CAPÍTULO 14: SANGRE DE DRAGÓN

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-Chierno Daoren Tahr. -Era lo único que me quedaba, le dije en dothraki.

-Ya no.-Me dijo. -Ahora me tienes a mí.

La miré, pero no sentí nada. No la conocía. Sí, se parecía a mí, y parecía ser distinta, no era una Targaryen tirana y engreída o al menos, esa era la impresión que me daba. Me sequé las lágrimas con las mangas de mi vestido, y miré de nuevo la danza aérea de los dragones.

-El rojo es Drogon, le puse su nombre en honor a tu hermano, el blanco y dorado es Viserion en honor a mi hermano, y el verde es Rhaegal, en honor a tu padre.

Mi padre, aquella palabra siempre había sonado ajena en mis oídos, mi padre nunca había sido Rhaegar, él no nos amaba pese a que mi madre, Elia, si lo hiciera. Ella era dulce, atenta con él, siempre lo abrazaba al verle con amor y confianza. Sin embargo, mi padre giraba su rostro, la estrechaba en sus brazos con frialdad y miraba a otro lado cuando lo hacía. Para él, no éramos sus hijos, amaba a otra mujer, eso lo sabíamos todos.

-¿Y tú dragón?

-Dragona. -Le dije. -Se llama Elíbhar, Eli por mi madre, Elia Martell asesinada cruel e injustamente. -Pronuncié entre dientes, agarrando mi vestido con fuerza por la ira que me suponía recordar aquello, y Bhar por Bharbo.

-Con que una dragona. -Dijo mirándola. - ¿No debería ser mayor que los dragones?

-Es joven, además, es imposible que una dragona crezca sin su dragón, o sus dragones, no son de una sola pareja. -Dije sonriendo.

-¿Cómo lo sabéis?

-Mi madre me mandó instruir, para ella mi educación en ambas familias era muy importante.

- No pareces dorniense.

-De niña lo parecía más. -Dije tocando la fría piel de mis brazos.- Mi cabello era castaño con mechas blancas y mi piel más oscura, pero los años me hicieron así, supongo.

-Subamos a la colina. -Propuso entusiasmada.-Tenemos mucho de que hablar, así podré presentarte a mis pequeños.

Asentí y caminé junto a ella hasta allí, sola, el soldado se alejó unos metros de ella al igual que aquella mujer que la acompañaba.

-Danerys.-Dije con timidez.- ¿Os alegráis de mi llegada? Decidlo con sinceridad.

-Querida, eres mi heredera.

-De momento.-Le dije.

-No, no creo que pueda tener más hijos.

-¿Más?-Contesté parándome en medio de la colina.

-Tuve uno con Drogo, pero nació muerto, las secuelas que aquello dejó en mi vientre...

Vi entonces como Elíbhar aterrizaba al lado de mi tía,  Danerys ni se inmutó, sonrió al ver el azul de sus alas y acarició su cabeza. Sonreí al ver aquello, por primera vez en mucho tiempo, me sentí en casa, y temí por el día en que tuviera que huir con un huevo bajo mis brazos, robandoselo para darle un dragón a un caminante blanco.  Mi rostro debió de cambiar de repente pues Danerys me miró con desazon. Poco después un enorme dragón rojo aterrizó a mi lado, haciendo vibrar la tierra. Me miró con curiosidad al principio, pero después de olerme y notar que estaba unida a la dragona me empujó suavemente con su hozico para que lo acariciara.

Danerys y yo nos miramos sonriendo y riendo como dos niñas con nuestros dragones.

Juego de tronos: LakiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora