Disparo

598 32 12
                                    

La primera vez que Ash despertó la adrenalina se filtró por sus venas con la misma rapidez que abrió sus ojos. Antes de darse cuenta estaba apuntándole a Blanca, sabiendo muy bien el poco control que tenía en sí.

—Sabías que ésto ocurriría —comenzó a decir el otro a pesar de ver la notoria inestabilidad en el rubio—. Ni siquiera puedes protegerlo, pero querías escapar de tu soledad.

—Cállate —demandó.

—¡Él no existe para tu salvación!

—¡Cállate! —gritó esta vez—. Maldito bastardo, maldito, maldito, ¡vete al infierno! —una vez la exaltación culminó, su cuerpo se desplomó en el suelo, debilitado. Una parte de él sabía que el motivo de su reacción era que creía febrilmente en las palabras de Blanca. Era cierto, él había mantenido cerca a Eiji por su propio beneficio. Intentó apartarlo, pero siempre dejándole la oportunidad de que volviera. Siempre sabiendo que éste también quería estar a su lado, y por eso mismo se convenció de que estaba bien.

Cuando volvió a despertar estaba seguro de haber visto a Eiji en sueños. En una blanca cama de hospital, con cables conectados que monitoreaban su pulso. Se había puesto a trabajar manteniendo un perfil bajo hasta el momento. La luz que se refflejaba en la ventana no conseguía calmarlo y las ansias de querer verlo sólo aumentaban con cada segundo que permanecía ahí.

"Para él el japonés es el único humano que vale la pena" le había dolido escuchar esas palabras porque sabía de algún modo que eran ciertas. Él haría cualquier cosa de ser por Eiji. Cualquier cosa. Lo sabía y también sabía que el otro pensaba lo mismo sobre él. Ambos estaban dispuestos a entregarlo todo, pero eso no estaba bien en muchos sentidos. Ash lo sabá y sólo se había estado negando a verlo.

—¿No irás? —cuando Caín entró a la habitación el rubio sabía que preguntaría eso—. Ya sabes, le dispararon en un lugar peligroso.

—Por favor, basta. No quiero escuchar su nombre — a pesar de que sus pensamientos estaban llenos de él, no quería decir o escuchar su nombre en voz alta. Mantener las cosas en su mente era hasta cierto punto más fácil.

—Te arrepentirás si no vas...

—¡Lo haría si pudiera! —otra vez el impulso lo estaba controlando. Era demasiado doloroso. No podía aguantarlo o guardarlo por más tiempo—. Pero no puedo convertirlo en un criminal... si voy... él estaría en más problemas todavía.

—Veo que incluso tú te desmoronas a veces. No te preocupes por Lao... no se lleva bien con algunos —pero Ash sabía que no era sólo eso. Estaba seguro de que él podía ver el monstruo que era. Su verdadero ser. No había tenido la intención de demostrar su preocupación—. ¡Deja eso! Te estás torturando a ti mismo. Ash, yo creo en ti.

Cuando Caín abandonó la habitación el rubio se sintió incluso más solo que antes. El dolor en su pecho no hacía más que crecer.

—Eiji... perdóname por no estar a tu lado —las lágrimas simplemente comenzaron a caer por sus ojos mientras hablaba—. Por favor, no me lo quites. Por favor, Dios. Llévame en su lugar.

———

Alguien estaba llorando. Una triste voz era lo único que escuchaba dentro de la habitación y no podía evitar preguntarme por qué estaba tan triste. Me parecía conocida. Ash.

—Sa-yo-na-ra.

«¿A qué se refiere con sayonara? ¿irá a alguna parte?» me preguntaba. Tenía que decir algo, pero no podía. Aunque tampoco podía dejar que él se fuera sin más. Todo mi cuerpo dolía, pero no me importaba. Tenía que decir algo. Tenía que hacer algo.

A happy day for Banana Fish (Banana Fish) (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora