Aún era de noche, miré hacia el reloj, estaba sobre una pequeña mesa al lado de mi cama.Eran las 3:00 de la madrugada.
Era una noche muy oscura, lluviosa, con una enorme luna llena iluminando mi habitación,eso era algo raro, ya que nunca había visto un día lluvioso con una hermosa luna. El furioso viento se escurría entre las copas de los árboles haciendo que las sombras de estos se vean aún más tenebrosas, una de esas bravas brisas azotó mi ventana con fuerza provocando que se abriera,me acerqué a cerrarla pero algo llamo mi atención en la casa de enfrente, cuya ventana de la habitación principal daba con la mía.
Allí, con la ventana abierta de par en par, había un chico. Un adolescente, más o menos de mi edad, tenía el cabello algo largo y un flequillo largo hacia arriba, rubio, haciendo juego con sus ojos color azules... esos ojos que estaban clavados precisamente en los míos. Tenía una mirada tan penetrante y me miraba tan fijamente que me hizo sentir escalofríos. Llevaba puesta una campera negra de cuero y no llegué a ver sus pantalones. Tras notar que ninguna sonrisa o alguna mueca parecida se asomo por sus labios si no todo lo contrario, al parecer miraba con odio, corrí la cortina.En ese momento tuve ese tipo de sentimiento en el que sientes que ya habías visto a esa persona, que lo conocías alguna parte, solo que...no lo recordaba.
Aquel hogar solía pertenecer a un amable anciano llamado Hugo Thompson, debido a su edad había muerto hacia unos años atrás. La casa había quedado abandonada desde entonces, su mal estado llamaba tanto la atención que mi madre solía decirle a mi hermano menor, Diego , que si no se acababa toda la comida lo dejaría en la casa embrujada, refiriéndose a la de nuestro antiguo vecino.
Las noches de invierno son duras, más cuando la lluvia cae de madrugada. Di mil vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Un escalofriante ruido en la ventana me sobresaltó. Fue como si alguien hubiese rasguñado el vidrio. Me convencí a mi misma de que la rama de un árbol había causado aquello pero en cuanto iba a acostarme de nuevo, volví a escuchar el mismo ruido. Algo frustrada, me levanté y caminé a la ventana, corriendo la cortina de esta y me volví a encontrar con él.
Sin importarle la lluvia en absoluto, estaba sentado en su ventana con la espalda apoyada en el marco de esta. Ahora si distinguía sus negros pantalones. Y otra vez, sus ojos puestos en los míos. Sonrió de costado, pero no fue una sonrisa agradable, si no mas bien terrorífica.
Solté la cortina dejando que volviera a tapar la ventana. ¿Quién era ese extraño?
Por la mañana todo mejoró, si bien aún hacía frío, el sol brillaba en el cielo iluminando la casa. Bajé a desayunar y me llevé una sorpresa...
-¡Buenos días hija!
-Buenos días - Dije aun adormilada.
-Te presento a Lizy nuestra nueva vecina. Lizy, ella es mi hija, Brooke - Me presentó mi madre.
La mujer que estaba parada en frente de mi madre, charlando con esta, me saludó amablemente.
-El gusto es mio.
Devolví el gesto.
-El desayuno esta servido en la cocina.-Anunció mi madre y yo me adentré en esta para comer algo.
Allí me encontré con Diego, por como revolvía su cereal deduje que estaba nervioso.
-¿Qué pasa?- Interrogué mientras comía.
-Esa mujer me da miedo - Confesó refiriéndose a Lizy.
Yo reí.
-No seas tonto, ella y mamá parecen caerse bien. Ahora si comes algo prometo llevarte a dar una vuelta en bicicleta.
-Es que no tengo hambre.
-¡No me obligues a mandarte a la casa embrujada! - Intenté persuadir.
-De hecho, ahora la casa embrujada esta muy bonita.-Lo miré extrañada y me moví un poco en el asiento para espiar la casa por la ventana de la cocina.
Mi hermano tenía razón, estaba bien arreglada ahora, bueno no era para menos, se encontraba habitada.
Volviendo a la excusa de la bicicleta, logré que Diego comiera al menos dos bocados.
Al mediodía, cuando el sol pegaba más fuerte y el frío disminuía unos grados, me encaminé al porche con mi hermano y sacamos su bici para que anduviera.
-Anda de esquina a esquina, y ten cuidado.
Advertí antes de dejar que empiece a pedalear.
Me aburrí mirando como pasaba frente a mí a cada rato, pero debía quedarme ahí porque mamá no lo deja andar solo.
Dejando mi vista en un punto fijo, me perdí en mis pensamientos. Estaba tan ensimismada que solo al pasar diez minutos me di cuenta que mi hermano aún no volvía de la esquina izquierda. Comenzando a preocuparme, caminé algo apurada hasta allí, y no estaba. Luego caminé hasta la otra esquina y tampoco se encontraba allí. Cuando el sentimiento de angustia empezó a latir en mi pecho, veo que la puerta de la casa de Lizy se abre y sale de ahí. Me acerqué a toda prisa y me agaché para quedar a su altura.
-¡Diego! ¿Dónde se supone que estabas? ¡Me dejaste muy preocupada!... ¿De donde sacaste eso?- Interrogué en cuanto vi que llevaba un helado de vainilla en su mano derecha.
-Él me lo dio.-Señaló inocente a la "casa embrujada". En la puerta de esta, se encontraba el raro chico de anoche.
La angustia fue reemplazada rápidamente por furia cuando vi en sus labios una sonrisa burlona, parecía estar disfrutando de mi preocupación. Esos intimidantes ojos parecían que estaban haciéndome una radiografía.
-Vamos a casa Diego.-Anuncié levantándome y llevando a mi hermano por los hombros.
-¡Adiós Luke!.-Se despidió éste de aquel odioso chico raro, Luke.
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Mi Vecino Es Un Vampiro {L.H} (TERMINADA) (ADAPTADA)
Hayran KurguRuidos, esos ruidos que se pueden percibir a través de mi ventana, esos extraños e inexplicables sonidos a través de esta por las noches, cada vez se hacían mas seguidos, pequeñas gotas de sangre deslizándose por ese bello cristal transparente. Cosa...