CAPÍTULO 17:

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—Calzaslargas, mejor olvidamos esa pregunta —contesta Moon.

—No por favor necesito saber la respuesta, necesito saber si todos los padres son como los míos o si ellos aceptaron lo de tu hermana y la apoyaron, por favor.

—¿Estás segura de que quieres hablar de eso?

—Si, por favor.

—Está bien, si es o que quieres te lo diré. A mi hermana le contagió un capullo, si digo capullo porque él lo sabía y no se lo dijo, mi hermana lo estuvo pasando mal y nadie sabía lo que le pasaba, después de tatos diagnósticos erróneos un doctor consiguió averiguar lo que tenía y se lo dijo a mi padre, ya que él es doctor.

—¿Y cómo se lo tomo?

—Nada más se enteró fue y abrazó a mi hermana, la abrazó con tanta fuerza que yo ya sabía que algo malo estaba pasando. Le contó lo que tenía de la manera más cariñosa y calmada posible y le dijo que estaría a su lado, que no la iba a dejar sola y que la familia junta saldría adelante.

—¿Y tu madre? —pregunto de repente. No conozco a su padre, pero solo por escuchar como trató a su hija ya sé que es un padre excelente.

—Mi madre al igual que mi padre la apoyaron desde el principio, estuvieron todo el tiempo a su lado dándole apoyo y cariño.

—Esos son buenos padres, ojalá los míos me hubieran apoyado o al menos me hubieran dejado explicarles como fueron las cosas —digo con tristeza.

—Calzaslargas por eso no te lo quería contar, no quería que estuvieras triste.

—No pasa nada, por lo menos me alegro de que siga habiendo gente buena, gente como tus padres, por cierto ¿vives con ellos?

—No, ellos estuvieron a mi lado cuando mi hermana murió, pero cuando cumplí los 18 años y vieron que yo ya estaba mejor decidieron irse de la ciudad. A mi padre le había ofrecido un puesto en el hospital de Valencia y a mi madre eso le serviría para superarlo, ellos se estaban quedando aquí por mí, pero cuando cumplí 18 les dije que se fueran, que yo estaría bien —suspira y sigue hablando: —Yo me podría haber ido con ellos, pero aquí tenía a mis amigos, iba a empezar la universidad y no me apetecía irme. Ahora vivo con mi mejor amigo, pero sigo viendo a mis padres un finde semana de cada mes.

—Bueno, lo importante es que os seguís viendo. Por cierto, yo vivía en Valencia imagínate que los he visto —digo riendo.

—No lo creo, Valencia es muy grande, pero quien sabe el mundo es un pañuelo y cosas más raras se han viso.

—Si, quien sabe, ahora me toca a mí contare como se lo tomaron mis padres ¿no?

—No tienes por qué hacerlo.

—Si, es lo que habíamos pactado cuando empezamos lo de las preguntas, así que te lo diré.

—Está bien, pero no estas obligada...

—Yo sabía que mis padres eran muy conservadores, estaba segura de que no se lo iban a tomar bien, pero esperaba que me escucharan y que llegaran a entenderlo, pero cuando les dije que tenía VIH mi padre empezó a insultarme y me echó de casa y mi madre como es una maldita sumisa decidió apoyarle en vez de plantarle cara a mi padre y apoyar a su hija, esos son mis estúpidos padres, los odio con todo mi corazón —Cuando acabe de decirlo, noté que estaba llorando, pero me sentía a gusto porque me había podido desahogar, había sacado eso que tenía dentro de mí y sin esperarlo Moon me abrazó.

—Calzaslargas tranquila, sé que lo que hicieron está fatal, es lo peor que se le puede hacer a una hija, no apoyarla cuando más lo necesita, pero no los odies, esa es una palabra muy fuerte y estoy convencidos de que algún día se arrepentirán de lo que te han hecho, con eso ya tendrán bastante sufrimiento

Lazo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora