Vacaciones de los Hermanos

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Vacaciones de los Hermanos

Al aproximarse las vacaciones R y Z empezaban junto con sus hermanos varones a organizarse qué juegos llevarían para distraerse en ese tiempo, pues ya sabían que en el receso vacacional irían a la casa de la abuela que estaba en un caserío rural muy lejos de ellos, pero también irían a la playa, a los centros comerciales en Valencia, Maracay, Barquisimeto y a otros sitios que su padre inventaría.

Mientras llegaba el día de la salida dormían hasta muy tarde, veían televisión y comían mucho. Ya en la noche visitaban a la abuela Rita y a las tías. Por supuesto los varones jugaban en la cancha básquet, montaban bicicleta y de vez en cuando se sumaban con ellos y caminaban por la plaza, conversaban con los niños y amigos que vivían cerca.

Al llegar el día de la salida, se arreglaban con sus indumentarias, toallas, sábanas, almohadas y casi no cabían en el auto de tanto que cargaban. Iban muy contentos, pero avanzado el trayecto que era bastante largo de diez a doce horas empezaba el hastío y con ello la trifulca dentro del carro, se dedicaban canciones burlescas, se ponían apodos, se tiraban de los pelos...

La madre para entretenerlos y hacer más llevadero el viaje les inventaba tareas como: aprender qué estado representaba la matrícula de los autos que transitaban por la vía, hacer juego de palabras, recitar poesías, observar todo porque al regresar debían escribir una composición sobre el viaje, fijar el nombre de los lugares por donde pasaban. Por supuesto todo esto conllevaba un premio para quien lo hiciera mejor.

Una vez que llegaban a su destino (la casa de Toya) planificaban sus actividades en el pueblo: visitar a los amigos y parientes, visitar la casa vieja, bañarse en los riachuelos, en el tanque ubicado en la casa vieja, realizar juegos con los primos. Si no podían salir por alguna eventualidad, inventaban juegos como preparar comida con flores y hojas de los árboles, jugar bolas criollas, recoger naranjas en el patio, subirse a los árboles. Ponían mucha imaginación para pasar el tiempo y así transcurrían las vacaciones. Conversaban con la abuela, narraban cuentos, revisaban el escaparate de la abuela.

Ir a la casa vieja era toda una aventura, subirse al tractor, regar los naranjales, abonar las plantas, ayudar a resembrar en algunas ocasiones. Avi corría tras las garzas y cantaba desde el tractor. Oír los gritos de los tíos que dejaban su eco en medio de la siembra, les atraía.

Si era tiempo de navidad adornaban el árbol casa de la abuela, limpiaban la casa y estaban pendientes para celebrar el día de los Santos Inocentes. En esta fecha los varones hasta se disfrazaban y salían a las calles. Era todo un acontecimiento para ellos que la gente del pueblo no los reconociera...

Toya enseñaba a Z y a R como hacer costuras a la ropa y también cómo lavar la ropa, a preparar alguna comida. Les decía, con su acento característico.

-Mirá pon atención para que no se te olvide para que lo hagas bien, no olvides lo que te digo. Las tareas que vayas hacer deben ser bien hechas...

Las vacaciones eran muy divertidas en casa de la abuela, porque ella los consentía mucho y ya cuando estaba próximo el día de regreso; empezaba Alejandro y que ya nos tenemos que regresar. Si- decía la madre, ya las vacaciones terminaron y hay que volver a las labores habituales: estudio, trabajo. Las vacaciones no son eternas a recoger sus cosas...

Así pues al finalizar agosto o diciembre se preparaban para el regreso. Habían pasado varios días junto a la familia y a los amigos compartiendo, pero correspondía volver a la cotidianidad. Callados, pero con mucha nostalgia empezaba la despedida.

La noche previa al regreso, la abuela Toya mostraba su tristeza, Los abrazaba, les decía que se portaran bien, que estudiaran. Ellos por su parte la abrazaban y prometían regresar pronto.

Victoria, Victoria se acabó esta historia

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