Miré la lista. Esa jodida lista. Sólo tenía los dos deseos que escribí cuando me encontré el papel.-Taehyung, es en serio. Sólo te quedan cinco días- dijo Yoongi tumbado en el sillón.
-Ya te he dicho que no tengo prisa, me importan una mierda los deseos.
Yoongi puso los ojos en blanco.
-Creo que todo el mundo ya sabe que la lista y los deseos te la sudan, pero es lo que hay Tae. No quiero que muer...
-¡Joder Yoongi no voy a morir!- le miré serio, esperando que captara mi enfado- hemos hablado de esto millones de veces.
-¡Porque no me haces puto caso!- se levantó del sillón y me encaró. Era más bajo que yo pero el tío intimidaba.
-Será mejor que te vayas... no quiero volver a discutir.
Yoongi arrugó la nariz y cogió su chaqueta.
-Voy a estar con mi novio, no me llames.
Suspiré al escuchar el portazo que dejó al irse. En el fondo tenía razón. Me quedan cinco días para completar los deseos. Leí los primeros de la lista.
"Tener un gatito"
"Probar todos los helados de mi heladería favorita"Eso es lo que pasa cuando te encuentras la lista que no tendrías que haberte encontrado a los diez años. Si la estúpida cuidadora hubiera puesto el papel en un escondite mejor, ahora no tendría que coger una bola de pelos y comer helado hasta vomitar. Normalmente los padres tienen que encargarse de que sus hijos tengan suficiente edad para escribir unos deseos razonables y adecuados para cumplirlos. Pero, ¡ups! No tengo padres para hacer eso.
Así que encontré la lista y escribí esas gilipolleces.
Cansado, cogí mi chaqueta de cuero y conducí en mi coche hasta la heladería que solía ir cuando estaba en el orfanato. Intentaría cumplir un deseo, solo para ver contento a Yoongi.
Recordaba la dirección, pero la heladería ya no estaba. En su lugar había una cafetería con mala pinta. Pero aún así entré. Sólo habían dos hombres sentados charlando y jugando a las cartas y el dueño del local, fumando mientras jugaba con ellos.
-¿Buscas algo muchacho?- me preguntó el dueño.
-Esto antes era una heladería, ¿no?- le pregunté al hombre.
Este me miró interrogante para luego darle una calada al cigarro.
-Sí, lo era. Era de un antiguo amigo mío, ¿por qué?
-Necesito los helados que él hacía.
El hombre se rió de manera despectiva y con burla.
-¿Y qué quieres que haga? ¿Que devuelva a la vida a ese desgraciado? No puedo hacer nada por ti niño, así que si me disculpas, voy a seguir machacando a estos.
Los otros dos hombres se quejaron y el dueño volvió a la partida. Me senté en una silla de la barra a pensar cuando uno de los hombres gritó con voz ronca.
-¡Preciosa! ¡Trae más cerveza!
Un chico apareció por la puerta. Se le veía muy agobiado, como que tenía muchas cosas que hacer. Parecía tener mi edad, su pelo era gris y sus ojos estaban preocupados y asustados.
-Aquí tienen- dijo en voz baja, como con miedo.
Dejó las cervezas en la mesa y se dio la vuelta dispuesto a regresar a su trabajo, pero el hombre le dio una palmada en el trasero y le agarró la muñeca.
-¿A dónde vas preciosa? ¿Te he dicho que puedes marcharte?
El muchacho parecía asustado, negó con la cabeza varías veces.
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La lista de los deseos
Fanfic"Tienes que cumplir los deseos antes cumplir los 18 años de edad. Son tres y no pueden ser cosas muy sencillas ni muy complicadas. Debes hacer lo que escribiste en la lista antes de cumplir los 20. Si no realizas los deseos, atento a las consecuenci...