CAPÍTULO 29:

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—Mar sí que has tardado ¿Qué ha pasado desde que me he ido? —pregunta Carol desesperada, nada más abro la puerta del coche.

—Lo voy a hacer.

—¿El que? —pregunta confundida.

—Voy a arriesgarme, voy a guiarme por lo que siento.

—Ya era hora, estoy muy orgullosa de ti mi niña.

—Así que ahora vamos a casa de Bruno y se lo digo todo.

—¿De Bruno? ¿Qué vas a hacer?

—Me has dicho que diga la verdad, tengo que decirle que lo veo como un amigo, no quiero que se siga haciendo ilusiones.

—Me parece perfecto, pero no quieres decírselo cuando estés más tranquila.

—No, ahora estoy animada y no sé si otro día estaré dispuesta, así que por favor llévame allí.

—Si es lo que quieres, lo haré.

Después de 15 minutos en el coche como ninguna de las dos ha hablado, me ha dado tiempo a pensar en todo lo que ha pasado desde que estoy en Madrid, he analizado cada cosa detalladamente y me he dado cuenta de que desde el principio yo ya había elegido, el problema es que había sido tan cabezota que no me daba cuenta de mis sentimientos o simplemente no quería hacerles caso.

Los dos chicos que se metieron en mi vida desde que llegué me han hecho ser valiente y fuerte, superarme cada día y decir lo que pienso, por eso tenía miedo, miedo de llegar a defraudarlos, miedo de que alguno de los dos sufriera por mi culpa, por eso lo más probable es que dentro de mí me resistiera a afirmar lo que verdaderamente sentía y ahora que lo veo todo más claro sé la verdad, y es que para mí Moon siempre ha sido más que un amigo.

Nunca llegaré a saber desde que momento Moon ha pasado a significar tanto para mí, puede que con esa carta que he leído hoy, o cuando me dijo que iba al hospital a hacer reír a los niños, puede que desde que confió en mí, una chica a la que apenas conocía y a la que tuvo el valor de confesarle lo de su hermana o simplemente desde que dijo sus simples pero tan importantes palabras para mí: "Y yo tengo los ojos marrones", esas palabras que puede que a mucha gente no le importen para nada o no le encuentren significado, pero esas palabras fueron unas de las más bonitas que he escuchado en mi vida, y no son las palabras en si lo que me gustan, sino su significado, que le diera igual de importancia a los ojos marrones que al VIH y eso es por lo que lo admiro tanto, porque desde que lo conozco ha dicho lo que piensa, sin juzgar ni criticar, siempre ha sido el mismo y ha intentado hacer feliz a los demás.

—Mar, hemos llegado —dice Carol, interrumpiendo mis pensamientos.

—¡Ya! ¿tan pronto? —pregunto un poco nerviosa.

—Si, así que baja del coche y se valiente.

—Creo que pensándolo mejor se lo digo otro día, si mejor otro día, vámonos.

—No, no me has hecho venir aquí para nada ¿dónde está esa seguridad que tenías en el hospital?

—Esa seguridad se ha ido desde el momento que has dicho que habíamos llegado.

—Mar sé que es difícil, pero ya te has decidido y no puedes arrastrar esto más tiempo, te recuerdo que cuando más pase más te costará decir la verdad.

—Se que tienes razón, pero ¿qué le digo? ¿Que él es muy buen persona y que lo quiero, pero solo como amigo? ¿Qué creo que me gusta su mejor amigo? ¿que si le parece bien? —digo alterada—, ¡No puedo decir eso! Cualquier cosa que le diga suena mal y sé que le voy a hacer daño.

Lazo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora