Capítulo 17: MUJER ROJA

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¡ATENCIÓN, NO LEAS ESTE CAPÍTULO SI NO HAS VISTO LA ÚLTIMA TEMPORADA DE LA SERIE, SI ERES SEGUIDOR, PODRÍA CONTENER SPOILERS!


No sé cuanto tiempo pasé allí, en aquel monasterio lleno de vestidos rojos, hogueras, libros y conjuros procesados al señor de Luz, que durante aquellos meses se convirtió en el único hombre en el cual yo confiaba. Melissandre se tornó mi maestra de ella aprendí lo necesario para ser una buena sacerdotisa, para sobrevivir en la oscuridad. Era la mejor de todas, y tras su obligada huída de invernalia me dijo:

-Cuando vuelva a donde el hielo cubre hasta la linea del horizonte, tú querida Lakía deberás ser mejor que yo, y viajar tras de mi para servir al rey, al único y verdadero rey de los seis reinos.

-¿Los seis? Pensaba que eran siete.

-Me temo que has de seguir realizando ofrendas al señor de Luz, tus visiones de futuro aún son débiles, y algunas erróneas. ¿Has tenido alguna esta noche?

-Sí, me dijo que mi hija huirá al norte junto al último dragón, los territorio sombríos serán iluminados por ambos.

Ella asintió y dijo, eso es una buena notícia.

-No quiero que Elibhar se aleje.

-Ella posee mucha luz, Lakía.-Dijo acariciándome la mejilla con cariño, casi como si yo fuera una hija para ella.

-He tenido otra.-Dije apartando la mirada de sus ojos, cerrándolos durante un instante.- Tu eras la protagonista, también estaba allí mi padre, y solo podía ver la negrura de la noche y el temor de los que allí caminaban. ¿Es por eso que me entrenas así? ¿Es por eso por  lo que día y noche he de practicar? ¿Quieres que sea tu substituta? 

-No, quiero que seas mejor que yo. Ya queda muy poco para que el hielo se borre de tu sangre, me entristece saber que no estaré allí para verlo, pero recuerda que lo que ha elegido para nosotras es lo más correcto, y lo que al final, nos traerá la felicidad. 

-¿Cuando marcharás? Invernalia está muy lejos. Y yo aún no sé que hacer después.

-Claro que lo sabes. El sol vive en ti, en la sangre de Dorne que habitas, cuando la luz despierte en tus ojos, sabrás perfectamente que es lo que el señor de Luz quiere para ti.

Asentí. Oí las campanas que marcaban así el mediodía, vi a Elibhar aterrizar en una esplanada junto a mi ventana y supe así que ella también tenía hambre, por suerte aquel monasterio estaba cerca del mar y podía cazar cuanto quisiera, aunque sabía que le gustaba hacerlo mientras yo la observaba desde la playa.

Salí y me monté en su enorme lomo, que, cada vez era más grande, no paraba de crecer. Me dejó en la orilla mientras yo, con mi poder, encendí un pequeño fuego en la arena. Mi dragona hizo caer un enorme pescado a mi lado, supuse que a ella le parecería pequeño. Lo asé como pude y comí junto a ella. La miré y no supe aceptar aquella visión, deseaba que fuese mentira, aquella dragona se había convertido en una parte de mi, era como saber que me iban a arrancar un brazo de cuajo. La había visto crecer, desde ser un huevo hasta convertirse en el mejor y más grande de los dragones de los siete reinos. Se acercó al ver como una lágrima corrió por mi mejilla, empujó su cabeza contra mi cuerpo sutilmente para que la acariciara la cabeza y me miró casi diciéndome con sus ojos que nunca iba a abandonarme. Pensé entonces en que quizás mi vida estuviera junto a ella, más allá del muro, pero de golpe sentí un tremendo dolor de cabeza, era una visión que me dejaba muy claro que eso no sería así. Vi a Jon Nieve, al que ahora sabía que era mi hermano acariciar su lomo como si fuera suya y me visualizé ante la fortaleza de Desembarcó del rey, mirando sus puertas. Me pregunto si sirviendo a la reina o al rey que acabe con esta batalla infernal que se inició en mi habitación. Un escalofrío recorrió mi espalda al recordar aquella imagen. La sangre de mi madre, los gritos en Dorne. Y me prometí a mi misma que si alguna vez fuera libre, volvería.

Suspiré al ver que Eli me esperaba en la orilla, me había centrado tanto en mis pensamientos que no vi que había acabado de pescar. Cuando volvimos a alzar el vuelo vi a Melissandre, partía con su caballo, y algo me decía que no iba a volver.

La miré, pero no sentí pena. Sabía que su vida había sido larga, dura pero también había estado llena de momentos gloriosos. Estaba segura de que si moría, sería por una causa aún más grande que el fuego, más alta que la llama que nos envuelve a todos y nos hace vivir, humeante pero siempre viva.

-Tú fuego siempre vivirá, yo contaré tu historia.Y cumpliré siempre con tus enseñanzas. La luz sea contigo, incluso en la más larga noche.



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⏰ Última actualización: Sep 15, 2019 ⏰

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