Hace mucho tiempo, un pequeño Joia salió a recorrer Raanan. Le gustaba correr por la orilla del lago y ver las montañas de lejos. Le encantaba ver los matices de colores que le daban los distintos tipos de flores; tonos rojos, violetas, verdes y naranjas.
Ese día, el Joia se echó al pie de un árbol a descansar. Entonces vio sobre una de las ramas a un pájaro de plumaje tan negro como el ébano. Tenía los ojos redondos, brillantes, y el pico ancho y alargado. El Joia se quedó impresionado, puesto que nunca había visto un pájaro similar en Raanan.
—¿De dónde vienes? —preguntó curioso.
—Soy parte de esta tierra —respondió el pájaro, sin ánimos de dar demasiadas explicaciones.
—Nunca había visto a una especie como la tuya, ¿hay más como tú?
—Los hay, pero estamos escondidos por la guerra. ¿Tú eres un Joia, ¿no? ¿Cómo es posible que no conozcas mi especie si ustedes tienen la esencia de todos los animales?
El Joia bajó la mirada, apenado. A su corta edad, apenas comenzaba a desarrollar sus poderes y todavía no era capaz de transformarse en todos los animales que quisiera.
—Es que yo... Todavía estoy aprendiendo —respondió—. Puedo transformarme en animales pequeños...
—Ya veo, eres un novato —contestó el pájaro con altanería—. Debes esforzarte mucho para descubrir todos tus poderes. ¿Puedes transformarte en un pájaro y volar hasta aquí?
—Creo que sí...
—Pues inténtalo. Debes practicar mucho si quieres ser poderoso.
El lobo blanco asintió, convencido con aquellas palabras. Cerró los ojos, y se transformó en un pequeño colibrí. Extendió sus alas y con algo de dificultad, voló hasta la rama para encontrarse con el cuervo.
—¡Lo logré!
—Te lo dije —respondió el cuervo, orgulloso de sus palabras.
—Voy a practicar mucho para poder transformarme en un cuervo.
—Nosotros somos mal vistos en Raanan, por nuestro color... Por eso nos mantenemos ocultos.
—Yo creo que en algún momento esta guerra absurda se va a terminar. Los Kiar pertenecen a nuestra misma raza, son Joias al igual que yo, pero están cegados por la ambición... Me gustaría que pudiéramos vivir como antes, todos juntos, que no existan diferencias entre nosotros.
—Pero las hay... Ustedes tienen el pelaje blanco, y ellos lo tienen negro. Aunque la guerra se termine y ellos regresen a las montañas, van a ser diferentes a ustedes.
—El color de nuestro pelaje no tiene por qué ser un problema. Ellos también son Joia, tenemos la misma raza. Ellos eligieron apartarse y comenzar una guerra, pero creo que todos podemos ayudar para que se termine si les demostramos que somos iguales.
El cuervo se quedó en silencio, conmovido por las palabras de aquel cachorro.
. . .
—¿Y qué va a suceder cuando el hechizo se rompa?
—Mael podrá salir de la prisión de magia que le puse.
Gabriel contuvo el aire, aterrado.
—¿Y qué se supone que vamos a hacer cuando suceda eso? ¡Nos va a matar a los dos!
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Raanan: la tierra oculta
FantasyGabriel es un hombre de veinticinco años que ejerce como veterinario en su ciudad. Una noche se encuentra con un lobo herido, y movido por la compasión, decide ayudarlo. A partir de ahí, la vida de Gabriel dará un giro; conocerá un mundo nuevo que s...