maldice a gritos y solo sonrío sabiendo que está loca por más, acaricio su entrepierna con la delicada rosa mientras mi otra mano se estrella en sus nalgas una y otra vez.
—Por favor, por favor. ¡Hazlo ya! —Pide viéndome por sobre su hombro mordiéndose el labio inferior, sus mejillas están rojas y sus labios también, una fina capa de sudor cubre su frente y siento que voy a acabar antes de empezar. Su cuerpo da pequeños brincos cuando dejo la rosa a un lado e introduzco un dedo en su interior, sus manos traviesas viajan a mi cierre y a como puede lo baja, mete su mano y empieza un movimiento exquisito.
—No hagas eso. —jadeo cuando su mano me masturba con más ímpetu, mi dedo se mueve imperioso dentro de ella mientras gemimos en unísono y siento caer al vacío—. ¡No puedo soportarlo más!
Giro su cuerpo y bajo mis pantalones, me quito los zapatos en un segundo y en otro saco la ropa que estorbaba de mi cuerpo. Su pecho sube y baja y con sus manos apoyadas en la mesa echa su cabeza hacia atrás, sus labios están entreabiertos y pequeños ronroneos salen de sus labios. Hermosa. Me acerco nuevamente a ella y siento sus suaves y dulces senos apretarse contra mi pecho sudoroso. Beso y muerdo sus labios y aplicando un poco de fuerza la siento sobre la mesa, me coloco entre sus piernas y por sus caderas tiro de ella para acercarla a mi.
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Jugada Del Destino
FanfictionCada circunstancia de la vida contribuyeron a hacerme el ser que soy ahora. Por culpa de las dos mujeres que más amé en la vida y que luego se convirtieron en mis demonios, me hundí en éste, mi infierno. Pero no me arrepiento de nada, pues, en medio...