· Capítulo 32: Mundo ·

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- No pienso ir.

- Venga, cariño. Es la única oportunidad que tenemos para reunirnos con nuestro clan – insistía la anciana.

- Id vosotros, yo me quedaré en casa – la quinceañera no daba su brazo a torcer.

- Pequeña, piensa que si vienes podrás hacer amigos – lo intentaba esta vez el cónyuge de la señora.

- Que no – se tira de cara sobre su cama –. Si voy llamaré la atención y no quiero, dejadlo de una vez.

- ¿Y qué pasa con mamá? Sabes que se moría de ganas por ir – continua el mayor.

- Es cierto, no me quiero ni imaginar lo triste que se pondrá si ahora lo anulásemos... – dramatiza la mujer limpiándose las lágrimas falsas con un pañuelo.

La adolescente ladea la cabeza para ver a través de la puerta pues daba a la habitación de su progenitora, ésta se encontraba probándose unos vestidos frente al espejo y pudo notar como sonreía como una niña a pesar de ser ya una adulta hecha y derecha. Junta los párpados con pesar, pocas veces veía a su amada madre tan ilusionada por algo de verdad y no sería ella quien le arrebataría su humilde deseo.

- ¡Ag! – Se queja Amy realizando una pataleta y escondiendo su cabeza en el almohadón – ¡De acuerdo, iré! ¡Pero volveremos pronto a casa!

- Si~ – canturrea feliz la pareja mostrando con sus dedos el signo de la victoria.

            Pasear por aquella aldea subterránea que solo abría una vez al año para reunir a los Sioux sobrevivientes de todo el planeta, estaba siendo peor de lo que se imaginaba, parecía que todo el mundo oliese que era una mestiza ya que podía ...

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Pasear por aquella aldea subterránea que solo abría una vez al año para reunir a los Sioux sobrevivientes de todo el planeta, estaba siendo peor de lo que se imaginaba, parecía que todo el mundo oliese que era una mestiza ya que podía percibir las múltiples miradas de rechazo hacia su persona y eso que se había ataviado con un vestido que cubría toda su piel, además de un sombrero para que fuese difícil exponer sus claros ojos verdes. La presión la está torturando.

- Dime, Amadahy – intervino de repente su jovial madre –. ¿Qué flor crees que me queda mejor? – Preguntaba poniéndose en cada oreja un distinto brote.

A su derecha traía puesto una Azafrán, la combinación de los tonos morados y el interior blanco era muy exótico y bonito, sin embargo, al otro lado mantenía una Camelia blanca y a pesar de que fuese más sencilla, sentía como si aquellos pétalos plasmaran más con la espléndida persona que tenía frente a ella.

- Esta – señala a su izquierda –. La Camelia resalta más con tu cabello azabache y también, vas más acorde con su significado, la belleza perfecta.

- Oh... – Pestañea varias veces y se queda pensativa – Entonces me quedaré con el otro – le entrega al dependiente el dinero correspondiente.

- ¡¿Por qué me pides opinión si luego vas a hacer lo que tú quieras?! – Eleva un poco la voz al mismo tiempo que agita sus brazos.

- Yo me quedo con el Azafrán, pero para ti será la Camelia, porque... – aprovecha que su hija se ha parado por el aturdimiento para colocarle la flor que le acaba de regalar – Tu eres lo más precioso que existe, cariño.

ЄИGЄL MӨЯGЄИ · Attack on Titan / Shingeki no KyojinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora