Mina Pov:
Recuerdo estar en la terraza con mis antebrazos apoyados sobre el barandal, mis ojos viajaban por diferentes puntos de aquel panorama que la acogedora mañana me brindó. Tenía un cigarrillo entre mis dedos, a cada pocos segundos lo movía de un lado hacia el otro dejando que aquel arma mortal se consumiera por su cuenta. No me gustaba fumar, y lo sabes, pero desde que te conocí todo en mi cambio, y nadie más que tu había sido la causante de aquello Nayeon.
Suspiré inclinando mi cabeza hacia atrás, a veces me gustaría no haberte conocido, pero luego recuerdo que, nadie más que tú es el responsable de mi alocado bombeo, de mi sangre caliente instalada en las mejillas, y sí, tal vez suene masoquista pero; por ti cariño volvería a pasar por esta tortura, por tu sonrisa, yo volvería a sufrir un milenio si es necesario.
Te oí caminar por el frío suelo de madera, tu caminar iba al compás del crujido del suelo, mi cuerpo se tenso dejando mis hombros rectos, mi interior anhelaba oír tu voz, oh mierda, realmente quería oírte nuevamente.
—¿Estás bien?
Preguntaste con un dejo de preocupación en tus palabras, ahora me odio Nayeon, no puedo negarte que más de una vez estuve tentada de aplastar mi cráneo con la pared al recordar las simples palabras que te dedique.
—Sí, estoy bien.
Mentí de una forma tan descarada que aún me siento culpable de aquello, si tan solo no lo hubiese hecho amor, si tan solo hubiese prestado más atención a tus señales.
Recuerdo sentir tu mano pasar por mis omóplatos, sé que estabas pensando cosas malas- siempre pensaste cosas malas, cariño-. Mi cuerpo se paralizó, tu tacto era tan malditamente suave que no sabía cómo reaccionar, así que me quedé ahí observando la nada misma completamente sumergida en mis pensamientos.
Si tan solo te hubiese escuchado, si tan solo no te hubiese dejado sola.
Aún no olvidó como alejaste tu tacto de mi cuerpo para encender un cigarrillo, te observé por el rabillo de mi ojo esperanzada en que dejaras aquel maligno vicio, por qué; aunque suene estúpido, yo no quería eso para ti.
—El cigarro te matará.
Comenté siendo lo suficientemente descarada en mis palabras. Tú giraste tu rostro observando el cigarrillo que tenía entre los dedos para luego subir hacia mi rostro brindándome aquella falsa sonrisa que tantas veces me habías regalado con anterioridad.
—Bueno, lamento decirte que estamos jodida.
Lo soltaste con amargura mientras llevabas nuevamente aquel pequeño pedazo cancerígeno hacia tus preciosos labios, no pude evitar gruñir, un tanto preocupada por tus acciones dejando de lado el hecho de tus palabras, ¿Por qué no te tome en serio? Me volviste a observar alzando una de tus cejas hacia mi dirección, sabía que querías preguntarme algo, pero en vez de eso simplemente soltaste un suspiro ¿Por qué te lo guardaste? ¿Por qué no fuiste sincera conmigo amor?
Nos quedamos en silencio, ambas sumergidas en distintos pensamientos. Recuerdo soltar el cigarrillo para luego estampar la punta de mi zapato contra el pequeño objeto, no podía verte fumando, no quería verte morir, pero sabía que era la menos indicada en pedirte que dejaras de hacer algo.
—Volveré a la cama.
Avise esperanzada en que tú dejases tu cigarrillo y me siguieras, pero en vez de eso simplemente asentiste con tu cabeza manteniendo tus ojos fijos contra los edificios que adornaban la ciudad. Regresé a mi habitación con el corazón estrujado, ni siquiera fuiste capaz de mirarme, ¿Que te sucedía? Odiaba eso de ti, odiaba con todo mi ser tu frialdad.
Recuerdo echarme sobre la cama escondiendo mi rostro entre las sábanas, quise gritar, quise volver a mis dieciséis donde nadie más que tú, era la culpable de mis problemas amorosos, de mi confusión. Cerré los ojos dejando que el sueño se apoderada de mi cuerpo, comencé a pensar en las ventajas y desventajas de salir contigo, de amarte como la forma en que la hacia, ¿Y quieres saber cuál de las dos ganó? Las desventajas cariño, tú me causabas más daño que sonrisas. Pero luego, cuando me mentalizaba en dejarte sentía como tus suaves manos envolvían mi torso apegando tu pecho contra mi espalda, y con unas simples palabras yo volvía a caer en tu poder.
—Me gustas Minari.
Admitiste provocando las incontrolables lágrimas descendiendo de mis ojos, porque sí, Nayeon, había anhelado tanto el poder oír esas palabras que no sabía cómo reaccionar en ese instante. Recuerdo oírte reír para luego sentir tus labios presionando la zona baja de mi cuello, por instinto me giré viendo tus lindos ojos enfocados en los míos.
—También me gustas.
Admití cavando mi propia tumba.
Y sin más, sonreíste de aquella forma que me paraliza, que congela por completo mi sangre, para luego acerca tu provocativo rostro contra el mío juntando tus labios en un calmado y necesitado beso. Tus carnes tenían aquel característico sabor a tabaco que tanto odiaba saborear, tu lengua era un mezcla de nicotina con pasta de dientes que aunque lo odiase no podía dejar de probar.
Aquel beso fue el mejor de todos los que me has dado cariño, uno de los mejores doce besos de toda mi vida.
Pero a pesar de todo no soy capaz de comprender tus acciones que terminaron por alejarme, ¿Por qué dijiste que te gustaba si no era verdad?
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Doce Besos Y Un Adiós. (Minayeon)
FanfictionMyoui Mina solo necesitaba doce besos para ser feliz. Im Nayeon solo necesitaba un adiós para ser feliz. [Se prohíbe adaptación u/o copia de esta historia, todos los derechos reservados] (La portada NO la he hecho yo) (perdí el nombre de tu usuario...