Cap 33- Grace

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- ¡Tom, ya cállate! – grité mientras buscaba ropa en mi closet.

¿Se acuerdan de la conmovedora escena fraternal?

Pues son exactamente estos momentos en los cuales quiero cortarle la cabeza a mi hermano.

Mi madre se había ido al trabajo temprano, Kay ni idea y Jack seguía dormido.

- …All the single ladies, All the single ladies, All the single ladies… (Todas las mujeres solteras) – Tomias estaba cantando esa canción desde que se metió a la ducha.

- Tom, si sigues cantando te grabare y le mostrare a tu futura esposa e hijos que su padre era gay  o algo parecido – amenacé furiosa.

Estaba atrasada, tenía que bañarme, cambiarme, y aún tenía puesto el traje de monja.

- ¡Hey!, te encontré – sonreí al ver mi pantalón bajo mi cama.

Podía ser de todo, menos ordena.

- ¡Tom, ya deja a Beyonce y su canción en paz y sal de la ducha! – volví a vociferar cuando repetía la canción por cuarta vez.

- No es mi culpa que seas una amargada que no sabe de la buena música – se defendió.

- No soy una amargada, y ya sal de la ducha – exigí saliendo de mi habitación y tocando la puerta del baño.

La perrilla dio un giro y de allí salió mí no tan hermoso y poco sensual hermano con una toalla amarrada a la mitad de la cintura y con el cabello escurriendo gotas de agua.

- Ya salí, ¿Estas feliz? – preguntó cruzándose de brazos.

- Si, mucho – exclamé para frente a él – ahora quítate.

- Debes controlar tu temperamento, serás una solterona si sigues actuando así – explicó apoyando el hombro en el marco de la puerta.

- Una solterona con quince gatos – rectifiqué.

- Pero una solterona – al acabar de decir la frase, la toalla que llevaba amarada en la cintura cayó en el suelo.

- ¡Ahh! – grité lo más fuerte que pude y corrí a esconderme en mi cuarto.

Me senté sobre la cama con el fresco recuerdo de mi hermano al natural.

- Nada de esto ha pasado, nada de esto ha pasado – me mecía como niña pequeña después de ver a sus padres procreando a su hermano.


- Camil, ¿Cómo estás? – preguntó Kelly sentada frente a mí en una de las mesas de la biblioteca.

Tenía el primer periodo libre gracias a que mí no tan responsables profesor, se le dio la gana de irse de juerga y amanecer ebrio en algún lugar de San Diego o de Estado Unidos, cualquiera de las dos era posible.

¿Cómo lo sé?

Escuche la conversación del director con el señor Rodríguez mientras pasaba por su oficina.

- ¿Cómo crees que estoy? – levanté una ceja mientras bajaba mi libro.

- ¿Qué paso? – soltó un bufido.

- Vi a mi hermano desnudo – bajé la cabeza totalmente roja.

Kelly soltó una enorme carcajada.

- No es gracioso – fruncí en entre cejo irritada.

- Oh – paró de reír – ¿Hablabas enserio? – indagó dándole poca o nula credibilidad a mis palabras.

- Si – le tiré mi libro, pero logro esquivarlo.

- Oye, no me ataques con… – tomó el libro y leyó el titulo – ¿101 formas de cómo verse bien a los cincuenta? – me miró – ¿por qué?

- No lo sé, pero ya descubrí doce formas de hacer magia con solo pepinos – sonreí.

- Recuérdame nunca dejarte venir sola aquí – dejó el libro sobre la mesa – además no preguntaba cómo estas por eso.

- ¿Y esto?

- Lo hacía porque llevas puesto un traje monja puritana – me señalo.

Mire hacia abajo para corroborar lo que decía, y era verdad.

- Todo me sale mal – golpeé mi cabeza contra la mesa – mátenme antes de que deje crías.

- Tampoco es para tanto – se sentó a mi lado – vamos, tengo entrada ilimitada a los disfraces del club de teatro – puso una mano en mi hombro – no sé que hay allí, pero algo puede ser de utilidad.


- Camil, sal o te saco – me amenazó Kelly por quinta vez o sexta.

- Te dije que no.

- ¿Por qué no? – preguntó cansada.

- Porque no quiero.

- Sal o le diré a Tom que venga.

- Ya salgo – anuncié mientras tomaba el ultimo respiro de mi dignidad – aquí estoy – dije parándome frente a ella.

- Te ves...

- Lo sé, como un dulce de miel, anda riente – la animé.

- ¿Puedo? – preguntó algo dudosa y yo asentí con la cabeza.

Otra vez ella soltó una enorme carcajada, y no la culpo, estaba con un vestido blanco y rosado que me llagaba hasta las rodillas y tacos de quince centímetros, al pareces la próxima obra que van a interpretar es ‘Grace’.

- Ya, no abuses – paré su histérica risa.

- Bien, fue suficiente – se levantó del suelo.

Si, se había tirado al piso a reír.

¡Maldita Kelly!

- Salgamos de aquí – gruñí de mala gana.

- Si – me siguió fuera de la habitación al corredor llenó de gente, y por suerte nadie volteó a verme y eso estaba bien.

- Camil, llevaba tanto tiempo buscándote – dijo aquella voz inconfundible.

- Hola, Mike – salude totalmente abochornada mientras daba la vuelta.

- ¿Por qué estas vestida de esa manera? – frunció el ceño.

- Yo me visto de muchas manera, ¿a  cuál precisamente te refieres? – intenté esquivar su pregunta.

- Nada, olvida y… por cierto, el rosa te queda bien – alzó un pulgar en señal de aprobación.

- Cállate – le tiré el libro que tenía en mis manos, pero logro tomarlo en el aire.

- ¿101 formas de cómo verse bien a los cincuenta? – preguntó extrañado.

La verdadera razón por la cual leía: ¿101 formas de cómo verse bien a los cincuenta?

Era porque… no yo sé.

- Es para… mi mamá – dije nerviosa.

- ¿Tu mamá tiene cincuenta?

- No, pero los tendrá en algunos años – concluí.

- Claro – me lo devolvió – cuando llegué el día dile que le deseo unos felices cincuenta, me tengo que ir, nos vemos en clase – dio la vuelta.

Y este día no podía empeorar, bueno, al menos que una invasión zombie.

Despertando a los vecinos de abajo (Vic Fuentes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora