*Capítulo 20*

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Estoy atando cabos.

Cogí una hoja de papel y comencé a escribir:

Králice y mi padre se conocieron, ella estaba casada con Gamali, pero se enamoró de mi padre. Mi padre, como tenía a mi hermano en España debía volver cada pocos meses para no perderse de forma completa la infancia de mi hermano.

Entonces ella se quedó embarazada y Gamali la echó de su casa, alegando que estaba embarazada de otro, encima ella misma se lo había afirmado.

Después se quedó con su tia Rania, la hermana de su madre, viuda hacia poco, pero era mayor y no duraría mucho tiempo. Ella no tenía nada sin Gamali, pero lo perdió todo por mi padre.

Cuando nació mi hermanastra, esperó 40 días y después había desaparecido . Matilde la había aceptado como hija propia porque no le iba a dar el divorcio a mi padre.

Él no lo había arriesgado todo por Králice pero ella si por él. Además de que Boabdil, era hermano...

Todo tenía sentido. Todo lo que había descubierto me indicaba esto.

Comencé a llorar, tenía miedo de que todo fuese verdad, y mi vida hubiese sido una mentira. Que lo más seguro es que lo sea, ahora entiendo tantísimas cosas que antes no...

El teléfono sonaba, era Boabdil, al que debía cambiarle el nombre, por cierto.

- Sí.- Intenté decir con la voz más serena posible.

- ¿Amira, estás bien?

- Sí, sí, - Alegué mientras me limpiaba las lágrimas que caían por mi mejilla.

- Vamos esta tarde a casa de mi madre. – y de la mía, pensé yo.

- Está bien. ¿A qué hora?

- A las 4.

- Estupendo, a esa hora estaré en la puerta de mi casa.

- Te quiero

- Y yo.

Colgué y ya empecé a llorar.

Cada vez más y más.

No entendía como había llegado hasta aquí.

Salí en busca de mi padre, pero como está de tarde, no le encontré por ninguna parte.

Cogí el fijo de casa y lo llamé.

- Diga.

- Me parece muy bonito todo lo que has hecho, padre. Ahora sé que tengo una madre, la cual me tuvo que dar a ti porque no podía darme la vida que ella quería para mí, gracias por mentirme una vez más.

Le colgué el teléfono, tenía demasiadas cosas que decirle a aquel patán que tenía por padre. Mentirme sobre mi proveniencia era como si me dijese que me trajo la cigüeña.

Aunque creía que era ya suficiente con saber que había engañado a mi madre, que resulta que es la mujer con la que ha engañado a Matilde.

Las tornas cambiaban, era una bastarda incluida en la familia.

Mi hermano me escuchó hablar por teléfono. Mi llanto crecía más a la vez que él se acercaba cada vez más a mí.

- Todo era mentira, Josué. – sollocé en su hombro.- Todo, todo, todo...

El intentaba calmarme con un abrazo, pero eso iba a ser imposible.

- Debes ir a casa de Králice con Jéròme.

Donde sea, pero contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora