Beso [VIII]

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Mina Pov:

12 de diciembre del 2008; aún recuerdo como me besaste bajo la luz de la luna, tus suaves labios se adhirieron a los míos como si fuésemos dos polos opuestos, a mitad del beso soltaste una adorable risa que me hizo erizar los vellos de mi brazo, sentí tus cálidas palmas posándose contra mis caderas, te estabas apoderando de mi cuerpo, de mi alma... De mi corazón.

Te alejaste, sigo con aquella sensación de picor sobre mis enrojecidos labios, ¿Por qué lo hiciste? Estábamos bien de esa manera, siempre que tú boca se hallaba unida a la mía yo era feliz. Recuerdo como soltaste tu tacto de mi cuerpo para tomar tu teléfono móvil, ¿Desde cuándo aquel aparato era más importante que nuestro amor? Te observé reír para luego negar con tu cabeza, al parecer te habías olvidado de mi existencia, ¿Tan poco importante fui para ti? Cómo tonta me quedé ahí de pie en espera a que tu atención volviese a mi cuerpo, mis ojos se hallaban fijos en tus bonitas facciones, te veías tan feliz hablando con el desconocido, tan alegre por lo que sea que estuviesen charlando.

Suspiré completamente tranquila por tu indiferencia, ¿Tanto te amé? Cómo para soportar todo aquello. Recuerdo como guardaste tu teléfono en tu bolsillo trasero, tus preciosos ojos volvieron a encontrarse con mi mirada apagada, te sonreí por instinto, por querer demostrarte que nada me afectaba, aún cuando ambas sabíamos lo que tú me causabas.

Me sorprendí, no te lo niego, sentir como tus manos envolvían mi torso me habían dejado estática, ¿Tan bipolar fuiste siempre? Sentí tus labios chocando contra mi quijada para luego de un dulce beso contra mi boca, podía ver tu felicidad, tu cuerpo desbordaba alegría, ¿Que fue lo que te dijo aquella persona? ¿Por qué yo no podía provocar eso en ti?

—Vamos, te cocinaré.

Ofreciste dejándome aún mas confundida de la que ya estaba, tu, al ver como había reaccionado soltaste una carcajada completamente divertida de la situación, como si crear confusión en mi fuese el mejor chiste que te hubiesen contado. Sentí tus dedos rodeando mi muñeca, tiraste de mi extremidad ingresando hacia tu departamento, aún puedo sentir el dulce aroma a vainilla que tu hogar desprendía, era acogedor, todo en ti era acogedor, pero al parecer eso tú no lo sabías.

Dejaste mi cuerpo contra las suavidad de tus sábanas, ¿Cómo llegamos hasta esos instante? No lo recuerdo, pero no iba a quejarme, no cuando estabas sobre mi cuerpo moviéndote con una lentitud torturadora, sentí tus labios atacando la piel expuesta de mi cuello, tus calientes palmas se introdujeron por debajo de mi camiseta tocando con las yemas de tus dedos mi abdomen, trague saliva a entreabriendo los labios, ¿Que tenías? ¿Que poseías para dejarme tan malditamente inestable? Tu caliente respiración chocaba contra mi caja torácica, por instinto lleve mis manos hacia tu suave melena apretando tu cuero cabelludo, pude oírte soltando un jadeo el cual fue música para mis oídos, mientras que mis ojos viajaron por la habitación notando nuevamente aquel blanco papel esta vez estando sobre el escritorio.

Lo siento, ¿Si? No podía con la curiosidad que carcomía mi mente.

Te empujé, lo recuerdo, aún puedo ver tu mirada confundida y tus labios hinchados, ¿Por qué no me lo dijiste? Recuerdo levantarme de la cama, llevé rápidamente mis manos hacia mi camiseta arreglando el cuello de esta, tú te quedaste ahí, en silencio observándome como si estuviese mal de la cabeza. Cuando me viste caminar hacia tu mueble te levantaste con fuerza, ni siquiera había sido capaz de llegar, tú fuiste más rápida atrapando mi cintura.

—No.

Soltaste con dureza al mismo tiempo que me alejabas de aquel sobre, ¿Que escondías? Antes no lo sabía, no tenía ni la menor idea del contenido de la carta, ¿Era para mi, verdad? ¿Por qué lo hiciste Nayeon? Recuerdo luchar contra tu fuerte agarre, ya no había suavidad en tu tacto, simplemente ejerciste presión contra la boca de mi estómago logrando levantar mi cuerpo del suelo.

—No es de tu incumbencia, Myoui.

Hablaste de forma tosca mientras me sacabas de tu habitación.

—Lárgate, no quiero nada contigo, se me quitaron las ganas.

Comentaste con un toque agrio en tus palabras, no fui capaz de llevarte la contraria, la seriedad en tu mirada, tu afilada lengua había golpeado mi adolorido corazón. Recuerdo acercarme a ti, tu rostro serio, poco expresivo, se mantenía fijo en el mío. Te besé, no es los labios, fue un pequeño tacto de mis carnes contra tu mejilla, fui capaz de oír un suspiro de tu parte, a la vez que sentía tus dedos rozando mi muñeca. 

—Adiós, Minari.

Te despediste con un toque extraño en tu tono de voz, antes no lo sabía, pero ahora sí.

¿Por qué te despiste si no era eso lo que me querías decir?

Doce Besos Y Un Adiós. (Minayeon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora