Marvel's OS: Cast + Personajes | TERMINADA

Cicatrices | Doctor Strange

—¡Dani, tenemos una emergencia! —me llama la Dra. Palmer, corriendo por el pasillo hacia la sala de urgencias.

Dejo la tablilla en el escritorio y corro detrás de la doctora, sacando unos guantes de mi uniforme y poniéndomelos con facilidad; acostumbrada a correr por todos lados poniéndome guantes.

Entramos a la sala de urgencias para ver cómo los paramédicos bajan a un hombre gravemente herido y lleno de sangre. Varias enfermeras se unen y empezamos a empujar la camilla por el pasillo.

—Este va para el quirófano, de inmediato —ordena Christine.

—¿Cuál es su ficha? —pregunto.

Una enfermera me pasa la carpeta que uno de los paramédicos llenó de camino al hospital. La abro y siento el terror recorrer todas mis terminaciones nerviosas.

Es Stephen. Mi Stephen.

—Oh, Dios mío —digo, corriendo al lado del doctor. Observo su rostro inflamado por los golpes y lleno de sangre, también observo sus dedos fracturados y cómo hay partes de su traje completamente destrozadas por el impacto—. ¿Qué le pasó?

—Iba de camino a una gala, contestó una llamada y perdió el control. Iba a gran velocidad —resume una enfermera.

Oh, Stephen. ¿Qué has hecho?

Los siguientes eventos pasan en un borrón.

Christine no me deja entrar al quirófano, y me prohíbe ver la operación. Después de casi ocho horas de cirugía, Stephen es trasladado a una habitación especial y aislada para su recuperación.

Y es ahí cuando todo va en picada.

Stephen Strange, quien ha sido mi mejor amigo desde que comencé a trabajar en este hospital hace dos años, se hace aún más huraño y frío que antes. Rechaza a todas las personas que quieren ayudarlo, manteniéndome con él en su habitación solo porque soy la única persona en la que confía. La recuperación es muy difícil, y cuando Stephen es dado de alta y va a la junta de doctores para hablar sobre su situación, todo en su mundo se destroza.

—Mi vida se ha acabado, Dani —dice Stephen mientras entro a su pent-house. Dejo la llave en el recibidor y me quito mi abrigo con calma—. ¿Qué se supone que voy a hacer ahora que no puedo usar mis manos?

—Te ofrecieron el puesto de Director Médico, Stephen. Aun tienes opciones —digo suavemente.

—¡No quiero ser el Director, Dani! ¿Qué acaso te cuesta entenderlo? —explota, girándose hacia mí. Sus manos están temblando tal y como lo han hecho desde que salió del hospital, hace un mes—. Para ti esa posición está bien porque eres una simple enfermera, pero para mí no lo está. Lo mío es sanar personas, no dar órdenes.

—Pues no tuviste muchos problemas dando órdenes mientras te recuperabas —espeto, molesta por su actitud.

Stephen camina hacia mí.

—No voy a ser el Director. Puede que para alguien con tu... trabajo sea una buena oportunidad, pero no lo es para mí.

—¿Porque no recibes gloria detrás de un escritorio?

—¡Porque no soy lo suficientemente estúpido para considerar ser el Director! —exclama, su rojo está rojo.

—Así que piensas que soy estúpida.