Una vez bajo de la moto me fijo en mi alrededor, la verdad es que esto no es lo que me imaginaba cuando me había invitado a comer, yo me esperaba ir a un restaurante, pero aquí no creo que haya, por lo que veo esta no es la parte moderna y pija de Madrid, no hay personas con traje, coches lujosos ni edificios sofisticados, es todo el contrario, hay gente con sudaderas, edificios más hechos polvo y músicos tocando por la calle y por una vez me siento uno de ellos, no me siento desplazada y que no encajo allí.
—Supongo que por lo que estás viendo ya sabrás que no te voy a llevar a un restaurante —dice Moon acercándose a mí.
—Si, de eso ya me he dado cuenta.
—Bueno, yo te dije que te iba a enseñar los mejores sitios de Madrid, si te hubiera llevado a un restaurante no habría sido especial ya que restaurantes hay en todos los sitios, pero esto no lo vas a encontrar, así que señorita calzaslargas, aquí empieza tu ruta. —Sonríe y me tiende una mano para que se la coja y yo sin rechistar lo hago.
Vamos paseando de la mano por la calle como si fuéramos novios o amigos de toda la vida y no voy a mentir, me gusta la sensación que tengo cuando estoy con él, me gusta que haga que la cosa más sencilla e insignificante sea como un cuento de hadas.
—Espero que tengas hambre —me pregunta de repente—, porque hoy vas a probar la comida más deliciosa que existe.
—Pues que suerte que tengo, porque me estoy muriendo de hambre —digo, tocándome la barriga.
—¿Entonces vas a confiar en mi vas a probar todo lo que te dé?, aunque tenga mala pinta, te aseguro que será lo mejor que hayas probado.
—Si, voy a confiar en ti, de momento no me has decepcionado.
—Perfecto, porque aquí tenemos la primera parada.
Me fijo donde hemos parado y veo que a un lado tengo un carrito de comida para llevar. Es un carro plateado con un toldo a rayas rojas y blancas, y verlo me hace gracia, ya que eso lo veía en las películas, pero donde vivía antes no había, este carro en concreto es de salchichas.
—Hola Fred —saluda Moon al dueño del carro.
—Hola Moon cuanto tiempo —contesta alegre Fred —, veo que esta vez vienes acompañado.
—Si, esta es Calzas... digo Mar, ella es Mar —me presenta.
—Encantada de conocerle.
—Mar tutéame que no soy tan viejo —dice riéndose—, bueno supongo que quieres lo de siempre ¿no?
—Si, quiero dos perritos calientes con todo, incluso con esa salsa verde que haces tú, pero los quiero pequeños que esta solo es nuestra primera parada.
—Moon yo lo prefiero sin nada, a mí no me gustan las salsas —digo al ver esa salsa verde, que para ser sincera no tiene buena pinta.
—Mar, has dicho que ibas a confiar en mí, te prometo que te gustará.
—Está bien —digo a regañadientes.
Una vez nos dan los perritos calientes nos despedimos de Fred y seguimos andando, veo que Moon se está comiendo el perrito, pero yo no me atrevo, esa cosa verde viscosa no tiene buena pinta.
—Quieres hacer el favor de comértelo, se te va a enfriar, te prometo que está bueno, no juzgues algo por su apariencia.
Esas palabras "no juzgues algo por su apariencia" son las que me animan a pegar un bocado.
—¡OH DIOS MÍO! —exclamo sin pensar. Es como un orgasmo en mi boca, como una explosión de sabores —. Es la cosa más deliciosa que he probado en mi vida.
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Lazo Rojo
Teen FictionUna noche de invierno. Bajo la luz tenue de la habitación. Una fiesta. Una borrachera inesperada. Acompañada del hombre que creía ser el adecuado. Una imprudencia. Un destrozo. Algo que marcará el resto de mi vida. Mi destino. Una historia llena de...