Beso [IV]

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Mina Pov;

Recuerdo estar acostada con los párpados cerrados mientras que, por tercera vez en menos de cinco minutos tu rostro se dibuja en mis pensamientos, me muevo sobre las sábanas en busca de una comodidad estable, bufo ante la frustración que recorre mi ser, de mala gana me incorporo sentándome sobre el colchón con la mirada posada sobre mis zapatos, estoy agotada recuerdo el pensar, quizás exhausta por todo lo vivido. Respiró con fuerza al mismo tiempo que inclino mi cabeza hacia atrás con ambas manos apoyadas sobre las sábanas, mi corazón duele, aún cuando soy consciente de que aquello no es posible. Siento como las calientes lágrimas comienzan a descender por mis mejillas, ¿Por qué lloro? Me pregunto deseando tener una respuesta para ese momento, en un estado de frustración atrapo mi labio inferior con los dientes sintiendo como estos se encajan contra mi piel, niego con la cabeza en un intento por mantener mis pensamientos coherente, lloro por ti Nayeon, lloro ante mis lastimados sentimientos, lloro por no poder entenderte.

El timbre de la puerta resuena por las silenciosas habitaciones que constituyen mi pequeño hogar, agacho la cabeza deseando que el desconocido simplemente abandonara mi casa. De repente escucho un trueno acompañado por las fuertes gotas que resuenan en mi techo, con culpa me levanto de la cama sintiéndome mal por la persona tras la puerta. Salgo de mi habitación arrastrando mis pies por el pasillo, mi respiración es fuerte, puedo oírla rebotando por las paredes indicando con aquel simple sonido que nadie más que yo, estaba haciéndome compañía.

Recuerdo quedar frente a la puerta escuchando como la lluvia cada vez se volvía más agresiva, tragó saliva sin saber muy bien el por qué estaba nerviosa, estiró mi mano derecha tomando el pomo de esta, uno, dos movimientos fueron necesarios para que la madera cediera dando paso a la vista del desconocido. Mi cuerpo se paraliza, verte de nuevo me sorprende, siento rápidamente mi cuerpo produciendo sudor frío, por instinto retrocedo un paso permitiéndote ingresar. Me sonríes de aquella manera peligrosa, de aquella forma que me desequilibra mental y física, tu te quedas ahí, con la mirada fija en mi rostro, como si estuvieses analizando mi expresión.

—Hola.

Me saludaste como si realmente no hubieses roto mi corazón como tantas veces lo habías hecho en el pasado. Recuerdo dejar que la ira actuara por cuenta propia tomando la iniciativa de empujarte desde los hombros ganándome un jadeo y una mirada de completa incredulidad por mi acción.

—Largo.

Te ordené sintiendo como las lágrimas y el sonido de mi ahogada voz lograban hacerte entrar en razón, ¿No te das cuenta? recuerdo el pensar, me lastimabas en ese tiempo Nayeon, y ahora que no estas a mi lado continuas haciéndolo.

Te quedaste sorprendida ante mis palabras, conmocionada por lo que te había dicho, testaruda como siempre intentaste nuevamente acercarte a mi cuerpo, pero yo simplemente volví a negarme a sentir tu tacto quemando mi fría piel. 

—Estaba ebria, no fue mi intención.

Soltaste queriendo de aquella forma solucionar las cosas, como si la ebriedad y tu estupidez fuesen capaces de minimizar el daño irreparable que había sufrido mi mente y corazón. Recuerdo el negar con mi cabeza permitiendo que la vulnerabilidad y fragilidad de mi cuerpo te diesen la oportunidad de poder acercarte acariciando mi rostro con tus húmedas palmas.

—Sabes que te quiero Minari.

Confiesas, y como tonta vuelvo a caer ante ti.

Guardo silencio teniendo una dura batalla mental, mis ojos se mantiene fijos en tu bonito rostro, me percato de lo empapada que estás, pero al parecer el hecho de causarte un resfriado no te importaba en lo más mínimo.

—Te traeré una toalla.

Aviso, porque a pesar de que estaba dolida una parte de mi seguía queriendo cuidar de ti. Recuerdo el girar sobre mis talones dispuesta en conseguir aquel insignificante objeto que te haría entrar en calor, pero para mi sorpresa tú me detuviste con tus dedos envuelto en mi muñeca mientras la suavidad de tus palabras me calaban hasta la médula.

—No vine por una toalla Minari, vine por ti.

Soltaste sin medir en las consecuencias, mi corazón se disparó como si estuviese en la pubertad, me sentí en mis 15 años, como la primera vez que te conocí, pero que más da, eso a ti no te importó. Te observé sobre mi hombro viendo tu mirada apagada, lo vi Nayeon, vi tu miedo envuelto en tus bellos ojos, ¿A caso eso también era falso?. Quise decir algo, no debía quedarme callada pero siempre sucedía lo mismo; con solo verte me quedaba pérdida, en un maldito limbo sin escapatoria alguna.

No puedo quitarme de la mente como tu tacto se apoderó de mis caderas, fuiste posesiva como tanta veces lo habías hecho en el pasado, me giraste sin llegar a lastimarme, no pude evitarlo, simplemente deje que mis manos se apoderan de tu cuerpo anhelando el exquisito tacto de tu fría piel, no me diste tiempo a reaccionar, simplemente lo hiciste sin preguntar.

Tus labios chocaron contra los míos, aguante la respiración en un vano intento por relajarme, pero eras tú Nayeon, nadie más que tú es capaz de provocar esas sensaciones en mi interior.
Fuiste brusca, aún puedo sentir tu tacto contra mi labio inferior, tu lengua se introdujo en mi boca como si fuese dueña de aquella extremidad, sonreír a medio del beso por qué a pesar de todo yo sí te amé.

Como era costumbre terminamos por hacer el amor, siendo las cuatros paredes de mi hogar testigos de los sonidos obscenos que brotaban de mis labios y de tu garganta. Cuando quise darme cuenta, tu ya te habías marchado, ¿Por qué mentiste Nayeon? ¿Por qué permitiste que me enamorara de una estúpida ilusión?

Doce Besos Y Un Adiós. (Minayeon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora