Después de mi enfado, Alessandro y Alexandr no tardaron en llegar al coche.
–Wow, Katia, así atraerás las miradas de todo el mundo– me felicitó el italiano sonriendo. Su comentario me hizo sonreír a mí también.
–Gracias, de verdad.
–Habrá que vigilarla, Sasha, a ver si se va a largar con otro– bromeó Alessandro dándole un codazo a Alexandr.
–Como si se lo folla– respondió el otro, seco, sin siquiera apartar la mirada de su teléfono. Alessandro se quedó de piedra al escuchar la respuesta.
–¿Te daría igual?– le pregunté con una ceja alzada.
–Tú misma lo has dicho, no cuido a la gente que quiero. Si partimos de esa norma, imagina lo poco que me importa una persona tan insignificante como tú– su contestación dolió, pero no iba a dejar que se apoderara de mí.
–Yo no he dicho eso– sentencié.
Estuve el resto del camino mirando por la ventana. En veinte minutos llegamos a una discoteca. Los seguratas al ver a Alexandr y Alessandro se tensaron y abrieron paso para que nos saltáramos la cola. Cuando cruzamos las puertas de cristal el volumen de la música me petó los oídos. Pasamos a la zona VIP. Alessandro y Alexandr se sentaron en unos sillones, donde también habían otros hombres con muchas acompañantes.
–No creo que te vaya a hacer mucha gracia estar aquí, se vuelve más irascible cuando bebe y me temo que diga algo que pueda herirte– gritó Alessandro para que pudiera escucharlo. Le sonreí.
–Tranquilo, tampoco soy de sentarme cuando voy de fiesta, estaré por aquí robando carteras para saciar mi sed– le respondí también gritando. Él se rió, seguramente pensando que era broma, hasta que un tío pasó por detrás de mí y aproveché para quitarle la cartera, la cual enseñé al italiano.
–Eres de lo que no hay. Nos vemos luego, no te metas en muchos problemas– se despidió. Yo saqué el dinero que encontré en la cartera del otro tipo y me pedí un cubata, el resto del dinero me lo guardé en el bolso. Pasé un par de horas bebiendo, para matar el tiempo, hasta que se me acercó alguien.
–¿Qué hace una belleza como tú sola por aquí?– me preguntó. Tuve que controlarme para no mostrar el poco interés que tenía, la verdad.
–De caza– respondí con una sonrisa falsa.
–¿Y has encontrado a tu presa?– cogió mi mano derecha y la besó delicadamente. Aquello podía ser divertido.
–Puede ser– mi respuesta lo hizo sonreír.
–Vente conmigo y mis amigos, será divertido– pensé en rechazarlo, pero señaló un grupito que estaba detrás de la mesa de Alexandr y sus amigos, por lo que tendría que pasar por delante.
Acabé aceptando y él pidió una botella de champán y la llevó junto conmigo. Me presentó a sus amigos, aunque no presté mucha atención. Bailaba con todos, paseándome por la zona. Durante todo el tiempo noté una mirada clavada en mí y sabía perfectamente de quién era. Bebí tanto que llegué al punto de empezar a sentirme mareada. Me alejé un poco para poder ir al baño y justo cuando estaba a punto de abrir la puerta, alguien me cogió de la muñeca y me apartó bruscamente, provocando que casi cayera al suelo.
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Vendida a un mafioso [VAUM]
RomanceAlexandr Petrov, el mafioso ruso más temido de su país. Tiene una hermana a la que proteger y pocos sentimientos para repartir. Controlador, impulsivo y agresivo. Ekaterina Vólkova, camarera que vive para pagar las deudas que la ahogan a ella y a s...