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Sí, ayer volví a llorar, mientras trababa de hacer el menor ruido posible porque todos estaban dormidos, no quería que me vieran así.
Hacia mucho que no lo hacía.
¿Sabes qué es lo peor?
Lloré por vos.
Lloré por la impotencia de no poder hacer nada por ayudarte, por la impotencia de que estuvieras allá y yo estuviera aquí.
En ese momento te quise a mi lado más que las otras veces.
Pedí porque estuvieras bien.
Para no te pasará nada.
Para que el tiempo pasara rápido y estuviéramos juntos.
Lloré porque te quería sentir en mis brazos y aunque suene cliché, quería protegerte de todo lo cruel, lo que has vivido, lo que vives y lo que vivirás. Quería protegerte de todo eso.
Y ahora lloro.
Lloro porque tal vez sólo yo siento eso.
Lloro porque no quiero que esto se acabe.
Lloro porque me haces daño aunque dijiste que no lo harías.
Pero esto siempre pasa ¿no?
Las personas que pueden hacerte daño son las que más amas.
Por favor, que esto termine bien.
Por favor.

Lo que yo pienso IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora