Valió la pena | Steve Rogers

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Abro la puerta principal de mi apartamento y entro a mi hogar arrastrando mis pies, sintiéndome más muerta que viva. Una vez dentro de mi guarida, cierro la puerta y arrojo mi mochila cargada de libros al sofá, pero este rebota y cae al suelo, dejando libres a algunos de mis libros.

Observo la mochila y los libros y bolígrafos en el suelo con rencor. Maldita mochila. Malditos libros. Malditos bolígrafos. Malditos exámenes finales y maldito estrés.

—Jódanse, hijos de perra. Se quedarán ahí hasta que se me venga en gana —gruño, viendo a los objetos como si fueran los culpables de mi alto nivel de estrés y cansancio—. Deberían agradecerme por no quemarlos.

Arrastro mis pies hacia la cocina, buscando algo que comer o beber. Algo que me dé energía suficiente para no morirme o dormirme, lo que pase primero. Abro el refrigerador y observo el interior. Está mayoritariamente vacío; lo único que hay es un cartón con un huevo solitario, una caja de leche probablemente vencida, un yogurt bajo en grasa que no me comeré, un tazón de lo que parece ser ramen, y una caja de pizza.

Tomo la caja, cierro el refrigerador y dejo la caja sobre el mueble de la cocina. Levanto la tapa y frunzo el ceño. ¿Por qué demonios mi libro de Derecho Ambiental está ahí?

Dos golpes en la puerta principal hacen que arrastre los pies de vuelta a la puerta, la abra y vea a mi mejor amigo Steve Rogers luciendo fresco como una lechuga y tan bien como una pizza humana. Es una lástima que el canibalismo sea visto como una enfermedad ilegal.

—Te ves... agotada —me dice mi amigo.

Gruño y avanzo a la sala de estar. Me dejo caer en el sofá y me cruzo de brazos, mis párpados están pesados y mi cabeza duele.

Pero estoy bien, no voy a morirme antes de finalizar este semestre de mierda legal. Estoy a poco de empezar mi último semestre.

—¿Está todo en orden? —pregunta—. Jesucristo, Amalia, este lugar es un desastre.

Me dejo caer de lado en el sofá, encogiendo mis piernas hasta apoyarlas contra mi pecho. Mi estómago gruñe.

—Esta carrera me está drenando por completo. Llevo dos días sin ducharme.

—¿Cuántos sin dormir?

—No he dormido desde que inicié en la facultad, Steve —casi susurro.

—Amalia, tienes que descansar. Te puede dar un bloqueo mental en el peor momento —dice. Lo escucho moverse por toda la sala de estar—. ¿No te has dado un descanso?

—Repondré estos cinco minutos perdidos estudiando veinte horas seguidas —respondo.

Steve deja salir un suspiro cansado. —No si yo lo puedo evitar —responde.

Abro mis ojos para ver su rostro a centímetros del mío.

—¿Qué? —pregunto y chillo cuando el rubio me carga en brazos—. ¡Steve!

—Vas a dormir —dice, caminando hacia mi habitación—, mientras yo ordenaré este desastre. Luego, te darás una muy merecida ducha, comerás algo grasiento y delicioso, y te ayudaré a estudiar. Aun hay tres semanas de tiempo para que memorices todo lo que tengas que memorizar.

—No puedo descansar —digo, dejando que Steve me acueste en mi cama—. Tengo que estudiar —muevo mi cabeza mientras Steve me arropa con calma.

Marvel's OS: Cast + Personajes | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora