Todo estaba recogido. Aquella casa se hacía pequeña a la vez que avanzábamos. No podría pensar en otra cosa que en mis amigos. El destino me la había jugado, aunque podría haber sido peor.
Desde que me enteré que algún lugar de Francia sería mi residencia a partir de ahora, mi mundo se fue abajo, literalmente, me llevé días sin poder pensar en otra cosa, amaba Francia, era un lugar precioso. Pero desde las últimas noticias del atentado me ponía nerviosa vivir cerca de la capital francesa, París.
De pequeña siempre había soñado con pisar aquellas tierras, acompañada de una cámara de fotos y mi francés perfectamente pronunciado. Ahora a mis futuros 16, mi francés de instituto y sin cámara profesional, mis sueños se iban escapando.
Moví suavemente mi mano por la ventanilla del Audi A6 negro mate, y me dispuse a mirar la hora en mi reloj rosa. No tenía ni idea de cómo sería mi nueva casa ni nuevo instituto. Debería mirar el lado positivo, sería la mejor alumna de español, si me apuntara a clase de español, claro está. El idioma que más me había gustado siempre había sido el inglés, y aún lo seguía siendo.
El avión nos esperaba en Madrid, desde barajas hasta la capital francesa.
Bajé del coche con paso lento, tomé la maleta y miré a mi hermano. Él me respondió con una cálida sonrisa y un abrazo. Cuando él me abrazaba todo pasaba, me protegía de todo , pero de esto no podíamos escapar. Mi padre sonrió y mi madre, con mi hermano pequeño en brazos, me cogió de la mano y me devolvió al pequeño Samuel. Sus ojos azules me parecían extraordinarios. –Tan pequeño y con este encanto- pensé.
Avancé hacia las puertas del aeropuerto, seguida de Josué. Andaba despacio y con cuidado de no caerme, no podía mantenerme en pie en ese momento. Los sentimientos se arremolinaban en mi interior ,luchando contra mi subconsciente para salir.
Empecé a plantearme mil cosas, cosas que jamás había pensado.
Había nacido en Francia, o eso decía mi madre, y... ¿Por qué no nos quedamos allí para siempre?
Según decía mi madre, mi padre trabajó un largo tiempo en Francia. Allí ya estaba Josué y yo nací allí .Después de nacer, mis padres me llevaron a Madrid, donde ya crecí y viví hasta hace unas horas.
Josué decía que papá y mamá discutían mucho cuando yo nací, también me dijo que estuvieron a punto de separarse. Aunque no podía fiarme mucho de él, porque son recuerdos flashes, como él llama, y no está seguro. Nunca pregunté sobre esa situación, ya que yo no recordaba nada de ese tiempo, además de que Josué me dijo que no escarbara en el pasado. Y aún sigo preguntándome el porqué.
-Amira, lo mejor es dejar las cosas como están- Solía decir con una gran sonrisa.- Lo pasado, pasado está. - Me acariciaba el pelo. - Esto no es una de tus investigaciones sobre mitología, es la realidad. Bienvenida.
Francia me daba muchas oportunidades, éstas que no tuve en España, no podía comprender que con 15 años sintiera que no estaba en mi lugar de procedencia, siempre pensé que sería por lo que Josué me contó. Cosa que no tiene sentido, mis pensamientos se contradicen entre sí.
El avión despegó, y de mis cascos empezó a surgir música, alta y a la vez relajante. Era una de esas veces en las que quería escuchar y entender las letras de la música para no divagar en mis propios pensamientos.
No tenía acompañante, así que me senté en el lado de la ventanilla justo antes de aterrizar, recordé el amplio paisaje de colores grises, de la ciudad de Madrid, y en mi silencio me despedía de mi querida España. Para entrar en un nuevo país, un nuevo lugar donde descubrir cosas nuevas. Lo bueno de aquello es que descubrir es uno de mis mayores hobbies.
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Donde sea, pero contigo
Genç KurguAmira, una chica que se entera que Francia, más bien la ciudad del amor, París, será su nuevo hogar. Deja su casa en Madrid para adentrarse en un mundo nuevo, el que fue su lugar de nacimiento. Allí descubrirá las mentiras que su familia lleva...