Mis ocultos sentimientos

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Tony se acuclillo como un pequeño niño en la entrada de la habitación donde se encontraba Steve, y dejó que las lágrimas fluyeran. Se sentía tan abrumado por lo que estaba pasando, si se hubiese dado cuenta a tiempo de que tan importante y valioso era Steve en su vida. Pero el hubiese no existe, y a pesar de que se le retorcía el alma por volver a verlo parado junto a la ventana, aguardando por su regreso y escuchar su voz, reprendiendolo por su conducta indebida o por sus malas manías, así como extrañaba la sonrisa cálida y afectuosa, o el desayuno preparado con amor en las mañanas, sabía que pasaría mucho para que todo esto regresase.

Sentía un dolor tan intenso en su pecho y se sentía tan solo, como jamás lo había estado, y aunque trataba de convencerse a sí mismo de que lo importante era que Steve se encontraba bien y de que agradeciera que no había muerto, no era lo mismo el Steve niño, del que tenía que estar pendiente y cuidar, que el Steve grande, que siempre estaba junto a él, pendiente de que nada le pasará y haciéndolo alguien fuerte, porque no a pesar de que aparentaba serlo, no lo era, y Steve se había convertido en su fuerza.

En eso, siente unos brazos rodearle y sube la cabeza, descubriendo a Peter, quien le miraba con comprensión y le sonreía con tristeza. Tony, apresuradamente, se seco todo rastro de lágrimas y aclarando su voz, preguntó.

—¿que haces aquí? aún es temprano, deberías estar en la escuela—  le dijo, tratando de fingir que nada ocurría, aunque su rostro marcado por la angustia y las lágrimas no ayudaban a su causa.

—hubo problemas en la escuela y tuvimos que salir temprano— contestó con simpleza —ya no tienes que fingir, creo que por fin te diste cuenta, no. Supongo que debe ser una carga y un dolor fuerte para ti, así que trata, solo por un momento de dejar a Tony Stark de lado y solo se Tony, yo no diré ni te reprochare nada, debe ser suficiente con todo lo que has tenido que pasar, papá— le dijo comprensivo y suavemente, regresando al hombre de nuevo a su pecho, donde se permitió llorar con suavidad y dónde se permitió aceptar cuán roto estaba.

Tony y Peter duraron un buen rato allí, hasta que la puerta de la habitación se abrió, revelando a un lloroso y jadeante Steve, quien al verlos allí, corrió en su dirección.

—no me dejen solo, no me gusta— reclamo molesto y con un puchero, que desapareció al ver el rostro de Tony. —no llores, no me gusta ver llorar a las personas, si fue mi culpa, lo siento, pero ya estoy bien, no tienes de que preocuparte. Mamá y Bucky suelen llorar cuando me internan y no quiero que nadie este triste por mi culpa— dijo con su voz infantil, que salía con esfuerzos, mientras sus mejillas se tornaban rojas.

El hombre le miró con preocupación por aquello, mientras el rubio hacia grandes esfuerzos por evitar toser y por aparentar una fortaleza que no tenía, el ataque sufrido le había dejado bastante débil y mentiría si no dijese que lucho bastante para salir de allí, pero no le gustaba ver sufrir a las personas por su causa y había notado eso en la expresión del castaño mayor, y por alguna razón, eso le causaba culpa y dolor.

Fue poco lo que el pequeño rubio pudo seguir fingiendo, pues, llegó el momento en el que la debilidad fue tanta, que sus piernas ya no pudieron sostenerlo y cayó de rodillas, mientras tocia frenéticamente.

Peter y Tony corrieron a auxiliarlo, mientras que una enfermera que se dirigía a la habitación, al ver lo ocurrido, le suministro un pequeño inhalador, el cual logro calmar la tos del menor.

—señor Stark, el paciente no podía salir de la habitación aún, tiene estudios pendientes y estábamos atentos por si una situación cómo está se llegaba a presentar, tenemos que llevarlo de vuelta a su cuarto— dijo la enfermera, mientras lo miraba con reprobación.

—y-yo no quiero volver allí, es frío y muy solo... No me gusta— murmuró el rubio con esfuerzos y con la voz entrecortada.

—existe la posibilidad de que pueda ser trasladado a mí habitación, me encargaré de mantenerlo monitoreado, además de que no estará solo— cuestionó el castaño mayor, mientras veía como el pequeño rubio hacia grandes esfuerzos por mantenerse despierto.

—como desee, Señor Stark, pero el niño tiene que permanecer con los equipos conectados por lo menos seis horas más— dijo la mujer, sabiendo que aquel hombre era el dueño de todo y que si su respuesta no lo convencía podría ser despedida.

La mujer saco un pequeño comunicador y llamo a varios empleados más, para que trasladarán lo necesario a la habitación del hombre, mientras esté y su hijo se quedaban con el pequeño rubio, pues el mayor se rehusaba a soltarlo.

—que ocurrió, papá, por qué Steve estába internado y que fue esa tos— preguntó el menor, completamente alterado, mientras acariciaba suavemente las hebras rubias del infante.

—Steve sufrió de asma, y con el asunto de la edad y la ausencia del suero este ha regresado— explico, sin apartar la vista del pequeño que descansaba en sus brazos.

—ya veo— simplemente contestó el menor, sin atreverse a interrogar algo más, pues la situación era difícil para su padre y mentiría si dijese que no lo paso mal cuando lo vio toser de forma tan alarmante. Él también necesitaba a Steve en este momento, pero, su padre lo necesitaba a él, por eso debía ser fuerte.

*****

Durante lo que duró el traslado, el castaño no permitió que nadie más, excepto su hijo tocará al pequeño rubio, y cuando llegó la hora de volver a ponerle todos los aparatos, a regañadientes, tuvo que aceptar que una enfermera realizará el trabajo.

Ahora, el rubio se encontraba allí, dando señales de despertar, mientras los dos castaños, permanecían allí, al pendiente de cualquier anomalía.

—Tony, perdoname— murmuró, ni bien había despertado, acelerando el corazón del mayor y causando dolor a la vez en el por la tristeza que había en su voz.

—Steve, no te esfuerces, y no te disculpes, no tengo nada de que perdonarte— le dijo rápidamente el mayor, mientras se acercaba a la cama y se acostaba a su lado, para acariciar con cuidado y cariño sus cabellos, reconfortando al menor.

—Tony... Puedo pedirte un favor— cuestionó nervioso y con su tierna voz, enterneciendo a los presentes.

—¿de que se trata?— preguntó el castaño, mirándolo con cariño.

—podrias quedarte conmigo hasta que despierte, por favor. No me gusta estar solo— pidió tiernamente, ganándose un asentamiento del mayor, quien se acomodó en la cama lo mejor que pudo, para no lastimar al rubio y para su propia comodidad, todo bajo la atenta mirada del castaño menor, quien no se creía lo que estaba viendo. Era muy difícil que Tony accediese a acostarse, de hecho, a Steve grande aún le costaba trabajo hacerlo, suspiro y lo dejó pasar, seguramente su padre tenía algo en mente. —cuando despierte ¿Estarás aqui, verdad?— preguntó temeroso.

—claro que si, ahora deja de estar dando lata y descansa, tienes que recuperarte— le dijo con su tono habitual, recibiendo un asentamiento del rubio, quien se acomodó en el pecho del mayor, rodeándolo con la manita que tenía conectada al suero y buscando una posición cómoda, para después de algunos minutos quedarse dormido.

—¿en verdad vas a quedarte?— preguntó el castaño menor, mientras lo miraba con incredulidad.

—si, me dije que me quedaría con él y así lo haré, además, ya le he fallado muchas veces, quiero recompensarselo— dijo serio, acomodandolo mejor.

—me alegra que lo hayas notado. Creo que me voy, iré a trabajar con el doctor Banner, regresaré para cuando despierte— se despidió el menor, saliendo de la habitación y dejando solos al castaño y al rubio.

—si estás ahí, Steve, quiero que sepas que espero tu regreso, tu me dijiste algo y aún no te he dado una respuesta— le susurró, para besar suavemente su frente y empezar a velar su sueño.

Enamorándome De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora