*Capítulo 8*

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Esa mañana abrí los ojos lentamente, quería disfrutar del primer despertar a su lado.
No podía pensar en ello mientras dormía,pero si en cuanto me despertara, aunque tuviese los ojos cerrados.
Pero él , como siempre,se había anticipado.
Cuando mis ojos decidieron abrirse contemplé sus ojos verdes de cerca, no me hizo falta mirar su boca para saber que estaba sonriéndome.

Era tan mágico.

—Buenos días princesa.— Dijo mientras se levantaba de la cama. Quería revivir aquel momento una y otra vez.Volver a escuchar su voz, tan cerca de mi, co ese tono tan dulce, tan nuevo.—Hoy vamos a visitar el castillo de sant'Angelo. —Consiguió decir mientras me observaba atónito.Sus pupilas estaban dilatadas, tanto que el color del iris se distinguía muy poco.
—Entonces debería ir a prepararme, antes de bajar a desayunar.—Él asintió y yo me levanté de la cama más rápido de lo que él esperaba, aproximándome a la puerta. Pero todo tornó diferente cuando él me tomó por la cintura sin esperarlo. Comenzando un beso corto, pero tan sentimental como la vida misma. Estábamos dando vueltas, como en las películas. Como en la pelicula de mi vida.
Me fui sin decir palabra. ¿Qué podría decirle de aquella noche?
Que ha sido la más maravillosa y romántica de mi vida.
Pero no, no es momento de decírselo. Al menos, aún no. Estoy segura de ello.
Llego a mi habitación con las mariposas rebotando en las paredes de mi estómago. ¿Era todo esto posible? ¿O solo era el sueño de una adolescente?
Procedí a ducharme, el agua fría caía sobre mi pelo oscuro lentamente. Me despertaba un poco más de esa noche tan perfecta. Ese sueño hecho realidad. Esa vida que quería junto a él. Toda la vida igual que estos días. Me parecía algo que estaba muy lejos, pero pensándolo bien, no lo estaba tanto.
No sabía qué ropa elegir para hoy.
Por lo que sabía del castillo que íbamos a visitar era precioso, y no me venían mal algunas fotos para mi instagram, que últimamente tenía prácticamente olvidado.
Me peiné con una cola alta, que dejaba mi pelo caer de manera despreocupada por mi espalda. Ahora venía la parte difícil : la ropa.
Como buena persona indecisa saqué varios looks de la maleta. Cada uno era de un color diferente aunque todos le quedaban bien siempre tendría preferencia por uno. Finalmente opte por unos vaqueros acompañados por una camisa básica de color rosa y unas zapatillas a conjunto con la camiseta, era un look algo desenfadado y a la vez muy cómodo.
Después de maquillarme de una forma muy suave y poco perceptible, bajé las escaleras con la intención de encontrarme con Jéròme.
Había pasado solo una media hora, y ya le extrañaba.
Él eligió al menos serio de lo normal, otro vaquero con un polito de marca Lacoste. El cocodrilo de esa marca me hacía muchísima gracia de pequeña, mi padre los tenía para cuando íbamos a comer en familia los domingos. Sus zapatos eran unas Adidas, de color azul marino casi negro. Eran preciosas.
Me esperaba impaciente, pero al verme volvió a sonreír como si el tiempo no pasase. Esto parecía un libro de amor, aquellos que tanto criticaba hace tan poco.
—Estás guapísima.— Afirmó el chico de ojos verdes. Yo le sonreí con aire de gratitud.—George vendrá a por nosotros dentro de tres cuartos de hora. Mientras el prepara el coche para el viaje, nosotros tomaremos el desayuno.—Agregó de forma explicativa.
Asentí feliz. Esperando a que pasase esos cuarenta y cinco minutos para conocer ese lugar tan precioso.
Había leído sobre él en Ángeles y demonios de Dan Brown, un lugar especial para aquel vengador de los iluminatis.
También mi profesora de latín Rosa, nos había mandado un trabajo de investigación, acompañado de una exposición, sobre monumentos de la Roma antigua. Durante el cual aprendí muchísimo sobre esta ciudad. Como echaba en falta aquellas maravillosas clases de latín.
Después de comernos tortitas con mermelada de fresa y un zumo de naranja, buenísimo por cierto, nos fuimos hacia la puerta de nuestro hotel para esperar a que George apareciese girando la esquina con el coche.
Para nuestra sorpresa, George ya estaba allí esperándonos.
—Dirección: castillo de sant'Angelo, George.-Mandó Jéròme con tono divertido. Creo que su chofer había pasado de ser su empleado, a ser un amigo, un integrante más de su familia.
El camino fue corto, ya que nos lo pegamos cantando a voz de grito. Todas las canciones de Ed Sheeran que ambos no sabíamos habían sido cantadas por nuestras "impresionantes" voces, como decía Jéròme. Fifth Harmony, tampoco se libró de nuestros gritos, y aún menos Selena Gómez.
Momentos así me hacían cuestionarme tantas cosas...
El dinero de, no sé si era mi novio, o algo diferente, me estaba dando a pensar.
Te ausentas de tu trabajo durante una semana. Todo bien, a nadie le hacen mal unas pequeñas vacaciones. Pero... ¿Y todo el dinero que se estaba gastando en mi? Prácticamente éramos unos desconocidos que se estaban conociendo demasiado bien. Me daba miedo que esto se acabara y me pidiera todo lo que se estaba gastando en mi. Aunque sé que a él jamás le ha faltado nada. Y si me quiere, como yo a él jamás me pedirá un céntimo. A veces pienso que me estoy aprovechando de él. Y qué debería decírselo. No soy una persona con tanta cara para aprovecharme de él. Y eso lo debe saber.

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