Soy una farmacia ambulante. ¿Por qué lo digo? Por la cantidad de drogas fluyendo por mí cuerpo ( prescritas).
Tomo 5 pastillas por día, cada una es más fuerte que la anterior. No quitan el dolor, solo me adormecen, me hacen más inútil, me quitan fuerza.
Me tiemblan las manos, la mandíbula esta floja y hace ruido cuando apenas abro la boca, todo es en slow motion y siento más los objetos, como si se aumentara la parte sensorial en mí cerebro.
Pasa de importarme demasiado algo a perder totalmente interés, llanto sin sentido, estado de letargo, sueño.
Sueño no, es entre medio, me acuesto y quedó en blanco, empiezo a contar como dicen en los cuentos, pero las voces no se callan, ellas tienen todo el tiempo del mundo, y no tienen sueño.
Me recuerdan todo lo que no hice ese día, todo lo que pudo haber sido y no fue.
Una vez intenté sobredosificarme, al estudiar medicina sé cuánto necesito para morir y cuánto para dormir solamente, yo esa vez solamente quería que se callaran y dormir (hacía casi 3 días completos que no dormía), había comenzado a ver cosas, a tener un estado violento, decidí que quería paz, así que tomé unas cuántas, mientras le contaba a mí novio por mensaje.
No sé por qué le contaba, creo que para que supiera que solamente quería paz si llegaba a morir, que alguien supiera.
El corazón empezó a golpear mí pecho con fuerza, empecé a marearme así que le respondí a mí mamá que no podría ayudarla esa tarde en su venta para juntar plata para un viaje, ella se enojó.
Como pude me tiré en mí cama y me tapé, no sabía que los psicofármacos eran tan rápidos de absorber, me acosté entre llantos, porque sabía que era probable que no despertara, pero estaba demasiado cansada, me dormí pensando en las caras de la gente que amé.
Unas 6 horas más tarde desperté, eran las 23:00 hs me llamaron a cenar, estaba muy aturdida, los oídos me zumbaban y sentía una sed enorme. No podía responder con normalidad, se me notaba lenta, mis padres no insistieron, sabían que no había sido un buen día por el rojo en mis ojos y las ojeras que se me hacen después del llanto.
Cuando lo descubrieron obviamente perdí el control sobre mi medicación, la controlan mis padres.
No sé donde están y aveces me gustaría saberlo pero se que es lo mejor. Mí cabeza me tienta.
¿Lo que más miedo me dio? No me costó tragar ni una sola pastilla, fue como comer gomitas.
A ese nivel de indiferencia llegué con la definición de mí propia existencia. No me importó.
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Standby
Teen FictionLes puedo hablar de quién solía ser: antes de que esta enfermedad tomara todo lo que me importaba y lo pusiera en duda, antes de los cortes y el insomnio, antes de desear la muerte. Era una chica promedio, con relaciones normales, gustos y aficiones...