La playa

1.1K 91 24
                                    

Cuando nos quedamos solos en la casa, sentí cierta emoción creciente en mi estómago. Estábamos solos. Antes me había sentido impresionado al ver el control que tenía Ash, y el respeto que le tenían sus nombres. Parecía alguien realmente diferente a la persona que yo conocía. Al Ash que no yo conocía. Pero ahora, volvía a ser el pacífico y amigable al que tanto me había acostumbrado.

—Querías que habláramos, ¿no es cierto?

Cuando fui a llevarle las cosas en la bañera planeaba confrontarlo, pero no sentía que ni él o yo estuviéramos listos. No esperaba que él fuera quien recordara el tema. Tal vez i idea de posponerlo eternamente habría sido buena, aunque agradezco que no haya sido así.

—No sé nada sobre ti ahora que lo pienso —la mirada en su rostro era tan suave, me costaba no mirar sus labios. Suaves. Aún podía recordar su textura—. Tu cabello es tan oscuro, y tus ojos también son tan profundos. Me solía aterrar la oscuridad cuando era pequeño.

Comenzar hablando más acerca de nosotros. Ese era un buen modo de dar inicio.

—Golzine debería despedir a sus guardaespaldas y plantar calabazas en su lugar —no había querido reír tanto con su relato de hallowen en su infancia, imaginaba que debió ser duro para él ver una calabaza flotante, y debido a lo joven nunca concluyó que se trataba de su reflejo en un auto, pero era inevitable no burlarse de una experiencia así. Que un chico fuerte y admirable tuviera tal fobia...

Al ver su expresión enfurruñada me acerqué a él limpiando los restos de lágrimas de mis ojos. Se veía tan gracioso con esa expresión ofendida.

—Lo siento, es que...

—Está bien, puedes reírte lo que sea —murmuró con notorio enfado.

—¿Ahh? No tienes que molestarte —respondí acercándome aún más. 

Nos miramos fijamente a los ojos antes de acercarnos con lentitud. No era consciente de mis propios movimientos y parecía pasarlo algo similar a Ash. Nuestros labios se unieron y comenzamos a acercar nuestros cuerpos aún más hasta quedar en los brazos del otro, abrazados, dejándonos llevar. No duró mucho.

En mi mente seguía sin saber cómo sentirme ante la discontinuidad en la personalidad del rubio. Podía matar sin piedad, entre sangre y pólvora, pero a la vez enfurruñarse con las cosas y tener miedo absurdos. «¿Quién de ellos es el verdadero tú?», esa pregunta golpeaba a mi mente más veces de las necesarias. «¿O acaso ambos son tú, y coexisten en conjunto?».

Sabía que él planeaba hacer algo, y que aún si le preguntaba no me respondería nada. Así que no había sentido en hacerlo. Sólo podía confiar en él y esperar que él mismo me lo dijera. Aunque el sólo poder hacer eso me aterraba en verdad. 

Estábamos tan cerca, pero en cualquier el momento él podría irse lejos.

Desaparecer de mi vida.

—Tus pestañas son rubias también... —murmuré en voz alta.

—¿Acaso quieres ver más bajo? —la segunda intención de su comentario, me pareció clara.

—¿En serio me dejarías? ¡por supuesto!

Mi respuesta, como esperaba, lo sorprendió al grado de mantener una distancia de mí y llamarme pervertido a pesar de confesarle que bromeaba. Yo también podía hacer lo que él, actuar de una forma no esperada. No quería hacer hincapié, pero él no se había negado a la petición a pesar de su reacción.

—¿Puedo tratar tus heridas? —me ofrecí al recordar que aún no las había tratado.

—¿Si te lo pidiera me ayudarías a tratar también otras necesidades? —el tono de su voz dejaba en claro a lo que se refería, consiguiendo que aplicara más presión sobre la herida que desinfectaba—. ¡Agh! No sé tú, pero mi piel es delicada —se quejó ganando una sonrisa por mi parte.

A happy day for Banana Fish (Banana Fish) (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora