No soy una Lunática

A primera vista

Canción ambiente: Absolutely Smitten-Dodie
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"Conocerte fue como escuchar una canción por primera vez y saber que sería mi favorita"

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El caldero chorreante estaba cerrado al público ese día, pero aún así estaba lleno. Los Potter y todos los Weasley estaban allí. También algunos viejos amigos de los dueños, como Dean y Seamus, se encontraban en el local.
Apenas faltaba gente, pero se esperaba a quien estaba por llegar con ansias.

James Sirius se paseaba entre la gente con aire aburrido. Estaba hambriento y no podían empezar a comer hasta que llegara la gente que faltaba. Era un panorama que conocía de sobra: Su madre, su padre, Lilly Luna persiguiendo a Rose que a su vez persigue a Hugo... Y Albus sentado en una silla con cara de disgusto.

"Vaya amargado" Pensó. Su hermano hacía tiempo que tenía la misma cara siempre que estaba con ellos, y hacía ya tiempo que le desquiciaba.

Siguió con su revisión. Neville y Hannah seguían sacando comida de la cocina; pavo, zumo de calabaza, tarta, patatas...
Pasó por delante de un nutrido grupo, todos admirando a la niña que habían adoptado Dean y Seamus hacía poco. Aún era un bebé, y hacía las delicias de la gente riéndose y agarrándole el dedo a todo aquel que se lo tendía.

De repente,un sonoro estallido y humo procediente de la chimenea hicieron que todos centrarán su atención allí, y pronto estaban saludando a los recién llegados

Primero salió una mujer rubia, con un aire algo extraño, vestida de azul oscuro y con una gran sonrisa, a la que pronto reconoció como la madrina de su hermana y mejor amiga de su madre

—¡LUNA!— gritó Ginny

Ambas se fundieron en un abrazo y siguieron hablando

El siguiente fue un hombre de pelo castaño claro, y traje marrón, y justo después de él dos gemelos idénticos, que tendrían la edad de Lilly Luna, y que se unieron al alocado juego de esta en cuanto salieron

Y por último una chica. Una chica de su edad, delgada y pálida, con pecas por la zona de la nariz y debajo de los ojos, los cuales eran iguales a los de su madre, solo que con unas pestañas muy negras y largas, y el pelo de un rubio que casi era castaño le cubría gran parte de la espalda. Llevaba un vestido blanco con pequeñas flores azules, y un colgante realmente curioso que era igual a un corcho de cerveza de mantequilla, solo que en plata.
La había visto antes, sabía quién era. Stella Lovegood-Scamander iba a su curso, era una Hufflepuff y muchas veces había compartido clase con ella en sus tres años en Hogwarts. También se la había encontrado con sus padres, y ambas madres habían hablando sin parar, pero ellos apenas se habían dicho nunca nada.
Stella miraba tranquilamente el lugar, parecía que pisara nubes mientras pasaba sus ojos de un lado a otro lentamente, y sonreía. Simplemente sonreía mientras hacía eso.

—¿Que, o más bien a quien, miras pequeño?—Su madre interrumpió sus pensamientos.

—¡Nada! Solo que ocurría. Nada.—Se apresuró a responder

—Stella es muy amable. Y muy guapa. En vez de mirar tanto podrías hablar con ella ¡Os llevariais bien!

¿Mirar tanto? No la había mirado tanto. Sólo...solo veía quien salía de la chimenea, no tenía nada de extraño. Cuando alguien sale de una chimenea se le mira, es cuestión de educación. No había nada de lo que avergonzarse, aún así notó que se le sonrojaban un poco las mejillas. No ponía en duda nada de los que le había dicho su madre sobre ella, pero tenía cierta fama de lunática que había heredado de Luna.

— Ahora que estamos todos, deberíamos comer ¡Luego todo se queda frío!

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Miró a su madre rápidamente y ella le hizo un gesto que interpretó como “Habla con ella si no quieres que te corte la cabeza y la use como decoración para la puerta de casa”

Genial. Sentado a su lado en la mesa para niños. Perfecto.
La miró; ella hablaba con Lilly y Rose, que parecían muy entretenidas preguntándole sobre su colgante, su pelo o como era posible que oliera tan bien a lavanda. Era cierto, olía extraordinariamente bien a lavanda.

Stella contestaba con paciencia y una sonrisa a todo. Cuando ellas comezaron a hablar de otro tema, giró la cabeza hacia el. Fantástico, le acababa de pillar mirándola fijamente. Sin embargo,
ella no apartó la vista, si no que le sonrió y se quedó mirando también por una décima de segundo, hasta que el mismo se decidió a hablar

—Stella, ¿Verdad? Soy James

—¡Oh! Lo sé. Vamos al mismo curso.— sonrió.

Perfecto. Otra metida de pata. Se enrojeció hasta el punto de sentir las mejillas arder y a ella también se le volvieron un poco más rosadas que de costumbre.

No volvió a hablar con ella hasta más avanzada la comida, cuando todos comenzaron a hablar de que serían de mayores. Todos menos Victorie y Teddy, que habían acabado en esa mesa por falta de sitio y estaban muy ocupados haciendo manitas... Sintió un punto de asco.

—De mayor, yo pienso ser igual que mi madre —dijo Rose

—¡¡Yo curaré criaturas mágicas!! Y luego les daré pasteles y mimos.—Lilly Luna ya parecía estar fantaseando sobre como sería.—¿Y tu, James?

—Si todo va como está planeado, me tocaría ser jugador de Quidditch, como mamá.—Dudó un momento antes de preguntar- Stella, ¿y tú?

Stella salió de su ensoñación y parpadeó un par de veces. Se recolocó en la silla y tardó unos segundos en responder.

—No estoy segura del todo. Te responderé de manera distinta según cuando me preguntes. Los lunes y jueves suele sonar bien profesora. Algunos martes magizoologa suena perfecto. Sanadora suele sonar bien casi todos los días.

Hubo un silencio muy, muy corto y la conversación siguió para todos. Para todos excepto Teddy y Victorie, que hacían manitas y Stella y James, que hablaban de que sonaba bien los viernes

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Os mando tarta llena de amor

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Marmelada