Aún no se ha acabado

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Canción ambiente:

I see fire - Ed Sheeran
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"La destrucción también es una forma de creación"

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La hierba fresca acariciaba los pies de ambos, no había un ápice de tristeza en los ojos de ninguno. Stella pasó con delicadeza sus suaves manos por el pelo de James. Pensó en que, quizás muchos años después, recordaría esa noche y sonreía como lo hacía ahora, mientras recuerdos placenteros volvían a su mente.

Se equivocaba.

Las pesadillas no se había acabado aún, quedaba el gran final.

Los pasos acelerados y la voz de Emily gritando sus nombres les hizo separarse rápidamente.

— ¡Entrad! ¡Rápido! — exclamó la chica — Mcgonagall está al borde del ataque de nervios... Algo pasa

Corrieron hacia el gran comedor y llegaron justo a tiempo para escuchar las primeras palabras de la directora, mientras la gran puerta de cerradas tras ellos.

— Bien, ¡quiero que todos mantengamos la calma! — irónicamente, lo decía nada calmada— Hay intrusos en el Castillo de nuevo, pero esta vez las puertas están cerradas y...

—¡Bombarda! — el hechizo se escuchó a través de la densa madera de la puerta, que explotó al momento, tirando al suelo a Stella, quien se encontraba bastante cerca. James la cogió en brazos y la apartó de los escombros, reuniéndose a un lado con el resto del grupo.

Del polvo de la explosión emergieron caras conocidas. Quince, quizá veinte individuos encapuchados, liderados por la fornida mujer que ya había invadido Hogwarts hacía semanas. Pero lo espeluznante venía detrás... Agentes del ministerio les acompañaban, y no exactamente escoltándolos.

— ¡Imperio! — un hombre del ministerio, en específico Rufus Hoar, dirigió el maleficio hacia la directora sin darle apenas tiempo a reaccionar. En una situación normal, Minerva hubiera sido rápida cual centella y lo habría evitado, pero estando abatida como estaba, no tuvo oportunidad de apartarse siquiera, causando un grito de horror general en la sala.

Los profesores corrieron hasta colocarse delante del terrorífico grupo, creando una barrera entre ellos y sus alumnos, y apuntando frenéticamente con las varitas. Sin embargo, ante la presencia de unas armas de fuego que las seguían, nadie se atrevió a formular ningún hechizo, ni siquiera no verbal.

La líder avanzó, lentamente, haciéndose de vagar hacia Flitwick.

— Vaya, Vaya... Si nos volvemos a ver las caras...Quiero la varita. — Colocó su mano en la varita del hombre, quien forcejeó para recuperarla. Ella, certera como una bala, disparó contra un grupo de primer año sin apartar la vista de Flitwick. La bala pasó justo entre Rose y Diana, provocando el llanto desconsolado de la segunda y una mirada de puro terror de la primera.

Era astuta. Flitwick soltó la varita, y ella la partió en dos mitades. Se giró a su amedrentado público e hizo una burlona reverencia

— ¡Bien! Ahora, uno a uno, todo quien esté en esta sala le dará su varita a uno de nosotros. Por supuesto, no os estamos obligando— rió— tenéis dos opciones: magia o vida, vosotros elegís. Adultos primero, por favor.

No soy una LunáticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora