Lance.

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Nota: Esto es antes del inicio, lo de cursiva, es el pasado.

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Despertó con el cuerpo bañado en sudor, como de costumbre, carraspeo y se tallo los ojos, mientras bajaba a la cocina por un vaso de agua, su hermana mayor le sorprendió en la puerta.

Sonrió, triste.

—¿Otra vez ese sueño, Lance? — el chico dio un brinco, casi ahogándose, entre pequeños temblores y una mirada llena de vergüenza, asintió, tímido, como si se tratara de un niño pequeño que le cuenta a su hermana mayor de algún monstruo bajo la cama.

Pero ese era el problema; El monstruo estaba en su cabeza.

Veronica se acercó a el a paso lento y envolvió sus brazos de forma delicada en su cuerpo, lo sostuvo con fuerza y el silencio dijo las palabras que Lance no quería escuchar.

Esos halagos que no merecía.

Esas mentiras que lo aferraban a la vida.

—Debo ir a trabajar— Lance cerro los ojos, deseando que no dijera las siguientes palabras, lo suplicaba en su cabeza, lo pedí en verdad —¿Quieres venir conmigo o puedes estar solo? — pero las dijo, como dolorosos puñales, suspiro y beso su mejilla, dulce.

—Claro que puedo estar solo, Verónica, tengo 19 años, ya no soy un niño. — Su hermana asintió y se marcho, dejándolo en la cocina con solo su vaso de agua.

Odiaba eso.

Se sentó en la mesa de la cocina en espera del sol, una vez este llego, su madre bajo para darse cuenta que su hijo menor ya tenia la comida echa y desayunaba solo, acaricio su espalda.

—¿Otra vez, Lance? — el muchacho asintió, bajando la mirada, como si hubiera realizado algún crimen, pero su progenitora solo beso su frente con dulzura —Te amo, ¿Lo sabias? — Lance no respondió.

Pero claro que lo sabia.

Y odiaba saberlo.

—Ya me voy a la escuela, deje el desayuno para todos y recogí un poco la sala. — Murmuro, colgándose la mochila en los hombros —Llego tarde, estaré ocupado con las actividades del club. — espero a su madre para recibir la bendición y comenzó a caminar.

Pero no llego a la escuela, solo se detuvo en la parada de autobús y de alguna forma, termino en la playa, como de costumbre, se recostó en la sombra de alguna sombrilla, mientras miraba las olas azules golpear una y otra vez contra la costa.

Cerro los ojos y suspiro.

Quisiera tener el valor para ir de noche.

...

Lance había comenzado con esos sueños a sus 13 años, le había echado la culpa a su edad, en la escuela les habían dado una platica de los cambios hormonales, asi que culpo a sus malditas hormonas de su animo, después de todo Lance siempre fue el niño de su hogar, sus dos padres eran amorosos, su abuela era una consentidora de lo peor, sus hermanas mayores; Rachel y Veronica eran las personas mas dulces que la miel cuando se trataba de Lance y tanto Hugo como Mario siempre demostraron todo su apoyo a su chico especial.

Lo educaron para ser amable, bueno y gentil, para amar la vida y a las personas, para respetar y creer en la justicia, para ser un ser humano ejemplar.

El problema del pequeño Lance era su falta creciente de interés a la vida.

Comenzó como una idea, como algo que no debía estar presente, como una pieza de rompecabezas que no encajaba en la historia.

Mentiras /Plance/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora