Número y fiesta | Tom Hiddleston

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Siento que alguien me está observando, lo cual no es algo que me sorprenda demasiado porque cada vez que vengo a este café, hay alguien que quiere entablar conversación conmigo por ser clientes frecuentes y amigos ligeramente distantes.

O tal vez sea mi paranoia por leer tantos libros de John Katzenbach. O simplemente sea por el hecho de haberme leído El Psicoanalista por sexta vez y me sienta paranoica por todo lo que pasó en el libro. Sí, de seguro ha de ser eso.

Continúo con mi lectura, tratando de dejar a un lado la sensación de ser observada fijamente. Paso de página y aprovecho para levantar la mirada lo suficiente para ver el local con discreción. Veo la cara familiar de Tonya, Alex, Peter, Marco, Paul y Sean.

Todos están muy enfocados en sus mundos, así que regreso mi atención a Hamlet y su dilema de ser o no ser.

Pero siento que alguien me está observando.

Frustrada por no poder concentrarme en mi obra favorita, dejo mi copia vieja y un poco dañada por el uso y tomo mi taza de té, tomándome mi tiempo para ver bien los rostros y averiguar quién demonios me está observando tanto. Trato de disimular mi molestia ocultando parte de mi rostro en la taza mientras doy un sorbo cauteloso porque la bebida sigue estando tan caliente como el infierno.

Mis ojos recorren el local lentamente. Hasta que se encuentran con los ojos más lindos que jamás he visto en mi vida, además de los ojos de Pupper, mi perro. Aparto la mirada a los tres segundos de contacto visual, sintiéndome un poco nerviosa por la intensidad de su mirada. Es como si estuviera atravesando mi alma con sus ojos claros y llenos de sabiduría.

Reconozco al de ojos intensos como Tom, el mejor amigo de Benedict, quien es mi padrino. Sé que Tom es el dueño de esos ojos perfectos porque solamente un hombre así de perfecto puede ser el dueño de unos ojos tan perfectos como esos. Es él, o uno de sus dobles de acción.

Con gran dificultad, bajo mi mirada y agarro mi libro, decidida a ignorar a Tom Hiddleston y enfocarme en mi lectura de domingo. No creo que sea posible, honestamente, el hecho de saber que Tom me ha estado observando estos últimos tres minutos hace que me sienta nerviosa y halagada al mismo tiempo. Había estado preguntando por él hace un par de meses, cuando lo vi tomando té en la misma mesa en la que está ahora. Benedict me había dicho que él es su mejor amigo, que estuvo presente en su boda y en uno de mis cumpleaños, hace tres años. Cuando me enteré de que Tom Hiddleston estuvo en una de mis fiestas, perdí la cabeza y le grité a mi padrino por no haberme dicho antes que el hombre más perfecto en todo el universo estuvo presente en mi cumpleaños más vergonzoso gracias a mi amor a hacer el ridículo en situaciones sociales.

Sin poder evitarlo, levanto la mirada para encontrar a Tom viéndome. Mis mejillas se sonrojan y aparto de nuevo la mirada, sintiéndome intrigada y un poco incómoda. ¿Por qué me ve tanto? ¿Acaso tengo una rata en mi cabello? O aun peor, ¿estoy leyendo el libro al revés?

No, no estoy leyendo el libro al revés. Y en definitiva no tengo una rata en mi cabello. Ya me habría dado cuenta.

Frunzo el ceño y aclaro mi garganta. Esto es demasiado incómodo. Pero me niego a irme y darle el gusto de ganar. Tengo más tiempo siendo cliente frecuente de este lugar que él, aunque sea varios años mayor que yo, tengo más autoridad en este lugar que él, aunque él sea el hombre del momento.

Dos minutos después, decido que no tolero más su mirada intensa y me trago el té de golpe, quemando mis labios, lengua y garganta en el proceso. Dios mío, hasta mi estómago se quema. Tomo mi libro, bolso y la taza y camino hacia la zona de entrega de utilería. Le doy la taza a una de las meseras y me apresuro en dejar el local, luciendo como una persona que tiene prisa en dejar el local porque tiene algo más importante que hacer... como no ser observada por Tom Hiddleston.

Marvel's OS: Cast + Personajes | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora