Hilos

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Reyna, había pedido un helado de café con avellanas, tenía una salsa de frambuesa con rodajas de frutillas, preguntó -¿Habías venido antes?- mirando por la ventana -no, es la primera vez que vengo aquí, es muy bonito, me dijo que era un buen lugar- respondió Jason a la chica en el restaurante, uno bastante elegante que estaba en el mirador de un edificio desde donde se veía toda la ciudad durante la cena -¿Sabes?, has cambiado Jason- dijo Reyna sin mirarlo a los ojos el solo la miró de nuevo, con esa mirada con un deje de tristeza que ella conocía tan bien, ella era perceptiva y sabía lo que se sentía trabajar para ayudar a la familia, pero Jason a veces iba muy lejos, ponía las necesidades de todos los demás antes que las suyas, como si intentara desesperadamente ser el superhéroe de todo el mundo, o al menos de los que conocía -hubo un tiempo en el que creí que me gustabas, pero, no conocía realmente al chico, solo veía a un hombre amable, cortes, inteligente y que solo se metía en problemas para ayudar a otros, nunca pude atravesar esa máscara de perfección que le muestras a todos- dijo con los ojos ligeramente cristalizados queriendo contener una lágrima -Reyna yo...- intento empezar -esa persona...- le interrumpió la pelinegra -...que hace que te rías, que te preocupes, que te pongas nervioso, que te vuelve vulnerable...- bajo los ojos -...que no soy yo...- dijo en un murmullo y volvió a subir la mirada, esta vez segura -...es la persona en la que siempre piensas y no puedes quitar de tu mente, probablemente con quien quieres estar sentado aquí ahora y que también piensa en ti, quien pudo atravesar tu coraza, a quien le abriste tu corazón es la persona con quien deberías estar y me alegra que te haga feliz-. El resto de la cita fue casi en silencio excepto por algunas cortesías, Reyna se despido de Jason con un suave beso en la mejilla. El ojiazul fue a su casa pensando solo en lo que le había dicho la chica y se había dado cuenta que en casi todos sus pensamientos estaba el, el chico de cabello negro, ojos verdes, un poco tonto pero que por él se había puesto a estudiar materias dos años adelantadas, que se había puesto a hacer ejercicio, además de solo andar en patineta, y que intentaba no comer tantos postres y golosinas, a veces Jason despertaba con un sabor a chocolate en la boca por las mañanas, Jason sentía que no había hecho nada más que complicarle la vida a Percy.

Los dedos del moreno estaban enredados en el tejido, "¿Cómo es que Percy hace esto?" Pensaba Jason dentro del cuerpo del ojiverde intentando arreglar el enredo que había causado con la pulsera tejida que se suponía era algo fácil para él, su madre estaba en un telar que francamente para Jason parecía un método muy anticuado, ella le contó que solo lo hacía cuando se lo pedían y que le gustaba, a pesar del tiempo que requería, Jason seguía con los dedos en su hilo murmurando mal humorado hasta que de pronto los dedos de su madre separaron unos hilos y se aflojo el agarre del tejido -sabes Percy- dijo con voz suave la madre de este -tejer es como hilar sentimientos, tu abuela fue quien me enseñó a hacerlo, decía que para tejer correctamente tenías que usar un sentimiento, dime ¿A quién le tejes esto?- miró directamente al chico quien tenía una mirada diferente a la usual, Jason seguía inmóvil trazando en su mente que decir -¿Estás soñando?- dijo ella de pronto, el se sobresalto -¿Quién eres?- el chico quedó con la boca abierta -¿Usted lo sabía?- artículo bruscamente, -no estaba segura, Percy siempre está alegre, tú tienes una mirada diferente ¿Sabes?- "una mirada triste" pensó el muchacho, pues era lo que le habían dicho, los dedos de ella se deslizaban sobre las hebras -tienes una mirada segura y serena, pero triste...mi abuela me dijo que estos hilos son como la vida y el tiempo, se juntan y entrelazan para formar algo más grande juntos- ella sin muchos esfuerzo le ayudo, habían terminado de armar la pulsera y el menor noto un error en la maraña, -¿Y qué pasa cuando los hilos se enredan?-, ella puso un dedo en su barbilla muy expresivamente -es... es el universo, que intenta unir algo que está erróneamente separado- dijo. Esa noche Jason fue a dormir con una sensación cálida en el pecho, no lo había notado, pero Percy había crecido unos centímetros y estaba en mejor condición física que antes, al parecer le había hecho bien el ejercicio, que según se entró por Annabeth ya no solo practicaba el surf y la patineta cuando se le daba la gana, se había dedicado a ello, le contó que quería ser profesional.

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