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Nadie se puede imaginar los mundos que yo imagino, nadie más que yo, viajar a cada rincón y sentir el aire en la cara cada vez que vuelo los montes que algún quizás llegue a tocar con los dedos de mis pies, recorrer las calles  más escondidas del mundo, pintar en las paredes y marcar mi existencia con los recuerdos, enamorarme de nuevo en nuevos mundos, alcanzar la cima de mi meta.
Consigo lo cumplidos y me pongo a llorar mirando por la ventana y verme tan viejo tan pronto, que los años de mis lunares ya se cumplen cada año bisiesto para hacerme un favor, de nada y ni de nadie, la autenticidad de mis pecados, y de mis acciones ya no son problemas, en este mundo se perdona todo con el paso del tiempo.
Las canas de mi barba se asoman al Kilimanjaro de mis emociones haciéndome ver que en la vida hay más pereza que serenidad, ni yo me creo que en vez de sed sea la vez que por sed beba.
Me agarro fuerte de la mano del primero que se deje, sin mirar, e intento tirar para adelante con rumbo a la felicidad, de ser posible, cojo la carretera de peaje, me cansé siempre de esperar mi turno para saltar a la vida, robo aviones y no sé volar...
Me encantaría verme de nuevo en el espejo y mirar atrás por un momento y que se refleje en el cristal mi vida cuando tenía tres años...así soy yo, una de las personas más locas, bueno tú lo sabrás bien.

CASI IGUALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora