Después de unos largos 20 minutos, llegó hasta mi lugar favorito, pero hay algo que me sorprende, y es que no estoy sola como había imaginado, él está allí, está de espaldas a mí y ni siquiera se ha dado cuenta de que yo acabo de llegar.
Moon se encuentra sentando en una gran roca, tirando pequeñas piedras a la cascada, y lo único que tengo ganas de saber es porque ha venido aquí, según él, viene cuando algo le ronda la cabeza, cuando necesita pensar en algo importante, y yo quiero saber que es lo que lo tiene tan distraído.
Lleva puesto unos pantalones vaqueros apretados, doblados por arriba de los tobillos, junto con una camisa blanca que le queda a la perfección, nunca lo había visto tan arreglado, y mirándolo desde atrás parece un auténtico modelo sacado de una revista, un dios griego, tiene un cuerpo perfectamente moldeado, ese tipo de cuerpo que te pararías observando durante horas, y aunque desde el primer día que lo vi ya me había dado cuenta de lo guapo que era, desde que se lo que siento por él, lo veo con otros ojos, como si fuera una de las cosas más bonitas que he visto en mi vida.
Despacio y sin hacer ningún ruido me acerco hacia donde está él, cuando estoy lo suficientemente cerca le tapo los ojos con mis manos, él, al sentir mi tacto sobre su piel ahoga un pequeño grito, y noto como su cuerpo se tensa instantáneamente.
-¿Quién soy? -susurro tiernamente cerca de su oído, haciendo que un escalofrío recorra su cuerpo.
-Amanda -contesta de repente, dejándome a mí confundida y un poco disgustada. Al oír ese nombre lo primero que hago es quitar mis manos rápidamente de sus ojos, él estaba esperando a alguien, a alguien que no era yo y acabo de arruinar su momento. No sé porque me molesta tanto que no haya adivinado quien soy, él no me había visto, así que había muchísimas posibilidades de que no lo adivinará, pero yo soy tan tonta que me pensaba que me reconocería, pero aunque me cueste admitirlo eso no es lo que más me duele, lo que verdaderamente me duele es que esté esperando a una tal Amanda y aunque eso no me debería de molestar, ya que Moon es libre de hacer lo que quiera, no puedo evitar que me duela.
-Yo... -intento hablar para decirle que no soy Amanda, pero no me salen las palabras, así que hago lo primero que me viene a la mente y eso es irme de allí, pero antes de que pueda dar un paso, Moon se gira y me coge del brazo, impidiendo que me mueva de donde estoy.
-Calzaslargas -dice sonriendo, como si mi presencia aquí no le hubiera sorprendido.
-Perdón si te pensabas que era Amanda...yo ya me iba.
-¿Amanda? ¿Pero que Amanda? -pregunta riendo, dejándome a mi desconcertada.
-Tú Amanda, la chica que estás esperando.
-Calzaslargas, sabía perfectamente que eras tú, esas manos tan suaves que tienes, tu dulce voz y sobre todo ese olor a rosas silvestres que tan loco me vuelve, todo eso haría que te reconociera aunque estuvieras a 100 metros de distancia, porque aunque no estés cerca de mí, recuerdo cada detalle tuyo a la perfección, te aseguro que aunque perdiera la memoria, me olvidaría de todo menos de ti, porque ni aunque quisiera te podría sacar de mi cabeza.
Su confesión hace que me quede estática, no sé que hacer ni que decir, lo que menos me esperaba es que me dijera todo eso, por un lado me alegro de que no haya ninguna Amanda y que me reconociera enseguida, pero por otro lado esas palabras hacen que me de cuenta de que a Moon le gusto más de lo que yo imaginaba, y eso hace que tenga miedo de confesarle lo que siento, porque sí, él me gusta, pero no tanto como yo a él, y eso a veces puede ser peligroso.
-¿No vas a decirme nada? ¿Qué pasa te ha comido la lengua el gato? -pregunta bromeando, cosa que hace que una risa nerviosa salga de mi boca.
-Es que no sé que decir, la verdad es que eso no me lo esperaba -confieso sinceramente.
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Lazo Rojo
Teen FictionUna noche de invierno. Bajo la luz tenue de la habitación. Una fiesta. Una borrachera inesperada. Acompañada del hombre que creía ser el adecuado. Una imprudencia. Un destrozo. Algo que marcará el resto de mi vida. Mi destino. Una historia llena de...