CAPÍTULO 32:

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Después de estar besándonos y hablando durante horas decidimos volver a casa, por la sonrisa que él lleva en la cara sé que este ha sido uno de los mejores días de su vida, bueno, en realidad lo sé porque él me lo ha confesado hace un rato cuando estábamos en el agua.

No éramos novios, yo aún no estaba preparada para mantener una relación tan seria, él tampoco me lo ha preguntado y eso la verdad es que me alegra, porque quiere decir que sabe que yo necesito un tiempo para asumir lo que he estado sintiendo estos días.

—Calzaslargas, ya hemos llegado a tu destino —dice, sonriendo con picardía.

—¿No vas a ayudarme a quitarme el casco como un buen caballero que eres? ¿O ahora que sabes que ya has conseguido a la chica vas a relajarte? —pregunto, siguiéndole la corriente.

—Creo que a la chica aún me queda muchísimo para conseguirla, la verdad es que es bastante difícil —bromea, soltando una gran carcajada —, pero quiero que le quede claro que nunca voy a rendirme con ella y que mi lado caballeroso nunca va a desaparecer, porque con ella estoy dispuesto a hacer lo imposible, incluso a tirarme con un paracaídas, y eso sería fácil, si no tuviera miedo a las alturas.

—¿Así que el caballero más fuerte y valiente que conozco le tiene miedo a las alturas? 

—Todo el mundo tiene miedo a algo, y ese es mi miedo, aunque por la chica que quiero estaría dispuesto a superarlo.

—Eso está bien saberlo, aunque ahora debes tener más cuidado, porque conozco tu debilidad y puedo usarlo en tu contra —digo, y veo como una sonrisa verdadera aparece en su rostro.

—No te equivoques, ese es mi miedo—dice acercándose peligrosamente a mi—. Mi mayor debilidad, lo que me hace perder la cabeza es la chica que me vuelve loco, y esa eres tú.

Y esas palabras son las necesarias para que nuestra distancia se vuelva a romper con un tierno beso, al juntar sus labios con los míos noto su sonrisa, está sonriendo como yo, y eso me gusta más que cualquier beso lleno de deseo, es un beso lento y cuidadoso, uno que demuestra lo mucho que siente y que no quiere perderme, un beso de despedida, pero no una definitiva, sino un beso que dice hasta mañana.

Separamos cuidadosamente nuestros labios para coger aire, pero nuestras frentes siguen pegadas la una a la otra, nos estamos mirando con tanta intensidad que cualquier persona que pasara podría jurar que entre nosotros hay algo, algo mucho más que amor, algo más que cariño, es algo que no se puede definir con palabras, pero puedo jurar que es una de las sensaciones más bonitas que he sentido.

—Calzaslargas, no sabes lo mucho que he esperado este momento, desde que te conocí sueño con llevarte a la puerta de casa, despedirme con un beso y poder decirte que te quiero, pero esto es jodidamente mejor que un sueño, es como estar el maldito paraíso con la chica más perfecta del mundo.

—Moon quiero que sepas que no soy perfecta, tengo miedo a que me conozcas mejor y te decepcione —digo, mirándolo a los ojos.

—¿De verdad piensas que puedes llegar a decepcionarme? Me da igual que no seas perfecta, nadie lo es, puedes tener miles de problemas, pero eso a mi no me importa ¿sabes por qué?

—Porque —susurro lentamente, la verdad es que la poca distancia que tenemos y las perfectas palabras que me está diciendo, hacía que perdiera un poco la concentración.

—Porque tu has sido un ángel en mi maldito mundo, has sido lo que necesitaba para que volviera sentirme vivo, tu muchas veces me dices que yo te he ayudado a salir adelante, pero te puedo asegurar que ha sido completamente lo contrario, has sido tú, con tanta inocencia y pureza, la que me has hecho sentir de verdad, y por eso para mí eres lo más perfecto que existe, así que calzaslargas, gracias por aparecer en mi vida.

Lazo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora