Hace mucho tiempo en un pueblo lejano vivían junto a sus padres unos jóvenes hermanos: Guillermo y Dora, así se llamaban, iban juntos de paseo todas las tardes, charlaban, hacían planes. Éstos eran inquietos y curiosos. Les gustaba la aventura.
Un día salieron de paseo y sin percatarse se habían retirado del pueblo. Estaban en medio del bosque. De repente avistaron una casa que atrajo sus miradas por estar cubierta casi en su totalidad de enredaderas.
Las puertas y ventanas, apenas se veían, en medio de tanta vegetación. Ambos expresaron tiene aspecto de deshabitada, se ve desolada. Guillermo sonrió y dijo "Dora entremos" ¿Tú crees? ¡Anda! vamos a ver que hay allí. Dora dijo si, pues, entremos. Esta es la casa de la que habla papá. Los hermanos se miraron extasiados y nerviosos, -¡es la casa del bosque! ¡la de la leyenda de papá!- exclamó Guillermo.
Aunque temerosos apartando ramas, enredaderas se aproximaron a la entrada, Guillermo dijo a Dora: Toca la puerta. Recuerda que papá dice que allí hay fantasmas. –Guillermo ripostó: Los fantasmas, ya, no existen Dora.
Ella tocó: tac, tac y preguntó ¿Hay alguien allí? No hubo respuesta. Volvió a preguntar ¿por favor, hay alguien allí? Reinó total silencio.
Llenos de asombro se miraron y decidieron entrar. Guillermo es el primero en entrar, Dora tardó un poco más, sentía miedo. Finalmente traspasó el umbral. Esta, no es más que una casa abandonada en el bosque, descubramos los misterios de ésta. No hay nada más excitante que una casa llena de misterios en medio del bosque-. -¡Anda! Entra.
Ya, adentro expresó, Dora – Guillermo, no debemos estar aquí. Mamá debe estar preocupada, hemos tardado mucho. – Dijo a su hermano tengo miedo, mejor regresemos. Volvamos a casa. Él le dijo es solo un momento. ¡Tranquila! y la miró en tono burlón dijo: - ¡Ah, la niña tiene miedo! ¡Pobre niña! Dora entre molesta y asustada respondió... Si, si tengo miedo e intentó salir.
Guillermo la sujetó por el brazo y dijo en tono conciliador ¡Ven!. Anímate. Echemos solo un vistazo. No vamos a quedarnos con la curiosidad. Ya estamos dentro.
Continuaron avanzando por el largo pasillo. Cuando de pronto Guillermo vio un sillón que se mecía con fuerza. Si está moviéndose, grita Dora llena de miedo ¡basta! regresemos. Aquí hay telarañas, está sucio. - Claro, es una casa abandonada.
Tranquila, dice Guillermo es una aventura ¡aburrida, miedosa! le espeta. Dora exclama ¡Si! pero siempre te acompaño y en contra de su voluntad avanza detrás de su hermano.
Se aproximan a las escaleras muy empinadas y llenas de telaraña. Repentinamente salta un gato aullando, Guillermo se paraliza momentáneamente- Dora corre hacia la salida, apresurada, temblando por el susto. Ve murciélagos y dice ¡Mira! Hay vampiros. Le pide a la hermana guardar silencio. Aun no es la noche. Ellos solo vuelan y chillan... He oído que chupan la sangre. Guillermo, responde: - son habladurías y creencias
- Regresa grita es solo un gato. Tranquilízate. ¡Ven! Ella inmóvil permanece en medio de la escalera y en voz baja dice: las piernas me tiemblan, no puedo controlarlo. Guillermo ya en lo alto de la escalera espera un poco. Luego avanza decidido a saber que hay en esa casa solitaria en medio del bosque.
Prosigue caminando y al final de un pasillo ve una luz que se filtra por una puerta entreabierta. Empuja la puerta y para su sorpresa, esa habitación está limpia y al fondo ve a una señora de avanzada edad sentada en una mecedora que tejía tranquilamente, a la par que miraba hacia una ventana de la habitación, Esto le causó sorpresa y miedo no sabía qué hacer y cuando intentaba regresar, escuchó la voz apacible de la anciana ¡Adelante! ¿Qué busca el joven? ¿Está perdido? Guillermo se sintió mal, no hallaba qué decir. La señora prosiguió acércate no tengas miedo.- Dime que buscas... Hace muchísimo tiempo que no entraba ninguna persona aquí, aparte de mi ama de llaves que me visita ocasionalmente.
Con voz entrecortada, Guillermo dijo: Disculpe Doña, paseaba con mi hermana y sin darnos cuenta dejamos el pueblo y nos adentramos en el bosque, pero nos llamó la atención esta casa cubierta de vegetación y quisimos ver que había dentro de ella. Curiosos los muchachos. ¿Quiere escuchar mi historia? Llama a tu hermana. Guillermo gritó, Dora pasa. Al mirar a la joven, dijo la anciana: bonita la niña. Siéntense y escuchen.
Ya habrán dicho en el pueblo que es una casa embrujada. ¡No!... No lo es, ni hay fantasmas. Esos son solo cuentos por lo abandonada que se ve. Esta es mi casa desde hace muchísimos años, pero mi familia se fue del pueblo y los primeros tiempos me visitaban, luego dejaron de hacerlo. Algunos han muerto, pero una señora del pueblo (mi ama de llaves), ella guarda el secreto de mi presencia aquí. Ella viene compra los víveres, prepara la comida y luego se va. Solo que entra muy temprano los fines de semana y se va cuando se oculta el sol, por eso nadie la ve.
Mi nombre es Mercedes no tengo parientes y siempre estoy sola ¿Quieren ser mis amigos, como si fueran mis nietos? Asintieron y salieron contentos prometiéndole a la anciana que la visitarían.
Guillermo y Dora volvieron a su casa y contaron a la madre la experiencia, lo que habían descubierto. Le comentaron al papá que allí no había fantasmas, sólo una anciana solitaria habitaba esa casa. Fueron reprendidos por su curiosidad, pero a partir de ese día se convirtieron en una compañía para la anciana a quien visitaban todas las tardes, merendaban y oían todas las historias que ella les narraba.
Hicieron feliz a la señora Mercedes, quien los veía como los nietos que no tuvo. Querían mucho a la dulce anciana.
Finalmente Doña Mercedes enfermó, pero antes de morir dejo la casa solitaria como herencia a Dora y a Guillermo. Ellos se comprometieron a cuidarla en honor a esa abuela con la que mucho compartieron.
Colorín colorado esta historia ha terminado
YOU ARE READING
Cuentos y Algo Más
FantasySe tiene la creencia que los avances tecnológicos, la virtualidad del mundo ha terminado con la inocencia, la creatividad, la magia. Pudiera ser. Mientras escribo estas líneas mis nietos, los más pequeños, ya no están en el país. Forman parte de la...