13. Pasado

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En cuanto Vladimir llegó y vio a Alexandr se quedó de piedra.

–Prima, señor Petrov, señorita Petrova– saludó con la cabeza agachada.

–Eres más falso que las uñas de Natasha– me burlé y ella me tiró un cojín.

–Vete a la mierda, Katia– ambas reímos.

Alexandr iba a quejarse, pero justo apareció Misha y se sentó al lado de Naty, con confianza. Pero eso no era lo que nos extrañó a todos, sino que tenía un porro en la mano e iba fumando con toda la tranquilidad del mundo.

–Ay, qué maleducado soy, ¿queréis uno?– preguntó sacando una caja llena de porros ya liados.

–Las drogas son malas, Misha, guarda eso– dije seria.

–Tu "yo" de 18 años estaría muy decepcionada, Katia– rió Vladimir.

–Mira cállate, pasé mi 18 cumpleaños detenida por tu culpa– me vino una risita al recordarlo.

–Me da miedo preguntar pero me da curiosidad– murmuró Naty con cierta timidez.

–No hay mucho que contar, la verdad, simplemente no podía permitirme una fiesta de 18 cumpleaños memorable, así que Vladimir se encargó de ello. El resultado fue los dos dando máximo en un test de drogas y alcohol y detenidos por disturbios al colarnos en una manifestación supuestamente pacífica y empezar a pegarnos con todo el mundo– resumí.

–¿Pero fue memorable o no?– preguntó mi primo orgulloso.

–Ella, buena influencia, ¿sabes? Para que luego digáis de mí– se quejó Misha.

–Porqué será que a estas alturas no me extraña. Bueno, tenemos trabajo que hacer– nos recordó Alexandr, poniéndose de pie y caminando hacia la biblioteca.

–Aburrido– nos quejamos Naty y yo a la vez, alargando la última vocal, pero igualmente le seguimos.

–Solo un capo puede conseguir tal armamento– Alexandr colocó varias fotografías sobre la mesa –y Tania obviamente está muy lejos de llegar ahí. No tiene tanto dinero para comprarlo. Creo que son italianas, pero no tendría sentido, solo tenemos un enemigo y tampoco tiene acceso a ese armamento.

–No es por hacerme el listo, pero no son italianas– contradijo Vladimir cogiendo una de las fotografías. Señaló una marca en la parte baja del mango de todas las armas –Es el sello de un distribuidor americano, por lo que las armas son americanas.

–¿Cómo estás tan seguro?– preguntó Alexandr, mirándolo como si lo fuera a matar. El pobre Vladimir se encogió.

–No te asustes, ladra más que muerde, yo me dedico a tocarle los cojones a cada minuto y aquí sigo. Habla primo, que por una vez estás diciendo algo útil– lo animé dándole una palmada en la espalda.

–Pues, reconozco ese sello porque fue el que llevaban las armas que usaba Katia cuando estuvo en la banda. Un día me pegó con un rifle en la espalda y se me quedó la marca por casi una semana. Una amiga lo vio y me preguntó qué hacía yo con armamento americano, al parecer el distribuidor tenía una lista muy limitada de clientes. Solo gente conocida– explicó.

–Lo peor de todo es que me cuadra mucho que yo hiciera eso– me reí.

–Pobre chaval– negó Misha llevándose una mano a la cabeza –. Pero sí, tiene razón, son de un distribuidor muy selectivo con sus clientes. Tania es solo una pequeña pieza del puzle y creo saber quién es la cabeza, solo que a ninguno de vosotros tres– señaló a Alexandr, Natasha y a mí –os va a gustar saber quién es.

Vendida a un mafioso [VAUM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora