XVI

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Comenzaron a adentrarse nuevamente en la zona minada de zombies, sin pensarlo dos veces, por si acaso. El cielo estaba despejado de nubes y el sol del mediodía les golpeaba la nuca.

Cada tanto aparecía algún que otro zombie, por eso sabían que se estaban acercando y a medida que avanzaban, los zombies aparecían cada menos distancia y de a grupos más grandes. Sin embargo, de ese lado eran muchos menos que en la zona donde había estado primero, y eso los ayudaría por más que no los tranquilizara.

En fila y agachados, comenzaron a escabullirse, matar los zombies de forma sigilosa y evitar los que no fueran necesarios. Luego tendrían que matarlos pero en ese momento su prioridad era sobrevivir.

Ya identificaban la zona, no quedaban más de dos cuadras para llegar a la casa cuando se toparon con una enorme horda de zombies obstruyendo casi todo el paso. Rápidamente se escondieron detrás de un auto.

Observaron el panorama con preocupación y aires de resignación.

-No vamos a poder cruzar eso –habló Alan y los demás asintieron.

-Tenemos que poder. Tengan paciencia –contestó Walter susurrando.

Se escabulleron detrás de una casa, les quedaban dos cuadras pero cruzar la calle parecía un suicidio colectivo.

-¿Cómo vamos a cruzar? –preguntó Nick preocupado a su padre.

-Déjenme pensar –contestó observando la zona por unos minutos-. De acuerdo, vamos a tener que separarnos de esta forma...

En la casa...

Mery tocó la puerta del cuarto donde estaba Jenny, nadie contesto así que la entreabrió lentamente y pudo ver a su sobrina sentada en la cama abrazando sus rodillas con la cara hinchada de tanto llorar. Junto a ella en el suelo, estaba Rocky acostado mirándola.

Esta imagen le partió el alma. El único que la había visto después de lo que pasó era Walter, quien le había pedido que en cuanto pudiera la viera, ya que si bien no la había terminado, Mery comenzó a estudiar la carrera de psicología dos años antes de dejarla por la de medicina que ejerció el resto de su vida; además de que siempre la calidez y sus bellas formas de tratar y entender a las personas fueron cualidades que resaltaban en ella.

-Permiso –entró lentamente pero Jennifer no la miró.

Se sentó junto a ella en la cama y quiso acariciarla pero Jennifer movió su brazo así que optó por no tocarla.

-¿Cómo estás? –no le contestó.

Jennifer seguía en shock, no quería hablar ni estar con nadie pero si se quedaba sola iba a enloquecer.

-¿Quieres que te prepare un té como los que te hacía cuando eras pequeña?

-La maté. La maté a golpes –las lágrimas volvieron a correr por las mejillas de Jennifer-. No sé qué me pasó –su voz se entrecortaba por su desesperado llanto-. No q-quería ma-matarla... no s-sé qué p-pasó.

Su tía la abrazó fuerte de inmediato mientras Jenny seguía llorando con desespero.

-Va a estar bien. Todo va a estar bien –decía su tía para calmarla, aunque ni ella se creyera sus propias palabras.

Walter les explicó su idea a los chicos, nadie se negó así que fueron a sus puestos: todos esperaban en un callejón a mitad de cuadra a que Alan y Jason entraran en la casa de la esquina.

Estos últimos dos se dirigieron sigilosamente hasta esta casa. Había un zombie en la puerta, así que se escondieron atrás de un auto. En cuanto el zombie les dio la espalda, Alan se levantó y en un movimiento rápido le clavó su daga en la cabeza y la retiró mientras Jason abría la puerta de un empujón que le dejó el hombro doliendo un poco.

Entraron y cerraron la puerta detrás de ellos. El ruido de zombies que dominaba afuera penetraba los muros de la casa como un sonido sordo que retumbaba en las silenciosas paredes ensangrentadas: alguien ya había limpiado esta casa antes y esa persona había sido Walter, aunque ellos no lo sabían, él los mandó a un lugar donde sabía que estarían seguros.

Se dieron la espalda para cubrir la del otro y desenfundaron sus dagas, la casa parecía vacía y había cadáveres, que aunque no estaban a la vista, su vomitivo pero inconfundible olor se hacía presente en la casa.

Subieron por la escalera próxima a la entrada y nuevamente cubriéndose las espaldas, revisaron las habitaciones hasta encontrar la que daba acceso al balcón de la esquina, como Walter les había indicado. Una vez allí, salieron encontrándose con un no tan bello paisaje: calles llenas de zombies caminando sin rumbo y en un pequeño callejón, lograban ver a Walter agachado encabezando la fila de los chicos, inquietos y asustados.

Mery cerró la puerta de la habitación detrás de ella y rompió en llanto cubriéndose la cara con las manos. Intentó no hacer ruido para que nadie la escuchara, pero se encontró con Eric saliendo del cuarto.

La vio y se preocupó de inmediato, ella al percatarse de su presencia se secó las lágrimas con rapidez intentando no llorar. Se acercó a la mesa e intentó disimular ordenando algunas cosas. Eric se acercó a ella.

-¿Está tan mal? –le preguntó obviamente hablando de Jennifer.

Mery lo miró, no le hizo falta decir nada. Volvió a romper en llanto tapándose la cara con una mano.

Eric no supo qué hacer, apoyó su mano sana en el hombro de Mery y la acarició suavemente.

-No puedo verla así –dijo con un hilo de voz.

-Va a estar bien, va a mejorar.

Mery asintió una vez más y se secó las lágrimas. Eric retiró su brazo.

-¿Quieres una taza de té? Me voy a preparar uno, si es que todavía funciona la cocina.

-Mm, sí, de hecho estaría muy bien –ella le dio una pequeña sonrisa y se acercó al horno.

-Así calmo un poco la ansiedad por los demás –dijo Mery y para su sorpresa, el cilindro de gas seguía en su lugar.

Sacó un encendedor de su bolsillo y abrió el gas de la hornalla que iba a usar, prendió el encendedor con su otra mano y encendió la hornalla. Llenó un jarrito con agua de una botella y lo puso a calentar. Buscó entre las cosas de la alacena, la caja donde guardaba los saquitos de té cuando vivía allí.

-¿De qué lo quieres? Tengo té verde, té rojo, té común... y eso es todo.

-Té rojo, por favor. Lo solía tomar cuando llegaba a casa.

Mery le dio una sonrisa leve y colocó dentro de un vaso un té de manzanilla y uno rojo en una taza que encontró.

Walter esperaba pacientemente con los demás, a que Jason y Alan atrajeran a todos los zombies posibles que obstaculizaban el paso. Comenzaron a gritar y golpear las cosas que encontraban tiradas en el balcón, llamando la atención de los zombies que se acercaban, algunos muy lentos y algunos un tanto rápidos, amontonándose en la esquina como era esperado, dejándole el paso casi libre a Walter, Nick, Dylan y Lucas.

Cuando el agua estuvo lo suficientemente caliente, Mery llenó primero la taza de té para llevársela a Eric. La agarró y comenzó a caminar con cuidado para no derramar nada justo cuando el ruido de un disparo la asustó y como un acto reflejo, soltó bruscamente la taza, que cayó al suelo rompiéndose en tres partes y dejando un charco de color rojo aguado alrededor.


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Muchas gracias por leer y perdón por tardar tanto tiempo, si es que había alguien esperando que actualice.
En multimedia Jennifer.
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⏰ Última actualización: Jan 09, 2020 ⏰

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