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-Este es de vainilla- dijo Jimin mientras me acercaba el cuenco.

Los helados estaban deliciosos, sabían tal y como yo recordaba.

-Están inigualables, Jimin. Tu padre hizo un buen trabajo dándote la receta.

Él me sonrió. Luego me miró como dudoso, como que quería preguntarme algo.

-Esto... tus padres...

Terminé con el helado de vainilla y tranquilamente cogí otro que parecía de frambuesa.

-Mi madre murió cuando era un bebé, y mi padre me abandonó en el orfanato al no poder ocuparse de mi, supongo- dije mientras me encogía de hombros.

-L-Lo siento- murmuró.

-No tienes por qué disculparte, mochi.

Él rió y me pegó en el brazo. Al hacerlo, un cosquilleo se propagó por este y confundido miré mi ante brazo.
El tatuaje del tres ahora pasó a ser un dos, quedando de un rojo sangre sobre mi piel.

-Woooo- dijo Jimin asombrado- nunca había visto el tatuaje cambiando.

-Yo tampoco- dije mientras pasaba un dedo por encima del número.

Me levanten de la mesa y recogí las cosas.

-Nos vamos

-¿A dónde?- me preguntó extrañado.

-A cumplir tu primer sueño- le dije mientras le guiñaba un ojo.

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-¿Estás seguro de que tu amigo vive aquí?

Asentí. Habíamos llegado a la mansión, y el peli gris quedó asombrado ante el tamaño del caserón. La vivienda estaba rodeada con un muro para evitar robos, aunque nosotros nos íbamos a colar ahí hoy. Unos preciosos jardines decoraban los alrededores, y mientras caminábamos a la gran entrada, se podía ver el edificio de la piscina. Esta estaba cubierta por una cúpula de cristal, que dejaba ver el oscuro cielo.

-Déjame hablar a mi- le dije a Jimin. Este asintió y se colocó detrás mía, ocultándose.

Sonreí y toqué el timbre. Al segundo apareció el peli negro, mirándonos sonriente.

-¡Taeee!- dijo mientras me abrazaba.

-Sí hyung, soy yo. Tampoco ha pasado tanto tiempo...

-¡Para mí si ha sido mucho, imbécil!- me medio gritó.

Pude sentir a Jimin apretar mi jersey.

-Jin, este es Jimin. Mi nuevo compañero de piso- dije haciéndome a un lado para que Jin viera al adorable mochi.

El mayor echó un vistazo a Jimin y luego sonrió ladino.

-¿Nadie te ha dicho que eres muy guapo?

Jimin se volvió a esconder detrás mía, como un niño pequeño. Jin se rió y yo le pegué. Jin era un bromista y le encantaba incomodar a los demás.

-En fin- suspiré- ¿está Jungkook?

-No, salió. Estamos solo Nam y yo, pero mis padres vendrán sobre la una, ¿a qué hora se termina el deseo?.

-A media noche- dije mirando el reloj.

Quedaba media hora y Jimin parecía bastante nervioso.

-Bien, ya sabes dónde está la piscina. Ahora me vuelvo con Namjoon.

-¡No gimas mucho hyung!- le grité cuando nos estábamos yendo.

-¡Taehyung!- oí cómo me regañó mientras Jimin y yo reíamos y nos dirigíamos a la piscina.

 La lista de los deseos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora